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«Mi hijo no sabe comer, ni hablar o asearse. A los 18 años no creo que ocurra el milagro de que se le quite la discapacidad»

De acuerdo con el Real Decreto 1148/2011, los cuidadores de un hijo con una enfermedad grave tienen derecho a una reducción horaria en el trabajo sin reducción económica, pero cuando cumplen 18 años, esta ayuda se acaba

Eloisa, en la cocina de su casa con su hijo Lucas, aquejado de una enfermedad rara Guillermo Navarro
Carlota Fominaya

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«A los 18 años no creo que ocurra el milagro de que a Lucas se le quite la discapacidad, se vuelva autónomo e independiente. Mi hijo por desgracia va a ir a una situación de más dependencia, porque su enfermedad es degenerativa: es ... un niño que no sabe comer, no sabe hablar, no sabe asearse . Es absolutamente dependiente». Lucas tiene una malformación genética por duplicidad del brazo corto del cromosoma 7, una condición que llevó a Eloisa a solicitar, cuando el pequeño tenía cuatro años, la prestación establecida en el Real Decreto 1148/2011 por la cual los cuidadores de un hijo con una enfermedad grave tienen derecho a una reducción horaria en el trabajo sin reducción económica.

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