La dulce Aurora de Juan Vidal

El paso del tiempo, la belleza, el sacrificio o la pasión son las sensaciones que ha plasmado en sus prendas, que toman dos referentes: la fragilidad y romanticismo de Anna Pávlova frente a la pasión y la fuerza de la bailarina de Pina Bausch. Su realidad, la de ambas entre bambalinas, es la que ha llevado hasta la pasarela.

Así, las siluetas lánguidas y fluidas se funden en sedas lavadas y estampadas con motivos florales de inspiración oriental. Los claveles o el terciopelo rosa empolvado son también protagonistas de los primeros diseños que salen a desfilar.

Las prendas exteriores también son muy importantes y aparecen en múltiples modalidades; exentas de forro para que pesen menos, en punto, paño de mohair o cashemere y evolucionan hasta el punto de dar lugar a complejas piezas de jacquares enredados o maxiacolchados en los que, esta vez sí, el volumen es el protagonista.

Los colores, planos, juegan desde el rosa palo, los rosas envejecidos, los corales, magentas, rojos, camel y finalmente los negros que llevan hasta la noche. Vidal recrea así, de una forma monocromática, la elegancia de los años 20 y 30.