Los motivos por los que no se vende Villa Favorita

Esta semana la prensa helvética especulaba con que la vivienda ya tenía comprador, un hecho que la viuda del barón Thyssen no ha tardado en desmentir muy a su pesar. Aunque en 2013 quitó el cartel de «se vende» del palacete, los más de 80 millones de euros que pedía por la casa le habrían garantizado liquidez durante unos años.

«Hemos recibido muchas ofertas falsas que nunca se han materializado, ya que en ese juego de intermediarios siempre hay algún interesado que se va de la boca», han explicado desde su bufete de abogados. La discreción para vender la casa debería ser máxima. En Suiza es necesaria la aprobación del Registro Mercantil para llevar a cabo una compra-venta y, dadas las relaciones de Carmen con el gobierno de Lugano, no sería fácil conseguir esa firma.

El periodista británico David Litchfield residió en Villa Favorita los meses que estuvo trabajando en las memorias del barón. Según recuerda, los desencuentros entre el matrimonio Thyssen y las autoridades del cantón suizo comenzaron en 1988, cuando en Lugano se enteraron del contrato de arrendamiento que firmó el barón con el Gobierno español para traer su colección y abrir una pinacoteca. En Suiza vieron ese movimiento como un desprecio, más aún después de cobijar la valiosa colección del barón durante décadas.

Las autoridades pidieron entonces a Heini que dejara una parte de su colección en Villa Favorita y que abriera las puertas del palacete, una de las joyas de Lugano, como atracción turística. La negativa del matrimonio provocó el enfado del gobierno local, que ahora ha prohibido vender la propiedad por partes. Solo un único comprador puede quedarse con la vivienda. Convencer a alguien de adquirir una casa de 30.000 metros cuadrados no es fácil.