Tensión en Defensa por la difusión de los planos del nuevo centro de la inteligencia militar

De momento, los responsables del Ministerio de Defensa intentan averiguar dónde y quién decidió no clasificar esta información, que hace que el nuevo edificio nazca ya con serias vulnerabilidades. Parece, como adelantó ayer ABC, que la principal responsabilidad recae en la Jefatura Económico Administrativa (JEA) del EMAD, donde nadie reparó en las consecuencias de difundir en la licitación publicada en la Plataforma de Contratación del Estado los planos detallados del nuevo centro, incluidas, con máximo detalle, sus medidas de seguridad.

Lo peor, según las fuentes consultadas por ABC, es que lo sucedido puede haberse producido por una incomprensible falta de seriedad al haberse tramitado esta licitación como cualquier otra, sin tenerse en cuenta que afectaba seriamente, nada más y nada menos, que a la seguridad nacional. «Ha habido desidia, dejadez y falta de diligencia», lamentan fuentes de la seguridad del Estado.

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C.Mullor

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El malestar en el Departamento que dirige Robles es enorme porque lo ocurrido demuestra que los controles internos no funcionan, una constatación muy grave si se tiene en cuenta que se trata de un ministerio que maneja información muy sensible para la seguridad el Estado. Fuentes del EMAD señalan a este periódico que en el Cifas, aunque saben que lo ocurrido esta vez no es de su responsabilidad, reina una mezcla de «estupor» y «bochorno» y se es muy consciente de la «deplorable imagen que se da en el exterior».

El Grupo Popular, que ha detectado de inmediato la gravedad del asunto, solicitó ayer la comparecencia de Margarita Robles en la comisión de Defensa del Congreso. La petición, firmada por su portavoz parlamentaria Ester Muñoz, justifica su petición en que la información publicada por ABC indica que ser ha producido un «menoscabo» para la «seguridad nacional» y hace hincapié en los riesgos de que «pueda ser utilizada por servicios de inteligencia hostiles».

Por su parte, la diputada popular Cuca Gamarra publicó un mensaje en una red social en el que se preguntaba «¿cómo puede acabar publicada por el propio Ministerio de Defensa una información que debería estar clasificada? ¿Qué responsabilidades va a asumir la ministra? No cabe más dejadez y desidia. No hay nadie al volante», y adjuntaba además la información publicada ayer por ABC.

No es la primera vez que se producen fugas de información sensible en el Ministerio de Defensa, aunque no de este calibre. En febrero pasado se produjo otro episodio que afectó al Cifas. Tuvo lugar con motivo de la visita al centro de una delegación de la inteligencia militar libia, encabezada por su director, el general Mahmoud Hamza. Este tipo de reuniones se mantienen de forma habitual en la reserva, pero en este caso la delegación de ese país, en su visita a la Base de Retamares, pidió, y su jefe, el teniente general Antonio Romero, aceptó de forma sorprendente, que se les permitiera hacer unas fotografías.

En ellas aparecían rostros habitualmente ocultos, como los de jefes de área del Cifas o analistas. Las imágenes no tardaron en ser publicadas en páginas web libias abiertas, lo que provocó la lógica conmoción y enfado en los afectados, que vieron comprometida su seguridad y que no entendieron cómo se dio permiso a los visitantes para tomar esas instantáneas. El director del Cifas fue promovido a teniente general dos días antes de pasar a la reserva por decisión personal de Robles. Es la primera ver que el máximo responsable de la inteligencia militar tiene este empleo.

Antes de ese episodio, en la primera semana de octubre de 2022, ABC también informó de que una fuga de información sensible comprometió la seguridad de los actos del Día de la Fiesta Nacional, y en particular del desfile en el Paseo de la Castellana en Madrid. Lo que trascendió fue un documento clasificado –en su nivel más bajo, que es el de 'uso oficial', a pesar de que afectaba de lleno al Jefe del Estado y al presidente del Gobierno– elaborado por el Ejército de Tierra en el que figuraba hasta el mínimo detalle de la parada militar, con horarios, localizaciones y hasta redes de comunicación a utilizar.

El asunto, que Defensa intentó minimizar, obligó sin embargo a la Comisaría General de Información de la Policía a replantearse el dispositivo de seguridad a pocos días del evento. Las fuentes consultadas entonces aseguraron que ese documento era «una joya no ya para grupos terroristas, sino también de saboteadores».