Sánchez ya contempla la amnistía y gana tiempo para su negociación en la sombra

En contra de lo que afirmó el último día de la campaña electoral, cuando dijo en una entrevista en Televisión Española que «no es algo futurible. El independentismo pedía la amnistía y no la ha tenido. Lo que ha tenido son indultos condicionados», ahora señala que no le corresponde a él valorar si esa amnistía que le exigen Junts y ERC cabe en la Carta Magna, sino al Tribunal Constitucional (TC), poniendo así la cuestión en manos del órgano que preside el progresista Cándido Conde-Pumpido y de mayoría de la misma sensibilidad tras la última renovación.

Tras la decisión del Rey de designar a Feijóo, el líder socialista gana tiempo para su negociación en la sombra con los que fueron sus aliados la pasada legislatura, tanto el de coalición, Sumar, como ERC, Bildu y el PNV, un elenco al que ahora se incorpora Junts per Catalunya, la formación del expresidente catalán prófugo de la Justicia, Carles Puigdemont. Los mismos grupso que posibilitaron la semana pasada la elección de la socialista Francina Armengol como presidenta del Congreso de los Diputados y la de una Mesa de la Cámara Baja de mayoría de izquierdas.

En ese sentido, Sánchez afirmó que Feijóo «tiene un techo», en referencia a los 172 apoyos que suma el PP junto a Vox, Unión del Pueblo Navarro (UPN) y Coalición Canaria, y añadió que «nosotros partimos de un suelo», en referencia a los 152 diputados que suman el PSOE y Sumar. «Parece evidente que nosotros tenemos un techo mucho más alto que el que pueda manifestar el señor Feijóo, y por cierto, no es por capricho, es así como está decidido en la Constitución española», aseveró a continuación.

No fue el único dardo de su comparecencia, ni el más hiriente, contra Feijóo. Porque si bien Sánchez se empezó en mostrar su «absoluto respeto» a lo que pudiese decidir el Rey -su visita a La Zarzuela fue posterior a la del líder de Vox, Santiago Abascal, pero previa a la del presidente del PP, que cerró la ronda de consultas- dejó claro lo que piensa del intento que ahora emprenderá el líder de la oposición. «El proceso de investidura no es un trámite de exhibición, sino que tiene como única finalidad reunir el respaldo parlamentario necesario para la formación de un nuevo Gobierno con un proyecto político», afirmó con cierto tono mordaz. En otro momento de su intervención se refirió a que las «contorsiones y esfuerzos por optar a una investidura son perfectamente legítimos» pero que «se revelan baldíos». Y por si fuese poco, y aún en tono más crítico, y con aire de sarcasmo, explicó que si tras las elecciones del 23 de julio y la derrota en la votación de la Mesa del Parlamento el 17 de agosto, Feijóo pretende ahora «darse de bruces por tercera vez con una realidad emanada de la voluntad popular, con su voto, pues está en su derecho, pero es una decisión que debe tomar él, no yo», concluyó.

El jefe del Ejecutivo en funciones, en línea con lo anterior, se refirió a la «mayoría progresista» como «la única posible», y afirmó que es la que daría «estabilidad política, social y económica» a nuestro país. Todo ello en un contexto internacional, quiso precisar, marcado tanto por la guerra en Ucrania como por la presidencia de turno del Consejo de la Unión Europea (UE) que ostenta España hasta final de este año. En síntesis, reiteró en referencia al PP y Vox que «quienes plantearon una propuesta derogatoria fracasaron», remató.