aNÁLISIS
Volver a España y volver al Gobern
El siguiente paso en el que el expresidente fugado trabaja es en que su partido regrese al Gobierno de la Generalitat
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Iniciar sesiónPuigdemont se mantiene firme en su voluntad política de votar la investidura de Pedro Sánchez, que salvo accidente se va a acelerar considerablemente -es más que probable que no sea necesario agotar el plazo- tras el intento fallido de Alberto Núñez Feijóo.
El siguiente paso ... en el que el expresidente fugado trabaja es en que su partido regrese al Gobierno de la Generalitat. Restablecida con Esquerra la unidad de acción en Madrid, Puigdemont considera que se dan las condiciones para recuperar la parte de poder, cargos e ingresos económicos que significaría volver al Govern.
En las últimas elecciones generales, pese a la carambola aritmética de los siete diputados, los postconvergentes han descubierto el limitado alcance electoral de la marginalidad y del irredentismo, a lo que hay que añadir las dificultades económicas de un partido que la mayor representación institucional que ostenta es la Alcaldía de Sant Cugat. Junts necesita engrasar de nuevo su maquinaria con recursos y cargos; y si la salida del Govern tuvo sentido para marcar distancias con los republicanos, y hacerles quedar como unos mediocres que sólo querían las prebendas del poder, la investidura de Sánchez les devuelve a un camino compartido y permanecer en la marginalidad ha dejado de tener sentido.
Esquerra, de un lado, no quiere renunciar a los cargos que ostenta ni dar oxígeno a su principal competidor con visibilidad y recursos financieros y políticos. Del otro, desea algo más de estabilidad parlamentaria, una mayoría más amplia y no tener que aprobar los Presupuestos 'sólo' con el PSC. A año y medio de las próximas elecciones autonómicas, Aragonès entiende que si Junts vuelve al Govern, se queda sin el discurso de la pureza nacional, que sin ser mayoritario en la sociedad catalana, sí que a veces decanta la pugna entre los dos partidos independentistas.
La doble misión que Puigdemont se ha impuesto es comparecer ante su público como el negociador audaz que no se rinde, y que arranca al Gobierno lo que nunca nadie había conseguido antes; y a la vez recuperar para su partido -y para él, ante su eventual retorno a España- espacios de pactismo y de centralidad no sólo en la política catalana sino también en la del conjunto de España.
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