El pederasta de Lardero: «Le puse la mano en el cuello a Álex pero sin apretar, no quería matarlo»
Almeida en el uso de la última palabra, abocado a pasar el resto de su vida en la cárcel, pide perdón «a todos los que haya hecho daño y a la familia»
Fiscalía y acusación mantienen la petición de prisión permanente y otros 15 años por la violación y asesinato de Álex
El pederasta de Lardero solo teme que lo ataquen otros presos
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Madrid
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Iniciar sesiónFrancisco Javier Almeida, acusado de violar y asesinar al pequeño Álex en Lardero, acaba de hacer uso de la última palabra en el juicio contra él que concluye hoy. Frío como el hielo, con evasivas y mentiras evidentes, ha acabado pidiendo perdón a todos los ... que haya hecho daño «y a la familia» siguiendo el guion que acababa de marcar su defensa. Ni un ápice de arrepentimiento en sus palabras pese a lo que ha dicho ni de emoción.
«Es verdad que había bebido, la bebida no nos afecta a todos por igual, yo bajé al parque pero no con el fin de buscar niños o menores, a veces bajaba a fumar no bajaba con ningún fin de caza», ha comenzado excusándose. «No tenía ninguna intención de nada, es verdad que vi a Álex por ahí deambulando y le dije que si quería que le enseñara un agaporni muy bonito. Ni le obligué ni le forcé ni le agarré».
Ha contado, como se vio en las cámaras que el niño subió solo las escaleras, que vio el pájaro, le gustó pero no pasó nada. «Pero yo en ese momento empecé a tener una cierta fantasía (...) lo único que hice fue enseñarle el pene y pasárselo por la cara». A continuación no ha ahorrado detalles lascivos, repugnantes dirigiéndose a la Sala.
El pederasta de Lardero solo teme que lo ataquen otros presos
Cruz MorcilloLas forenses, los psiquiatras y el resto de peritos han desmontado a Almeida en la primera semana de juicio: es un depredador que actúa movido solo por sus necesidades y deseos. Vejó y asfixió por la espalda al pequeño Álex con una «brutalidad extrema»
«Se empezó a oír ruidos, como timbrazos sé que Álex quería huir y yo lo agarré de la camiseta por detrás, le tapé la boca y con la otra le puse así en el cuello pero sin apretar porque yo no tenía ninguna intención de matarlo y él se movía». Dice que de repente, falso como ha demostrado la pericial, vio cómo la criatura había perdido el conocimiento.
«Yo salí a pedir ayuda y por eso con la cremallera bajada y no me puse abrigo». No iba a deshacerse del cadáver dice, por eso no lo tapó, no le puso una sábana ni lo metió en una bolsa de deporte.
Repite a su abogado
-No hace falta que repita lo que ya ha dicho su abogado -le ha recriminado el magistrado presidente.
Como su defensa ha pedido atenuante por confesión (una confesión inexistente, según las acusaciones) ha explicado que se arrepintió «de verdad» en la cárcel y por eso echó una instancia diciendo que lo había matado. «Yo solo quiero decir que lo siento, no era mi intención matarlo y pido perdón a todos los que haya hecho daño y a la familia», ha concluido.
El magistrado entregará ahora al Jurado el objeto de veredicto. Antes de que el acusado tomara la palabra, las partes elevaron sus conclusiones y presentaron sus informes finales. El fiscal mantuvo su petición de prisión permanente revisable por el asesinato del niño y otros 15 años por la violación e instruyó al Jurado en qué consistió esa agresión sexual. Ha definido al acusado como un «depredador de sangre fría» que ni siente ni padece.
«Le vimos hablar con voz titubeante, casi aflautada (..) No se dejen engañar es de una absoluta sangre fría». Cuando fue sorprendido se mostraba tranquilo, igual de impertérrito en la detención que aquí. «¿Han visto algún gesto compungido, triste?» Ha recordado el horror de las fotografías que se han exhibido en la Sala y la dureza del juicio en el que hasta la psicóloga que trata al hermano de la víctima se echó a llorar. Pero todo eso no ha afectado a Almeida. «No ha existido el menor gesto de empatía porque no tiene remordimiento, no le sale».
La abogada de la acusación, Alicia Redondo, pide la misma condena aunque ha variado sus conclusiones. Ha recordado al Jurado que Álex era «un niño de 9 años y sin ninguna posibilidad de defensa». No hay ninguna atenuante, ha dicho. «Lo abordó y lo engañó, lo convenció. Álex no tuvo escapatoria en aquella vivienda».
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Su defensa ha vuelto a pedir la libre absolución y en caso de condena que se le aplique la atenuante de reparación del daño y la atenuante de confesión, de ahí el bochornoso alegato de su cliente.
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