El padre del niño de Lardero: «Estamos muertos en vida»
Los forenses certifican que Álex sufrió «una brutalidad extrema» y que intentó huir
El pederasta de Lardero echa la culpa al pequeño Álex en el juicio: «Yo no le forcé. Fue todo colaboración»
Madrid
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Iniciar sesión«Estamos muertos en vida». David, el padre del pequeño Álex, asesinado por el pederasta de Lardero, ha resumido este miércoles en esa frase como un aldabonazo la tragedia en la que habitan él y su familia desde el crimen del niño. «Nos ... han quitado la alegría», ha respondido a su abogada, roto, balbuceando, sentado a un metro escaso de Francisco Javier Almeida, el hombre que les arrebató todo. «Aquí todo el mundo se hace cargo del estado de los padres, por favor, letrada, ya está bien», ha cortado en seco el magistrado, pese a la importancia de evidenciar el daño moral.
El padre ha relatado que aquella tarde del 28 de octubre de 2021 estaban con una pareja de amigos y sus niños en el merendero del parque, ha detallado el disfraz que llevaba Álex y como el niño quiso salir un momento a despedirse de «sus amiguitos», en esa misma plaza. Al cabo de unos minutos brevísimos la niña que lo acompañaba entró diciendo que a Álex «se lo había llevado un señor». Lo que ocurrió después es conocido, aunque narrado por ese padre hiela la sangre. La búsqueda desesperada, la llegada de la Policía, cómo fue a dar unas vueltas a ver si lo veía y al regresar oyó que habían encontrado a su hijo. Corrió y lo vio en el portal, con su mujer allí implorando un imposible, y un policía intentando reanimar a Álex. «Esto no debería haber ocurrido», ha murmurado el testigo devastado. Él no cree que su hijo se fuera con Almeida porque lo convenciera con el cebo del perrito. «Aunque le gustaban los animales era un niño muy miedoso».
Fue un testimonio sobrecogedor, pero además han declarado otros seis testigos, entre ellos las madres de varios menores que aquella noche guiaron a la Policía hasta el piso de Almeida porque ya habían reparado en el hombre raro que los miraba en el parque.
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Las forenses que participaron en el levantamiento del cadáver y le hicieron la autopsia explicaron que Álex murió por asfixia con una «brutalidad extrema, sin ninguna duda», y que la pérdida de conocimiento se dilató en el tiempo. Las peritos recurrieron a las fotos del cuerpo que Almeida miró con fijeza. Los restos biológicos del acusado no dejan duda sobre la agresión sexual que se le imputa. El niño, además, detallaron las forenses presentaba lesiones llamativas y atípicas, producto de esa brutalidad. Intentó huir, dijeron, y eso se desprende de las marcas que indican que el agresor lo agarró por la muñeca y tiró; también le agarró la cara de frente y lo inmovilizó. La muerte, ha explicado una de las forenses, no fue inmediata porque, de quererlo, no le habría dejado holgura durante la asfixia, es decir, prolongó la agonía.
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