Pacíficos dentro, de alto riesgo fuera: las vidas tras los muros de la cárcel de Herrera de la Mancha

La prisión de Herrera de la Mancha, donde ha cumplido la mayor parte de su pena, es uno de esos centros penitenciarios rodeado de leyenda. Con aproximadamente 400 internos, detrás de sus muros han pasado muchos años un buen número de los presos que, como Ferrándiz, han protagonizado la historia más dura, cruel y sanguinaria de España. Durante bastantes años allí estuvieron ingresados decenas de etarras; luego se 'especializó' en los asesinos más siniestros, los violadores más crueles, casi todos muy mediáticos, que se mezclan con una población reclusa que en buena medida responde al entorno rural en el que está enclavada la prisión, en el término municipal de Manzanares, en la provincia de Ciudad Real.

De forma oficial, la Secretaría General de Instituciones Penitenciarias niega la mayor; es decir, asegura que no hay en esa prisión una concentración llamativa de internos con ese perfil. Sostiene la afirmación con un dato: los 34 condenados a prisión permanente revisable que hay en nuestro país están repartidos en 25 centros.

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La cifra, sin embargo, no tiene en cuenta que antes de que la última reforma del Código Penal entrara en vigor ya un buen número de estos delincuentes cumplían condena en Herrera de la Mancha. Es significativo, por ejemplo, que de allí salieran en noviembre de 2013 peligrosos criminales que se beneficiaron de la derogación de la doctrina Parot como Miguel Ricart, asesino de las niñas de Alcácer; Juan Manuel Valentín Tejero, que violó y mató a la niña de 9 años Olga Sangrador y fue autor de varias agresiones sexuales más a menores; Pablo García Ribado, el 'violador del portal', condenado por 74 agresiones sexuales o Emilio Muñoz Guadix, secuestrador y asesino de la joven madrileña Anabel Segura.

Pero además de esta realidad, fuentes de Prisiones de la máxima solvencia consultadas por ABC confirman esa concentración de delincuentes con este perfil en ese centro penitenciario. Y aportan, además, algunas claves que lo explican. La primera, el tipo de población reclusa de esta prisión, en la que hay un buen número de internos con delitos propios de un entorno rural, además de tráfico de drogas, por lo general poco conflictivos. Eso facilita la adaptación a la prisión de esos internos con terribles historiales delictivos a sus espaldas; se sienten seguros y les es fácil mimetizarse con sus compañeros. En segundo lugar, no menos importante, los medios de comunicación de la provincia no se hacen demasiado eco de su presencia allí, lo que hace que estos criminales estén más protegidos en ese sentido. Y en tercer lugar, la experiencia acumulada al cabo de los años lo ha convertido, quizá por inercia, en un centro de referencia en este aspecto.

Una 'clientela' singular

Asesino de los niños de Huelva

José Bretón

Cumple condena de 25 años por matar a sus hijos Ruth y José en octubre de 2011

Asesino en serie

Joaquín Ferrándiz

Asesino de cinco mujeres en Castellón, sale en libertad el próximo sábado tras 25 años

Asesino de Marta del Castillo

Miguel Carcaño

En enero de 2009 mató a la joven sevillana. Fue condenado a 21 años de prisión

Asesino de dos jóvenes

Tony Alexander King

Asesino de Rocío Wanninkhof y Sonia Carabantes, no saldrá de prisión hasta 2033

Doble asesino de Cuenca

Sergio Morate

El asesino de Marina Okarynska y Laura del Hoyo en 2017, está condenado a 48 años de prisión

Pederasta de Ciudad Lineal

Antonio Ortiz

Cumple una condena de 70 años por agredir sexualmente a cuatro niñas en Madrid

«Cuando dejó de serlo de etarras -explican las fuentes Penitenciarias consultadas- se extendió la idea de que era un centro de máxima seguridad, cuando lo cierto es que no es un centro tipo ni tiene todas las características necesarias para que pueda ser catalogado como tal. Pero sus buenos resultados con los terroristas hizo que poco a poco se trasladaran hasta allí a estos presos peligrosos, sobre todo porque se vio que a pesar de esa concentración no aumentaba la conflictividad».

Ello se debe, en buena medida, a que este tipo de individuos en prisión no suele ser gente inadaptada, violenta, no quiere hacer ruido: «Entran en prisión con miedo y se muestran sumisos, muy respetuosos con las reglas y los funcionarios. La mayoría no tiene vinculación alguna con Ciudad Real y muy pocos de ellos reciben visitas de sus familiares, entre otras cosas porque está a más de 20 kilómetros de Manzanares».

Con el tiempo se les da un destino remunerado, entre otras cosas porque así pueden empezar a pagar, aunque sea mínimamente, la responsabilidad civil. Miguel Ricart, por ejemplo, era repartidor de comida y se le podía ver por todo el centro vestido con delantal y gorro; y está el caso de un recluso conocido como Bruce, que violó a una indigente y ejercía de ayudante del monitor deportivo, aunque en realidad era él quien coordinaba los equipos de fútbol y baloncesto y llevaba el gimnasio porque el responsable de esa actividad tenía plena confianza en él.

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Mañana llega a las librerías 'El crimen de la peregrina', de la colección 'Sin ficción' (Editorial Alrevés) y escrito por Pablo Muñoz, que reconstruye la investigación del crimen de la norteamericana Denise Pikka Thiem ocurrido en 2015 en el Camino de Santiago. A continuación, un extracto del primer capítulo

«También hacen cursos formativos, de peluquería, jardinería, fontanería o de pintor, y algunos están encargados de talleres ocupacionales, porque tienen un cierto nivel de preparación». Por ejemplo, Tony Alexander King, asesino de Rocío Wanninkhof y Sonia Carabantes, escribió una novela cuando estaba en aislamiento.

Las características de la plantilla de Herrera de la Mancha explican también la baja conflictividad del centro. Estable, de la zona, el que pide ir a trabajar allí es porque vive en los alrededores y no va a pedir cambiar de destino, lo que hace que tengan mucha experiencia en el trato con tan singulares 'clientes'. «Consideran que la prisión es su casa, son veteranos, gente sencilla y noble, de entorno rural que lo que quiere es jubilarse allí... Saben muy bien lo que hacen, cómo tratar a cada uno, y así es fácil que las cosas funcionen».

Dentro de la cárcel, este tipo de delincuentes no está en el mismo módulo, o al menos no todos en uno. Tampoco hay plan específico para ellos, aunque al tener condenas tan largas no es eficaz incluirlos en los programas de tratamiento hasta que están en el último tramo de ellas. Sobre todo, porque hay escasez de recursos, como lo demuestra el hecho de que en Herrera de la Mancha hay un único psicólogo.

Esta prisión, construida en 1979 ya con los criterios que recogía la Ley General Penitenciaria -estar lejos de las poblaciones, tener módulos independientes para separar a los internos según sus perfiles, espacios para tratamiento...- acoge a todo tipo de población reclusa: primarios, preventivos, reincidentes, criminales peligrosos...

Lo que extramuros de Herrera de la Mancha se ve como excepcional allí se percibe como normal. «Para estos reclusos peligrosos, con una larguísima condena por delante, la vida se detiene detrás de los muros de prisión. Cuando salen de allí no tienen dónde ir, salen de una situación de 'muerte civil'. No saben hacer nada, dónde buscar casa o encontrar trabajo, su desorientación es total en un mundo que ya no conocen».

Los permisos previos al cumplimiento de la pena tratan de amortiguar este choque. Ferrándiz, por ejemplo, que está apoyado por una ONG religiosa, ha disfrutado de varios sin novedad. En Valdepeñas unos religiosos tenían un piso que pagaba el Ayuntamiento para estas situaciones, pero los vecinos protestaron y hubo que cerrarlo.

El pronóstico de reinserción de estos individuos es incierto: «Forman parte de un grupo resistente con riesgo alto, con perfil muy psicopático. Sus delitos son muy perversos; hay que ser muy malo para hacer esas cosas, así que recuperarles es complicado». Pero hay que intentarlo, porque antes o después estarán en la calle. Como Joaquín Ferrándiz.