El asesino en serie de cinco mujeres que saldrá en libertad en España en los próximos días
Joaquín Ferrandiz, conocido como «el depredador de Castellón», abandonará la cárcel de Herrera de la Mancha el próximo 22 de julio tras 25 años encerrado
Joaquín Ferrándiz cuenta desde la cárcel cómo vivió los asesinatos que cometió en Castellón entre 1995 y 1996: «No sé qué cara tenían las víctimas»
VALENCIA
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Iniciar sesiónVestía impecable, se mostraba como un joven atractivo y encantador y disfrutaba de su trabajo como vendedor de seguros de coches. Bajo esta apariencia de «persona normal», sin alardes de llamar la atención, se escondía «un cazador solitario de doble vida», según lo definió ABC ... el día que fue detenido por segunda vez. Joaquín Ferrandiz había asesinado a cinco mujeres después de violarlas, estrangularlas y golpearlas. Ahora, dos décadas y un lustro después, volverá a pisar la calle con total libertad.
La excarcelación del apodado «depredador de Castellón» se efectuará el próximo sábado 22 de julio, día en el que abandonará la prisión de Herrera de la Mancha (Ciudad Real) tras cumplir el máximo de 25 años entre rejas estipulado por el Código Penal, pese a que fue condenado a 69 en enero del 2000.
En una reciente entrevista difundida por RTVE, la primera que concede en todo este periplo, el peligroso asesino en serie reconoció que «no sabía qué cara tenían sus víctimas». «En ese momento no se piensa, es como un autómata. La mente no da para más y yo creo que se puede tender a hacerlo más fácil», relató.
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Una vez deje atrás su etapa en prisión, Ferrandiz no podrá residir durante cinco años en las localidades de Castellón, Benicàssim, Onda y Villarreal, donde perpetró los macabros crímenes. De hecho, fuentes cercanas al entorno del reo que ya ha disfrutado de permisos penitenciarios en el último año, apuntan a que podría marcharse a vivir al extranjero para evitar la exposición mediática.
Durante su estancia en la cárcel de Manzanares, se le ha considerado como un «preso modélico», incluso ha preparado su reinserción con una ONG religiosa durante los últimos años. No obstante, desde el mismo centro avisan de que no ha participado en terapias ni en programas orientadas a su resocialización, condición que incrementa la incertidumbre entre los familiares de las víctimas y los ciudadanos de la provincia de Castellón.
De hecho, este comportamiento «ejemplar» ya le sirvió para salir de la prisión en 1995 tras cumplir seis años de catorce de una primera condena por atropellar a una joven de 18 años y llevarla a una zona aislada para violarla. Un modus operandi que replicó a los pocos meses de obtener la libertad condicional para matar a Sonia Rubio, la primera de sus cinco víctimas.
«Eran mujeres y quería hacerles daño. De algún modo me satisfacía hacerlo, aunque me parezca increíble que esto pueda haber sucedido. Creo que necesitaba demostrar que las odiaba, que tenían que pagar una culpa. No me habían hecho nada personalmente, pero quería destruirlas. Esa capacidad era para mí algo irresistible», narró el propio 'asesino del círculo' ante el juez de instrucción.
Mismo modus operandi para cinco crímenes
Sonia Rubio, una profesora de 25 años que daba clases de inglés, salía aquel 2 de julio de 1995 de una discoteca de Benicàssim cuando se topó en su camino con Joaquín Ferrandiz. Pretendía recorrer el kilómetro de distancia entre el establecimiento de ocio nocturno y su apartamento andando, pero nunca llegó. Su cuerpo fue hallado cuatro meses después escondido entre unos arbustos, medio desnudo, con las manos atadas y la boca cubierta con cinta adhesiva.
Tras ella, llegaron Natalia Archelós, Francisca Salas y Mercedes Vélez. Tres jóvenes de menos de 25 años, prostituidas en la zona de Vora Viu, que sufrieron el mismo destino que Sonia. Sus cadáveres esqueléticos se descubrieron en la orilla de un río cercano a Villarreal en 1996, A la primera la asfixió con una de las perneras de sus mallas; y a la segunda y a la tercera, con sus propias manos. Por sus asesinatos se detuvo a un camionero que fue encarcelado durante cinco meses hasta que se demostró la culpabilidad de Ferrandiz.
En febrero de 1997, apareció un quinto cadáver en una balsa ubicada en el término municipal de Onda. Era el de Sandra García, otra joven de 25 años, con la que había mantenido relaciones consentidas meses atrás. «Le golpeó la cabeza y el rostro con una piedra envuelta en una toalla y utilizó el propio sujetador para atarle las manos por detrás de su propio cuerpo, procediendo en esa situación el acusado a estrangularla con sus manos provocándole la muerte por asfixia», se apuntaba en la sentencia.
Fue la operación 'Bola de cristal', encabezada por la UCO de la Guardia Civil, la que conecta los puntos entre los cinco asesinatos y trata el perfil de un asesino en serie catalogado como un «psicópata». Incluso, en 1998, intentó dos últimos crímenes con sendas jóvenes de 19 y 20 años, pero no resultaron de la misma manera que los anteriores. No obstante, la Benemérita ya seguía al detalle sus movimientos y pudo detenerlo cuando transportaba a una de ellas al Hospital General de Castellón que volcó con su turismo cuando fue asaltada por el criminal.
En el fallo que condenó a Ferrandiz, también quedó reflejado que «padecía al tiempo de los hechos un trastorno de la personalidad polimorfo, que no le impedía gobernarse por sí mismo, en cuanto que entiende normalmente el contenido y sentido de las normas y tiene capacidad para ajustarse a ellas». Ahora, 25 años después y tras cumplir el máximo tiempo de condena estipulado por ley, vuelve a la calle.
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