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«Aquí perdí la vergüenza de acudir a un comedor social»

Cada día tres decenas de voluntarios acompañan y dan de comer a cientos de personas. Entramos en el comedor de San Juan Bautista de la Orden de Malta, en La Ventilla, un espacio de generosidad con la precisión de un reloj suizo

El trayecto más difícil de los 'riders': «Como en la iglesia para subsistir»

Interior del comedor durante el servicio Ángel de Antonio
Isabel Gutiérrez Rico

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«tarde movidita. Nueve voluntarios por la mañana y veintidós por la tarde. Sin incidencias reseñables salvo las propias en el control de acceso. Cientos de comidas servidas. Pasta con 'putanesca' y pollo, empanadas, sándwiches, tortilla española, salados varios, dulces varios, fruta, yogur, helado, café, ' ... colacao', té e infusiones. El pollo les ha encantado, ¡enhorabuena a las cocineras!».

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