Un Metro en manos de soldados

En 1976, una «huelga salvaje» como la de esta semana puso al Ejército al frente del servicio

ABC

ISRAEL VIANA

«Las personas que esta mañana iban a tomar el Metro se encontraron con la sorpresa de que en algunas estaciones, aunque abiertas, no había personal; en otras, un policía informaba de que no funcionaba, y otras aparecían cerradas con cadenas». Así comenzaba el artículo ... de ABC en el que se informaba de la repentina huelga iniciada por los empleados del Metro en enero de 1976.

En aquella ocasión, los trabajadores también incumplieron los servicios mínimos durante dos días, sumiendo a Madrid en un caos similar al que esta semana afectaba a la capital, con autobuses atestados, atascos interminables... y cerca de dos millones de pasajeros deseando que aquello acabara pronto. El conflicto comenzaba el 5 de enero tras una reunión de 400 operarios en Plaza de Castilla. Pedían una paga extra de 15.000 pesetas a cuenta del beneficio obtenido por el incremento del precio de los billetes en agosto de 1975, que la Seguridad Social corriera a cargo de la empresa y que se redujera la jornada de 44 a 40 horas semanales.

Tras cinco meses de negociaciones, los 4.000 empleados de la Compañía Metropolitana decidían pasar a la acción. El día de Reyes, tan sólo unos pocos taquilleros y jefes de estación se presentaban en su puesto. El servicio era imposible y las estaciones cerraron. A lo largo de la Democracia, sólo ha ocurrido en tres ocasiones: febrero de 1984, enero de 1991 y esta semana. La empresa temblaba. El 6 de enero del año anterior, el Metro había dado servicio a 767.000 personas y recaudado más de cinco millones de pesetas. Un día de diario de invierno se llegaba a los dos millones de pasajeros.

Huelga «ilegal»

El Gobierno declaraba la huelga «ilegal» y el Consejo de Ministros se reunía en sesión extraordinaria. El Ministerio de Educación aplazaba el comienzo de las clases de EGB, Bachillerato y Formación Profesional, y el día 7 los soldados de Ferrocarriles eran enviados, junto a la Policía Armada, a conducir los trenes después de hacer prácticas durante una hora.

Los empleados de la Compañía Metropolitana no se quedaban de brazos cruzados. Cerca de 2.000 se encerraban dos días en la iglesia de Nuestra Señora de Luján, en el barrio del Pilar, y un día después, 3.000 celebraban una Asamblea en la iglesia del Dulce Nombre de María, en Vallecas, donde decidían continuar con la huelga. Una huelga histórica que acababa el 9 de enero, bajo el acuerdo de que no se adoptarían represalias contra los trabajadores y se garantizarían el inmediato inicio de negociaciones.

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