Jaume Vives: «En Madrid no existe esa niebla amarilla que te nubla el pensamiento»
COLONOS
Para él, la capital no ha perdido identidad. Ha fundado el concepto de 'salchichería cultural' con vocación de foro de debate
MADRID
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Iniciar sesiónSe dice de él mismo que es un 'cul inquiet', un culo inquieto en 'polaco': un nervio y hasta un renacentista del tiempo que le ha tocado vivir. Lo mismo hace un reportaje del lumpenproletariado de Barcelona, que se va a Irak a escribir sobre ... la persecución a los cristianos. O, en pleno 'procés', hace tronar el himno nacional cuando las cacerolas. El pensamiento le va más rápido que la palabra -y ya es decir- a este fundador de esa respuesta cachonda de la sociedad civil de su tierra que es Tabarnia.
Su Madrid es el todo Madrid, el de las largas noches de autobús desde la Ciudad Condal con desayuno en aquel Hontanares que había por la avenida de América. Como catalán, y casi como Unamuno, es doblemente español, y lleva su otra lengua a gala, en los ambientes familiares y hasta con el entrevistador, que algo ha pateado el norte del Ebro y le incita a usar el catalán por momentos.
Madrid ahora es su casa porque vive en Madrid, pero esta obviedad se complementa con un orgullo de su región por cuanto el español que se precie «debe ser español de algún sitio»; en su caso, claro, de Cataluña. Ahora ha montado un centro cultural por Moncloa que es, también y principalmente, una salchichería donde ha puesto sus afanes. Y una pica en Flandes.
— ¿Qué nos queda del puente aéreo? En lo moral, digo.
Nos queda poco. Han convertido lo catalán en arma arrojadiza, un éxito de unos y de otros; algunos equivocados han caído en la trampa. Eso es una pena. No hay españoles de ninguna parte. Todos somos españoles de algún sitio del país. Creo que el 'procés' ha generado rechazos a cosas que no son malas de por sí, como el idioma. De hecho, procuro que mis hijos, que están en Madrid, lo hablen. Tengo muchos tíos que no han nacido en Cataluña, que nacieron en Madrid y Pamplona, y entre ellos se comunican en catalán, lo que es un orgullo. Ahora todo está muy viciado.
—¿Su primera foto matritense?
La de lo que tenía que hacer para llegar. Coger un bus de Alsa de ocho horas. Con catorce o quince años. Venía a ver a la familia. También tuve una novia madrileña con 17-18 años. Mi recuerdo es salir de Barcelona a las doce de la noche, llegar a Avenida de América a las siete de la mañana e ir a un Hontanares a desayunar.
—¿Y cuándo se hace madrileño oficial?
Nunca voy a ser madrileño, soy un catalán supercontento en Madrid.
—Va con segundas. Si le digo Madrid, usted me dice...
Digo menos control porque estaba lejos de casa. Era algo especial, iba a ver a mis amigos. Te encontrabas también con gente que venía de Sevilla o de otros lugares. Era como un niño pequeño que se iba de aventura. También es verdad que Madrid es gigante. Me impresionó en su momento.
—¿Y eso que cuentan de la libertad por estos lares?
Eso son chorradas. Es verdad que aquí hubo más ayudas a la hostelería. Pero por norma general no es tan diferente al resto de España. Todos pecan de una idea equivocada de la libertad, que es la libertad liberal.
—¿Se puede ser catalán y madrileño? Así, a la vez...
Soy un catalán que vive en Madrid, Madrid ahora es mi casa. Tengo aquí algo de familia. Pero mis raíces son de Barcelona.
—Siempre pedimos un 'pero'
De momento no tengo quejas...
—Entonces, ¿en qué momento está Madrid?.
No sabría contestarte... En cualquier caso, mejor que Barcelona en aspectos como cultura, seguridad...
—Barcelona tuvo su época. ¿Qué tiene una ciudad de otra?
Diría que Madrid es más elegante. Barcelona es más hortera, pero las modas en el ocio o en el vestir son similares. En Barcelona es algo más cutre. En Barcelona hay una niebla que te nubla el pensamiento. Una niebla amarilla en la que parece que no hay vida más allá. En Madrid no hay esa niebla. En Madrid te das cuenta de que la realidad es mucho más rica y compleja. Allí estaba bloqueado, aquí me sobran temas sobre los que escribir.
—Deme un sitio que 'le ponga' especialmente
Lo que me gusta de Madrid no es un sitio, sino una sensación y es que desde el minuto uno ya eres de aquí.
—Le he preguntado uno... Oiga, ¿Madrid tiene identidad?
Sí. Es bonita. Hay tiendas de boinas que no se dejan atrapar por la decadencia. No son recuerdos de un pasado mejor. Siguen formando parte del presente. Eso está muy bien. Y hay varios rinconcitos de esos en Madrid que aún no han ocupado las grandes superficies.
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—Entonces, 'Madrit' no era el Diablo...
No.
—¿Cómo fue lo de abrir una salchichería en Moncloa?
En Barcelona funcionaba y en Madrid no había ningún sitio de salchichas bien hechas y decidimos probar. También haremos presentaciones de libros, un lugar para reunirse. Dijimos de probar con esto y creemos que hacemos un bien. Es algo que yo comería en casa. Es un lugar para hablar, reunirse. Eso promovemos. Lo pensamos, y mi mujer y yo estuvimos de acuerdo y empezamos a montarlo. Estamos muy contentos.
—¿Madrid para siempre?
Creo que no. Yo vine para unos pocos años y sé que me quedan cuatro o cinco más aquí. Llevo tres años diciendo que me quedan cuatro o cinco años en Madrid.
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