Marta Belenguer: «Madrid te exige mucha energía y te puede matar de agotamiento»

Valenciana, no extraña demasiado su terruño, acaso porque la vida del actor lleva y trae aunque su ciudad sea Madrid, el Madrid de la otra orilla del Manzanares/East River. Su rostro es popular desde antes de 'Camera Café', quizá porque su debut casual en televisión y en Madrid fue en aquel fenómeno de un tiempo y un país: la 'Farmacia de Guardia' del irrepetible Antonio Mercero. Allí coincidió con Carlos Larrañaga y sus galanuras, y ahora comparte cartel con su hijo Luis Merlo. Casualidades de la vida.

Belenguer tiene dos 'Madrides', el íntimo del centro, y el otro, de las altas torres. Y eso que su primera residencia en la Villa fue en la calle Preciados, el 'meollo del bollo'. Viviendo en los Carabancheles se siente feliz, y no cambia sus paseos por el parque de San Isidro, goyesco y recoleto.

— Digamos que no viene a Madrid de mocita...

Vine bastante mayor. Llegué con 28 años, en el verano de 1999. 

— ¿Había estado antes?

Sí. Antes había trabajado en Madrid en 'Farmacia de Guardia', pero vivía en Valencia. Me cogieron para hacer de protagonista de un capítulo que se llamaba 'Con la música a otra parte' y trabajaba con Carlos Larrañaga, con cuyo hijo comparto escena ahora. La vida...

— ¿Es usted de las que tenía la capital entre ceja y ceja?

Pues mira, lo he pensado muchas veces, estudié Arte Dramático porque quería hacer teatro más que nada en el mundo. Nunca mi intención fue hacer televisión. Surgió de repente y de forma inesperada. Y no, no pensaba vivir en Madrid. Formé una compañía en Valencia y mi deseo era hacer obras de teatro en mi tierra. Esto de la televisión fue casi anecdótico. Y me volví. Y no fue hasta cinco años más tarde cuando realmente me planteo Madrid en mi proyecto de vida. Pero así vienen las cosas.

— O sea, que se vino a la aventura...

Sí. Con una parte de compañeros de la compañía. Yo me resistí, primero porque tenía un novio. Pero finalmente me vine a probar con 400.000 pesetas ahorradas y la idea muy clara de que no iba a ser camarera. Si tengo que trabajar de camarera, me dije, me vuelvo a Valencia, porque allí con la compañía de teatro podía vivir. Con lo que vine me daba para mantenerme hasta enero. En diciembre, 'in extremis', hice un casting para 'La casa de los líos' y me cogieron. Con Arturo Fernández, Natalia Menéndez, Melani Olivares, Emma Ozores...

— Su primera coordenada en Madrid

El primer sitio que fue de verdad mi primer lugar era la calle Preciados. En un ático en el que alquilé la habitación. Una maravilla. Era precioso, con suelo de madera, una terraza deliciosa. Claro, yo bajaba a la calle y me sorprendía la gente. Era una sensación como de «uf, estoy en una ciudad enorme», aunque donde me movía me parecía un pueblito: el centro, Malasaña, La Latina. Es un sitio que puedes llegar a controlar aunque desconocía todo lo grande que era Madrid.

— ¿Qué no le gusta de Madrid?

Al principio me gustaba todo mucho. Me daba un poco de miedo la noche, eso sí. Era un poco hostil. También en Malasaña. Había prostitución... Los primeros meses no salía mucho por la noche. Siempre he sido una persona miedosa o prudente. Luego he visto el cambio. He vivido en Malasaña y me ha gustado. Ahora llevo 20 años viviendo en Carabanchel. En general Madrid me encanta. Soy muy fan de Madrid. De sentirse de aquí sin ser de aquí. Al menos, esa ha sido mi experiencia, en la que me he sentido muy arropada. 

— ¿Cuál es su sitio ahora?

Tengo una amiga de Nueva York que me decía que mi sitio está como al otro lado del río, que es Brooklyn. Cuando pasas Pirámides... El parque de San Isidro me gusta mucho. 

— ¿Es obligatorio hacer la mili en la capital?

Para el audiovisual sí. Es imprescindible pasar por Madrid. Es complicado no hacerlo. Quizá ha cambiado, ahora Galicia y Cataluña tienen una producción audiovisual potente. También País Vasco. Pero para hacer una carrera nacional hay que pasar por Madrid.

— De malagueño a levantina, ¿es Madrid mediterráneo?

Yo me he rodeado de valencianos. Muchos de mis amigos de Valencia que han venido a Madrid están a mí alrededor, pero a Madrid no le veo lo mediterráneo.

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— Una obra de teatro que le evoque la ciudad.

Aunque sea una película, diría que 'Danzad, danzad, malditos'. Me ha venido eso a la cabeza porque Madrid requiere mucha energía. También cansa y puede llegar a matar de agotamiento. Pero me ha venido eso a la cabeza porque yo cuando llegué vine con mucha energía, y aún la tengo, aunque con la edad más calmada. Esta ciudad, si no tienes mucha energía, te acaba comiendo. 

— ¿Para desconectar, Valencia?

Para desconectar, el mar. Aquí, es verdad, falta el mar. Vengo de estar en unas vacaciones con mar. Eso me recarga mucho porque aquí da pereza el asfalto, la sequedad, el trabajo.

— ¿Madrid hasta el fin?

Hasta que cumpla los setenta, cuando volveré a Valencia.