El Encinar, donde anochece más despacio
BAJO CIELO
El demonio entra por los lugares más insospechados, y todo ese verde bien podado y esas urbanizaciones con dos piscinas se vuelven un lugar inhóspito y hostil
El fin de los barrios en ese nuevo Starbucks
Madrid
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónMe comentaba, Jon Juaristi, que desde Plaza Castilla se coge el 'Puigdemont', el bus 155, para ir hasta el Soto de la Moraleja y El Encinar. Esa parte de la ciudad es un refugio seguro, alejado de presiones y ruido, un paraíso dentro de la ... ciudad que refresca las noches de verano y actúa de bunker para que las infancias se desteten seguras y controladas: colegios privados, centros comerciales propios, porteros de seguridad 24/7, vecinos de confianza… Se respira un relevo generacional, pues muchos matrimonios jóvenes comienzan la aventura de la familia en pisos y urbanizaciones que tienen su edad, y también en promociones que vencen terrenos que fueron parques infantiles o descampados áridos de cuando todo crecía más despacio. Llegan nuevas gentes que ganan seis cifras con hijos pequeños y grandes ilusiones. Dan lo mejor a los suyos, coles, extraescolares a caballo, el sueño de las noches de verano en la piscina, mientras papá y mamá reciben amigos, un gintonic y otra pareja que esperan al cuarto para noviembre; bandeja de quesos, un tequila importado, los campamentos, un viaje relámpago. Trabajan duro para tenerlo bien montado.
Luego resulta que uno no está salvo en ningún sitio. Tampoco entre los verdes más frondosos del norte de nuestro Madrid, éste de viviendas unifamiliares y urbanizaciones setenteras de buen ladrillo y zonas amplias; éste al que llegaron porque siempre vivieron en las afueras, o porque encuentran sus expectativas de mejorar lo que tuvieron; este Madrid fuera de Madrid que garantiza el bienestar, la calidad, el sosiego…
A medida que estas zonas de Madrid crecieron, los empresarios que educan vieron el filón de abrir colegios privados, que replicaban en otras zonas residenciales de parné como en Pozuelo, Boadilla del Monte o Majadahonda. De este modo, algunos imperios educativos llegaron a tener dos, tres y hasta cuatro centros en las mejores zonas del Madrid residencial.
Las dos ciudades que separa el Metro de Madrid
Alfonso J. UssíaUn viaje en Metro tiene algo de mágico porque entras en una ciudad y sales en otra. Es como un viaje en el mismo tiempo, pero con un fondo distinto
Este hecho no pasó desapercibido para algunas órdenes religiosas que comprendieron muy pronto que, para tener influencia en la sociedad, debían educar a los hijos del dinero, a todos aquellos retoños de los que buscaban en estos refugios tranquilidad y seguridad. Ese deseo de exclusividad también era la estrategia de expansión de órdenes como Los Legionarios de Cristo, que imitaron la expansión adinerada de otras como el Opus Dei. Se trata de ir afianzando relaciones con los que controlarán el dinero de mañana, educando a sus hijos, recibiendo alguna que otra donación, enrolándoles poco a poco y ejerciendo, al toque, una influencia que después se hará más notoria a medida que la propia vida les va permitiendo acercarse más y más: una extremaunción al padre, una misa funeral por aquella abuela, otra primera comunión… Y de este modo empiezan a convertirse en las personas de confianza de la familia, las que están en los momentos difíciles, pero también en las grandes ocasiones. Celebran la boda del chico, dan el curso prematrimonial a la hija…
Lo imposible
Pero luego resulta que el demonio entra por los lugares más insospechados y aparece el caso de un tipo como el padre Marcelino, un miembro de la Legión de Cristo que llevaba años abusando sexualmente de niñas en uno de los centros privados que esta orden tiene desplegados por las zonas más caras de Madrid. Ni siquiera sus ansias de controlar la infancia de los niños ricos, fue suficiente para evitar los delirios de un verdadero hijo de puta que ha perturbado la vida de unos niños por ser un demonio vestido con sotana. Entonces, todo ese verde bien podado, todas esas urbanizaciones con dos piscinas y garajes llenos de enchufes para coches eléctricos, se vuelven un lugar inhóspito y hostil, una especie de cárcel en la que solo se habla de una cosa: ¿a tu hijo le ha pasado también?
¿Cómo imaginar que en un sitio como éste ocurrieran esas barbaridades? Todos los padres vinieron aquí para darles lo mejor a sus hijos. Resulta que entre las burbujas y el olor a hierba recién cortada, el peor de los delitos tenía encubridores, directores y superiores que sabían lo que pasaba. Y uno espera desde fuera, que la peor de las sentencias caiga sobre todos aquellos que permitieron que esto pasara. Y para el otro, para el curita de sonrisa pícara y alma negra, que le caiga un rayo sobre su cabeza.
El Encinar es un Madrid en el que anochece más despacio. Y muchos niños no quieren que se apague la luz del todo.
Límite de sesiones alcanzadas
- El acceso al contenido Premium está abierto por cortesía del establecimiento donde te encuentras, pero ahora mismo hay demasiados usuarios conectados a la vez. Por favor, inténtalo pasados unos minutos.
Has superado el límite de sesiones
- Sólo puedes tener tres sesiones iniciadas a la vez. Hemos cerrado la sesión más antigua para que sigas navegando sin límites en el resto.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónEsta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete