Crecen un 58 por ciento las agresiones a profesionales sanitarios en Madrid tras la pandemia

Los datos son alarmantes: 70 agresiones denunciadas por médicos colegiados en el año 2023, dos de baja este año por este motivo, 30 enfermeras que han interpuesto denuncia por el mismo motivo, y unos 74 farmacéuticos. Y en todos los casos, esto es sólo la punta del iceberg de un problema mucho más profundo, porque los porcentajes de denuncias son bajísimos: del 11 por ciento entre las enfermeras, y del 5 por ciento en las farmacias.

Las causas de estas situaciones violentas son varias: por un lado, están las que tienen que ver con causas asistenciales, como las discrepancias en la atención recibida, en el enfoque, en el tratamiento; en otros, el problema viene cuando el paciente quiere recibir una baja laboral y el médico decide que no debe dársela, o cuando pide una determinada discapacidad y el facultativo no la considera adecuada.

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También hay ocasiones en que el problema se produce por la tardanza en ser atendido, o por el incorrecto funcionamiento de un centro sanitario. o por percibir una sensación de desigualdad en el trato. Pero en muchos casos, la causa fundamental de la agresión es la enfermedad mental del paciente.

«No hay una única causa; no sólo tiene que ver con la degradación del sistema o la falta de personal; también con otros asuntos como los recursos a los que creemos que tenemos derecho», explican.

La mayor parte de los agresores son hombres, y la mayoría de las agredidas, mujeres: médicos, enfermeras, farmacéuticas... con una excepción: las odontólogas, que suelen ser mujeres y acostumbran a ser agredidas, cuando esto ocurre, por otras mujeres, las mamás que llevan a los niños a consulta.

Los profesionales sanitarios arrancan una campaña informativa bajo el lema: «¿Recuerdas los aplausos?» con la que quieren concienciar a la sociedad con este problema, y también sensibilizar a los profesionales de lo necesario que es denunciar.

Del total de agresiones, un 80 por ciento son verbales, y el resto físicas. Los profesionales sanitarios tienen sus particulares mañas para reducir el riesgo, como estar acompañados ante casos que prevén complicados, dejar la puerta abierta, usar los botones del pánico que hay en algunas consultas, o la puerta lateral a otro despacho que les sirve como vía de escape alternativa. Pero cuando hacen visitas a domicilio, todo esto desaparece: ese es uno de los entornos más inseguros, porque una vez cerrada la puerta, están solos ante la situación que se de.