CARTAS AL ALCALDE
La vida vertical
En el Siglo de Oro hubo un 'boom' inmobiliario de mucho alboroto
Un edén que no existe
MADRID
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Iniciar sesiónTerciada la calle Mayor, ahí en el número 61, un edificio reúne el honor exótico de ser el más estrecho de fachada de la ciudad. Ahí vivió Don Pedro Calderón de la Barca, según placa conmemorativa.
Este honor exótico, el de la fachada ... delgadísima, se viene perpetuando entre guías de toda índole, incluyendo a los guías matinales del 'turisteo' internacional de la zona, pero no es, en rigor, la fachada más estrecha de Madrid, aunque sí la más famosa, a propósito de las dimensiones angostas.
La más estrecha queda cerca, en la calle Postas. Y también cerca, en la misma calle Mayor, en el número 57, hay una casa que sólo tiene tres metros y medio de fachada, superando en brevedad el domicilio famoso de Calderón de la Barca.
Qué Madrid, alcalde, qué insólito Madrid irrepetible. El edificio de la calle Postas tiene tan sólo tres metros y doce centímetros de anchura. Aloja un establecimiento de artículos religiosos. Se trata de la tienda centenaria «Sobrinos de Pérez», que sale mencionada en 'Fortunata y Jacinta', por cierto, aquel tocho célebre de Don Benito Pérez Galdós.
Para acceder a los pisos superiores, hay que usar una escalera alojada dentro del propio comercio. La casa de Mayor 57 también gasta una escalera de acceso por el centro de la tienda, que no alcanza más de cuatro metros de fondo, por cierto.
Estamos hablando de unas edificaciones de distribución en vertical, donde a menudo la planta baja es un comercio, la primera planta una habitación y las dos plantas siguientes una cocina y un baño, respectivamente.
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No arriesgo mucho si digo que hoy andan las plantas superiores fuera de uso. Hoy, estas edificaciones han quedado como rareza para viajeros y lujuria de hemeroteca, pero fueron frecuentes, o muy frecuentes, en el Madrid del Siglo de Oro, donde hubo un 'boom' inmobiliario de mucho alboroto.
De aquello quedan estas tres edificaciones glosadas. Calderón cumplió aquí los dieciocho años últimos de su vida, a mediados del XVII, cuando se instaló en la capital, recién nombrado capellán de honor del Rey Felipe IV. La calle Mayor era la vértebra urbana de mayor popularidad y prestigio. Un farde.
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