Cuando Madrid fue epicentro del boxeo mundial: 50 años del polémico combate Pedro Carrasco-Mando Ramos

La capital fue durante buena parte del siglo XX, y hasta la década de los ochenta, escenario de combates de leyenda. Hoy, ninguna placa recuerda esa etapa histórica del boxeo, un deporte que, en España, fue de masas

Pedro Carrasco, la «derrota triunfal» de un «campeón a la fuerza»

Mando Ramos y Pedro Carrasco en el Palacio de los Deportes JAIME PATO

Jesús Nieto Jurado

A escasos días de los cincuenta años del polémico combate con Mando Ramos en el Palacio de los Deportes , en el que Pedro Carrasco no recuperó el cinturón de Campeón del Mundo de peso ligero, Madrid guarda una memoria del ... boxeo a poco que se rasque. Oculta, eso sí, por la niebla del tiempo y, por qué no, por la pérdida de épica de un deporte, el único en el que no se juega y sí se combate. Dar guantazos, ponerse delante de una vaquilla, eran de las pocas manera que hubo en aquella España de espantar el hambre.

Cinco décadas es mucho tiempo, y es febril la mirada. Y aunque en el 72 el combate de marras fue en color, ese Madrid del Campo del Gas se intuye en blanco y negro. Acompaña a ABC en la ruta el célebre boxeador Jero García , un paseo que mezcla la nostalgia de un tiempo de linimento y guerreros que andaban sonados o centrados, por encima o por debajo de peso.

El ambigú y la chimenea

La primera parada es la del desaparecido Campo del Gas, donde Jero cuenta que por allí peloteaba El Plata Club de Fútbol y donde, con el buen tiempo, se instalaba un ring que alegraba las penas de ese Madrid que baja en hondonada a Embajadores. Los viernes había lucha libre y los sábados, boxeo. Lo escribió José Luis Garci en su libro 'Campo del Gas' y lo corrobora, de oídas, Jero. Como el mítico «ambigú del Bibi». Fue también por allí, por el Campo del Gas, donde a la salida del cine Jero pidió matrimonio a su esposa: un casamiento doble. Como matrimoniándose con el boxeo que fue.

Por edad, nuestro boxeador no pudo asistir a esos combates que tenían el fondo industrial de la chimenea gasística, ni el jolgorio de «las gentes que al rival que se caía» le instaban a volver al ring, como en Roma. Jero entrena campeones del mundo, y aun así, le embriaga la emoción en este punto de la capital. Algo telúrico recorre donde estuvo el Campo del Gas («una atmósfera seca como un buen Dry Martini», escribe José Luis Garci ). Quizá en conmemoración de aquel boxeo, Jero rodó un corto semiclandestino, 'Historias del parque', que es también un homenaje al boxeo que le llegó de oidas. Hoy un gimnasio esculpe cuerpos a base de puños al aire, y matrimonios jóvenes desconocen que pisan y habitan tierra santa del deporte español.

Del Campo del Gas al nuevo Circo Price, en la Ronda de Atocha, apenas hay 900 metros de distancia. El Price es circo, pero también, en su antigua ubicación en la Plaza del Rey, fue sustento de párpados rotos y mandíbulas desencajadas. Fue «el Madison Square Garden del hambre», según el urbanista Moreno Peralta .

Luis, madrileño de toda la vida, sí sabe que daban «las famosas matinales», con algo de boxeo «y lucha libre». Pero una vez más se vuelve a lo que le ha llegado, de alguien que le contó... mientras Jero sigue haciendo un viaje al interior de sí y de su boxeo. Grabándose en Instagram, quizá porque pocas veces va a tener la oportunidad de eso mismo: ir al corazón del Madrid histórico de su oficio por el que los ciudadanos pasan sin saber.

La demolición del Circo en los 70, su ubicación ya en el siglo XX, ejemplifican lo crucial de este reportaje: cierta desmemoria sobre un espectáculo que fue masivo en la capital. No obstante, nuestro paseante entre los espectros del boxeo matritense sí que rememora que toda esa zona del bajo Madrid y alrededores, sin embargo, estaba llena de pensiones baratas donde los púgiles dormían la gloria o las narices rotas. Fue el Price, y volvemos a la comparación de Moreno Peralta, «el Madison Square Garden del hambre». De una ciudad hambrienta también de mitos.

El Frontón, la Ferroviaria

La capital tuvo una larga teoría de lugares boxísticos: el Frontón de Doctor Cortezo, donde el reportero tuvo que preguntar y repreguntar entre farmacias antiguas y estancos más antiguos aún para que dieran el punto exacto: un hotel de nueva planta. O la sala de entrenamientos de La Ferroviaria (La Ferro), a la sazón varios pisos unidos, donde no se sabe cómo se colocó un ring, y no es difícil imaginar allí, en Amor de Dios 4, a todo el aparataje para el entrenamiento en un ejercicio de 'horror vacui'. Y a los hermanos Alfonso y Manolo del Río preparando a dos glorias: a Urtain y a Pedro Carrasco, gladiador que es percha de esta historia. Incluso allí, intuye Jero García, pudo rodarse esa españolada de ' Yo hice a Roque III '. Pajares , Esteso y Ozores .

Y luego el Palacio de los Deportes, antes de la reforma y el nombre comercial. En los bajos, un gimnasio de última tecnología que durante mucho tiempo, desde principios de los sesenta, adoptó a los boxeadores capitalinos. Lugar, también, donde arranca el espíritu de este reportaje: cuando frente al sentido común, Pedro Carrasco no arrebató el título mundial a Ramos. Tensión en los graderíos y el último día en que el onubense sería famoso por sus manos. De eso sí sabe Jero, su padre trabajó en el Palacio como camarero.

El fin de este recorrido ha de pasar indefectiblemente por la Monumental de Las Ventas, sede también de aquel boxeo que levantaba multitudes. A García se le escapan varios aldabonazos de poesía al pasar por el coso de Alcalá: «al madrileño se le permite caerse, pero jamás no levantarse». Porque frente a Las Ventas, la verdad desagradable asoma: un torero o un boxeador es «un hombre que vive de jugarse la vida». Lo improvisa donde ante 30.000 almas, muchos años atrás, el aragonés Ignacio Ara perdió a los puntos frente al francés Marcel Thi l el título mundial de los pesos medios.

Se ha recorrido junto al mediático Jero García un Madrid que ya no existe. No hay placas, y el presidente de la Federación Madrileña, Enrique Soria , que prepara la Historia del Boxeo en España en varios volúmenes, lo atribuye al desdén de ciertas autoridades.

Madrid fue epicentro del boxeo y, aunque no ha muerto la afición (3.380 licencias federativas de razón de ello) a nadie se le escapa una realidad,: qué solos se quedan los púgiles.

Y sus templos.

Artículo solo para suscriptores
Tu suscripción al mejor periodismo
Anual
Un año por 15€
110€ 15€ Después de 1 año, 110€/año
Mensual
5 meses por 1€/mes
10'99€ 1€ Después de 5 meses, 10,99€/mes

Renovación a precio de tarifa vigente | Cancela cuando quieras

Ver comentarios