Un corrimiento de tierras por agua pudo causar la explosión de la casa parroquial
Nueve días después se produjo otro escape en un edificio vecino y se descubrió la gran zanja
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Iniciar sesiónLa Policía Científica sigue investigando el trágico suceso que acabó con la vida de cuatro personas el 20 de enero en la Casa Parroquial de la Iglesia de la Paloma, en la calle de Toledo. Las pesquisas, aún sin terminar, apuntarían a un corrimiento de ... tierras iniciado en un edificio vecino para explicar la fuga de gas que se produjo, realmente, en la acometida central que empalmaba con la toma hacia el edificio religioso ; esto, entre otras cosas, eximiría de responsabilidad a la entidad afectada por el suceso, pero también a los dos hombres (el párroco Rubén Pérez Ayala, de 36 años, y su amigo, el feligrés David Santos, de 35, quienes se encontraban dentro).
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El descubrimiento sobre esta hipótesis, que cada vez cobra más fuerza, se produjo casi por casualidad y nueve días después de una catástrofe que pudo reeditarse el viernes , 29 de enero. Aquel día, operarios del Canal de Isabel II solventaban una avería, a la altura del número 94 de Toledo (apenas dos edificios más allá del de la casa parroquial y anexo a la residencia de ancianos Los Nogales). Había quejas vecinales de que no tenían suministro de agua.
Pero pincharon una tubería de gas, lo que provocó un escape que afortunadamente no fue a más. Sin embargo, al cortar el riego de agua, se percataron de que había una gran zanja y que se había producido un corrimiento de tierras. Y que llegaba hasta, al menos, el número 98. Los técnicos consideran que una situación así no se causa de un día para otro, sino que llevaba bastante tiempo . Así consta en el peritaje realizado y en el informe que está redactando la Brigada de Policía Científica de Madrid.
¿Qué ocurrió entonces? Pues que ese movimiento de tierras hizo que la llave de la acometida del conducto del gas de Naturgy, que pasa por todo el tramo de Toledo, quedara sin suspensión sobre la arena y se cree que por eso ese empalme, el de la calle de Toledo 98, que está en el exterior del edificio (concretamente, en la acera), se abriera. El gas natural, al contrario que el butano, sube, y por eso saltaron por los aires las últimas plantas , y no la zona inferior ni subterránea.
Secuencia de los hechos
Según ha podido saber ABC, la secuencia de los hechos, corroborada además por los registros de llamadas, fue la siguiente. Alrededor de una hora y media antes del suceso, un peatón sintió aquel 20 de enero un fuerte olor a gas y entró en la residencia Los Nogales, en el número 96, para avisar por si tenía que ver con ellos. Hubo incluso quien cambió de acera por el mismo motivo. Eran en torno a las dos de la tarde.
En cuanto a David , ese día lo tenía libre, así que llevó a los niños al colegio, fue a desayunar al domicilio de sus padres y se acercó a la casa parroquial a ver a su amigo, el sacerdote Rubén. Estuvo allí un rato, hasta que se marchó a su vivienda familiar a almorzar, pues vivía cerca. Sin embargo, hasta veinte minutos antes de la explosión, Rubén no notó el fuerte olor a gas, proveniente de la quinta planta. Telefoneó entonces a Alejandro, otro sacerdote, que iba en coche camino a La Paloma.
Pero como Rubén acababa de marcharse, llamó a David, quien telefoneó a Sara, su esposa: «Me vuelvo a la casa parroquial, que tengo que ir a ver de nuevo a Rubén» , le dijo. Subieron a la quinta planta, vieron que una de las calderas tenía el piloto rojo encendido, pero no les dio tiempo a nada. No manipularon ni la caldera ni la instalación; de hecho, David, que era especialista en mantenimiento industrial, ni siquiera llevaba herramientas. Eran las 14.56 horas. De pronto, todo saltó por los aires.
Además del sacerdote y su amigo, fallecieron dos transeúntes : Javier Gandía Sepúlveda, de 45 años y vecino de La Puebla de Almoradiel (Toledo) y el búlgaro Stefko Ivanov Kovec, de 46.
Por la comisaría de Centro, en la calle de Leganitos, han pasado ya más de 35 personas, muchas en calidad de denunciantes porque han sufrido desperfectos en sus negocios y viviendas tras la explosión. Los atestados se remiten al juzgado de Instrucción número 35 de Madrid.
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