Historias capitales
El acueducto que se encontró por casualidad en las obras del Mercado de Barceló, y después desapareció
El hallazgo fue preservado, dividido en piezas y trasladado a un depósito municipal para su posterior musealización, que aún se espera
Sara Medialdea
Durante las obras de construcción del nuevo mercado de Barceló y su entorno, en 2011, se localizaron las trazas de lo que parecía un acueducto . Una pieza singular, que los técnicos dataron en aquel momento entre los siglos XVI y XVIII. En el ... último trimestre de aquel año, esos restos se preservaron para poder musealizarlos posteriormente. Hace más de diez años de esto, pero los restos aún no son visibles por los madrileños.
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El subsuelo de esa zona de la ciudad ha demostrado ser especialmente rico , desde el punto de vista arqueológico, en estructuras relacionadas con el agua. En 2004, durante las obras de rehabilitación del Museo de Historia, se encontraron restos de un gran complejo hidráulico del siglo XVII: el estanque de una noria de sangre, de las que empleaban tracción animal para moverse.
Al derribar el antiguo mercado de Barceló,pocos años después, también se localizó el pozo de otra noria de sangre, y una galería que parecía un ramal del viaje de agua que abastecía a dicha noria. Y durante las obras de construcción de la rampa del aparcamiento en la calle Mejía Lequerica, en el año 2011, apareció la espectacular estructura de ladrillo y mortero de un acueducto, que según los arqueólogos, podría continuar hasta la calle Sagasta.
El estado de conservación del hallazgo no era muy bueno: sus morteros estaban disgregados, su fábrica presentaba escasa cohesión interna y en los arcos del acueducto había grietas. Los técnicos hicieron diferentes trabajos de consolidación , y prepararon los restos del acueducto para poder trasladarlo. Empezando por hacer un escáner topográfico de lo que quedaba del antiguo viaje de agua, y siguiendo por construir unos armazones metálicos que pudieran soportar la estructura, una vez desmontada.
Las piezas metálicas se recubrieron con papel aluminizado, y entre ellas y los fragmentos de arcos se inyectó espuma de poliuretano. Tras esta protección, se le hicieron varios cortes con hilo de diamante, para poder separarlos y trasladarlos con mayor seguridad. Las distintas piezas en las que se dividió el hallazgo se elevaron y cargaron mediante un camión grúa, y así fueron llevadas al depósito, probablemente el de La Casilla, en la Casa de Campo, donde es de imaginar que continúen.
La Dirección General de Patrimonio de la Comunidad de Madrid fue quien promovió la excavación en esta zona, y «tras localizar los restos arqueológicos, fueron retirados y custodiados por el Ayuntamiento de Madrid, con el objeto de musealizarse posteriormente», explicaron fuentes de dicho organismo autonómico.
De hecho, añadieron, «el proyecto de musealización estaba condicionado al proyecto de urbanización del ámbito afectado por la obra». A día de hoy, aseguraban, «el Ayuntamiento no ha remitido a la Comunidad de Madrid el proyecto de musealización».
Las crónicas de la época señalan que entre los expertos no había acuerdo sobre qué era, exactamente, lo que se encontró bajo el mercado de Barceló. Unos lo consideraban una vía hidráulica, pero asociada a la cimentación de algún tipo de acuartelamiento , y lo databan en torno al siglo XVIII. Otros sin embargo, miraban más atrás, lo consideraban un acueducto del siglo XVII, que podría estar vinculado a los viajes de agua medievales. También se recogió en la prensa que apenas una décima parte de lo localizado pensaba guardarse, para su posterior exposición pública en algún espacio cercano al lugar donde se encontró.
Aún se espera que esto ocurra, y también conocer las intenciones del Ayuntamiento de Madrid respecto a los hallazgos. Que han seguido repitiéndose en la zona: en 2015 se localizó un nuevo pozo de noria, muy mal conservado, en el número 3 de la calle de San Mateo, y ese mismo año fue encontrada otra en la misma calle, en los jardines del Palacio de Ustáriz, durante la rehabilitación del mismo. Por último, en el verano de 2018 unas obras en la calle de Fuencarral -en el cruce con San Mateo y San Joaquín- dejaron al descubierto una galería que databa del siglo XVII y podría ser parte del Viaje de agua de La Alcubilla, uno de los más antiguos que se han documentado en la capital, y que nacía en la Dehesa de Chamartín.
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