Una investidura, dos Españas: el plan de Feijóo para exponer el pacto en la sombra de Sánchez
El PP afronta la cita como una oportunidad de fortalecer su proyecto y el PSOE espera su momento
Díaz y Abascal juegan sus cartas para mejorar su posición dentro de su bloque
Los independentistas catalanes y vascos, otra vez decisivos para que Sánchez pueda revalidar su mandato
El PP cierra su mapa de poder asumiendo la coalición con Vox
Víctor Ruiz de Almirón y Mariano Alonso
Madrid
Muchos españoles retomarán hoy lunes su rutina tras el parón estival. La política española apenas ha experimentado esa pausa. Apenas unos días en el comienzo de agosto para coger impulso. Desde el 15 de agosto, a cuenta de las negociaciones para constituir la Mesa ... del Congreso de los Diputados (17 de agosto).
Los ciudadanos que hayan desconectado estas semanas de la información se encontrarán que Alberto Núñez Feijóo no perdió las elecciones. Sino que las ganó y es el candidato a la investidura designado por el Rey. El camino hasta esa designación no ha sido sencillo. Felipe VI se ha visto ante una situación inédita. Con dos candidatos disputándose el plácet real.
Tanto Feijóo como Sánchez están avanzando en paralelo en sus propósitos. El presidente del PP, tras el choque se produjo con Vox el día de la constitución de las Cortes, logró armar el bloque y presentar al Rey un botín de 172 apoyos seguros. Desde esa posición ha hecho algunos movimientos. Pero evitando una agenda frenética. El presidente del PP quería algunos días para poder preparar su proyecto y apelar a otros actores. Pero Feijóo está haciendo esos intentos limitando al máximo su exposición. La prevención de que una eventual repetición electoral no fuese en plenas navidades llevó a la presidenta del Congreso de los Diputados, Francina Armengol, a situar la fecha en la primera posible para superar ese escenario. Lo que pone también de manifiesto que los socialistas no tienen sus apoyos garantizados para cuando lo tengan que intentar.
La investidura se desarrollará formalmente el 26, 27 y 29 de septiembre. El primer día es el reservado para el candidato a la presidencia del Gobierno. Ese día todo el foco será para Alberto Núñez Feijóo. En su discurso presentará, sin límite de tiempo, su proyecto alternativo al Gobierno actual. Y ese ritual y el gran foco que tiene ese día el candidato justifican a ojos del PP el intento de Feijóo. El día siguiente se producirá el debate con los grupos parlamentarios y la primera votación. Cuarenta y ocho horas después tendrá lugar la segunda votación, donde bastaría una mayoría simple (más síes que noes) que tampoco le garantizan sus 172 apoyos, los que suman el Grupo Popular, Vox y los dos únicos diputados de Unión del Pueblo Navarro (UPN) y Coalición Canaria, con la que los populares han firmado un acuerdo para comprometerse con la agenda canaria de traspasos de competencias.
Otra ronda de consultas
Salvo un giro de 180 grados en las previsiones, ésta será fallida. A partir de entonces se abre un periodo de dos meses en los que Pedro Sánchez intentará armar una alternativa. No empezará de cero. Durante estas semanas los contactos ya se han venido realizando.
Tendrá que producirse, eso sí, una nueva ronda de consultas del Rey. Que será la décima en menos de ocho años, casi tantas como las que hizo el Rey Juan Carlos en cuarenta años de reinado.
Podría ser la primera semana de octubre o a mediados de ese mes, justo después del Puente del Pilar. El portavoz del PSOE en el Congreso de los Diputados, Patxi López, ya apuntó el pasado viernes que en la semana que arranca el lunes 16 de octubre sería ya factible programar una investidura de Pedro Sánchez. De ser así, el tiempo entre la hipotética designación del líder socialista como candidato y el debate para su elección sería mucho menor que ahora con Feijoo, donde va a transcurrir un mes y algunos días desde la última jornada de consultas del Rey y el momento en el que el candidato se subirá a la tribuna de la Cámara Baja para defender su proyecto de gobierno.
Mientras todo eso ocurre, España vive con un Gobierno en funciones, lo lo que es lo mismo, en una situación de bloqueo institucional. Tanto en 2016 como en 2019 esa situación, y la ausencia de una mayoría clara de gobierno, forzó a que los Ejecutivos de Mariano Rajoy, primero, y el de Sánchez, después, batiesen el récord de tiempo permaneciendo en funciones, algo que no ocurría ahora si finalmente se evita la repetición de los comicios. De no hacerlo, la cita con las urnas sería a mediados de enero y la campaña electoral, como ya ocurrió en 2019 tras ser modificada la ley, de sólo una semana y no dos, justo la mitad.
En definitiva, hay un debate de investidura en marcha, y para el que ya se han producido reuniones, como la que la semana pasada mantuvieron Sánchez y Feijóo en el Congreso, y otra en la recámara, la que preparan las fuerzas de izquierdas en negociaciones con los partidos nacionalistas y separatistas de Cataluña y el País Vasco.
En medio de todo, y con las Cortes Generales, Congreso y Senado, ya en funcionamiento -el legislativo, a diferencia del ejecutivo, no es un poder en funciones- el 31 de octubre la Princesa de Asturias cumplirá la mayoría de edad, y será preceptivo que jure la Constitución, como hizo su padre, ante una sesión conjunta de ambas cámaras.
Mucho se ha especulado en los últimos tiempos sobre ese momento, que de no haberse adelantado las elecciones hubiera coincidido con el final de la legislatura. Ahora sus señorías estarán seguro en sus escaños, pero queda por saber si en la bancada azul estará el actual Gabinete en funciones o uno que ya haya tomado para entonces posesión de sus carteras.
Partido Popular
Una plan para retratar a Sánchez a costa de sobreexponer a Feijóo
Dentro de 22 días Alberto Núñez Feijóo se subirá por primera vez a la tribuna de oradores en el Congreso de los diputados. No será su primer debate parlamentario con Pedro Sánchez, tras los dos últimos periodos de sesiones en los que ha tenido ya varios duelos en el Senado. Pero dentro de tres semanas tendrá lugar el más trascendental. El más esperado. Y que, sin embargo, se desarrolla sin que lo acompañen los elementos propios de este tránsito. ¿Cuáles serán las propuestas del candidato? ¿Cómo será su eventual Gobierno? Son debates que deberían desarrollarse en un proceso como este.
Hace menos de dos meses el PP trabajaba con otro escenario. En el que la única disyuntiva era si gobernaría o no con Vox. Cuestión en absoluto menor. Pero muy distinta a la forma en la que se afronta ahora este debate. En el PP, incluso, habían llegado a dibujar un escenario en el que Sánchez asistiese desde el banco azul a este debate, pero como una suerte de espectro mientras la lucha por su sucesión empezaba a devorar al PSOE. El escenario es casi el contrario. El liderazgo de Feijóo al frente del PP no está en cuestión. Los líderes territoriales mantienen su apoyo. Ninguno estima que sea su momento. Y se señala a Feijóo como artífice del crecimiento del partido en muy poco tiempo. Pero sí se introduce la duda de cómo afrontará el líder gallego, acostumbrado a gobernar con mayoría absoluta, una travesía en la oposición. ¿Volverá a ser candidato si la legislatura es larga? La convicción de que no lo será tiene anestesiado este debate. Mientras, Sánchez se siente empoderado y reforzado. Pese a que el resultado global de su bloque ha empeorado, el PSOE ha mejorado resultados. Quienes aguardaban una caída de Sánchez empiezan a recalibrar sus estrategias.
¿Por qué Feijóo ha decidido en ultima instancia pelear la investidura pese a ser casi un imposible? «Tenemos que encarecer la investidura de Sánchez», repiten incesantemente en Génova. La oferta planteada esta semana al PSOE creen los populares que tiene buena entrada en buena parte de la opinión pública y que servirá para retratar que Sánchez busca al independentismo por voluntad, no por necesidad. Los socialistas, por contra, ven con satisfacción cómo en su propósito el PP ha llegado a dar carta de naturaleza a la interlocución con Junts per Catalunya, la formación que teledirige el fugado Carles Puigdemont. Moncloa y Ferraz creen que el movimiento ha normalizado la negociación con un partido hasta hace semanas proscrito y ahora es imprescindible.
En el PP, en líneas generales, se apoya que Feijóo lo intente. Pero preocupa la elevada exposición y el desgaste. La endiablada aritmética obliga a hacer unas apelaciones, PNV y Junts pero incluso el PSOE, que una parte del partido no comparte. Pero sin hacerlas no habría tenido sentido ir a la investidura. Y esa es una incógnita que Feijóo despejó casi la misma noche electoral.
Y lo hizo porque entendió necesario defender un resultado electoral que había llevado al PP a la primera posición, con un crecimiento de tres millones de votos. El PP superó los ocho millones. Y el objetivo del líder gallego es representar en este debate a los más de 11 millones de votantes y 172 escaños que no avalan el proyecto de Pedro Sánchez.
En el análisis que hace Génova y comparten algunos barones, no es descartable que pueda haber una repetición electoral. Y especialmente en ese caso pero incluso si fueran más adelante, pero siempre antes que una legislatura completa, habría sido muy negativo volver a las urnas sin haber aprovechado para defender la alternativa.
PSOE
La oportunidad de negociar bajo cuerda con el independentismo
El estado de ánimo y la estrategia del PSOE en general, y de Pedro Sánchez en particular, después del sorpresivo resultado de las elecciones generales del pasado 23 de julio -que contra todo pronóstico le dio al líder socialista la posibilidad de seguir en La Moncloa- ha ido oscilando durante todo el verano. Al principio a los socialistas no les parecía del todo mal que Alberto Núñez Feijóo se 'quemase' en un intento fallido de investidura. Justo al día siguiente de los comicios, Sánchez les dijo a los suyos en una reunión triunfal de la Ejecutiva que tanto ellos como los españoles merecían «descanso», y que «la democracia encontrará la fórmula de la gobernabilidad». Pero apenas una semana después aceleró el paso en un vídeo a la militancia, grabado justo antes de sus polémicas vacaciones en Marruecos, en el que mostraba su convicción de la existencia de una «amplia mayoría», que le permitiría ser investido. Es lo mismo que siguen trasladando a día de hoy fuentes del Gobierno, que considerarían una sorpresa la repetición electoral.
Faltaban aún dos semanas para que el PSOE se anotase el primer tanto de la legislatura, al lograr 178 votos, todos los de la izquierda y los independentistas, para su candidata a presidir el Congreso de los Diputados, Francina Armengol. Pero los socialistas acababan de encajar un revés inesperado, cuando el recuento del voto Cera, de españoles residentes en el extranjero, les arrebató un escaño por Madrid para dárselo al PP (un asunto que han reclamado sucesivamente, hasta llegar al Tribunal Constitucional) lo que convertía a Junts per Catalunya, la formación de Carles Puigdemont, en más imprescindible todavía para una eventual nueva coalición de PSOE y Sumar, dado que ya no bastaba con la abstención de sus siete diputados, sino que era necesario su sí.
Los socialistas no han dejado de desacreditar como «fake» la candidatura de Feijóo y confían en que la suya salga adelante
Finalmente, Sánchez llegó a la entrevista con el Rey en Zarzuela el pasado 22 de julio postulándose para la investidura y con toda la trompetería propagandística del PSOE (al igual que la de Sumar) arremetiendo contra el intento «fake» de Feijóo, que finalmente fue el designado por Felipe VI, al no constatar más apoyos para otro candidato, como explicó Zarzuela en un inédito comunicado.
De la necesidad virtud
Ahora, Moncloa y Ferraz tratan de hacer de la necesidad virtud, y han encontrado en este largo septiembre que culminará con el intento de Feijóo -que siguen descalificando, como sin ir más lejos hizo el propio Sánchez este fin de semana en un mitin en Málaga- una buena oportunidad para allanar el camino de una futura investidura, que ven posible incluso para mediados de octubre, negociando bajo cuerda con sus socios, fundamentalmente Junts, que hasta ahora no contaba entre los aliados gubernamentales. Algo que pasa, inexorablemente, por ofrecerles algún tipo de oferta sobre su principal reclamación, que no es otra que la amnistía. Sánchez, que en campaña negó esa posibilidad, como la del referéndum, por no caber en la Constitución, ahora dice que eso no depende de él, sino, literalmente, que lo encaje o no en la Carta Magna «lo tiene que decir el TC». Un Alto Tribunal presidido por el ex Fiscal General con Zapatero, Cándido Conde Pumpido y en el que el Gobierno colocó recientemente a su exministro Juan Carlos Campo y a Laura Díez, una asesora de Moncloa y antes de la Generalitat de Cataluña.
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