El PP recupera su histórico feudo de Ribeira con Mariola Sampedro

Este lunes, después de dos horas y media de cruce de acusaciones, el primer alcalde ribeirense del BNG ha entregado su bastón de mando a la primera alcaldesa de la historia de la capital barbanzana en un pleno que se han encargado de calentar –hasta llegar a producirse una expulsión– las decenas de personas presentes en el público. «Hemos venido a apoyar al alcalde», comentaban algunos. Otros, a celebrar la elección de «la alcaldesa Mariola».

Tras el público, los primeros en entrar en el auditorio fueron los 13 ediles que apoyaron la moción. Lo hicieron todos juntos, en fila, precedidos por Sampedro, ovacionada por los suyos entre gritos de ‘alcaldesa, alcaldesa’, pero también con algunos ‘corruptos’ y ‘traidores’ de fondo. El ya exregidor hizo acto de presencia poco después, también con sus aplausos y sus gritos de ‘alcalde, alcalde’, al frente de la comitiva de los que no han apoyado la censura, entre los que se han incluido, como estaba previsto, Tania Redondo y Juan Luis Furones, ahora concejales no adscritos, antes del PBBI, que se desmarcaron de la decisión.

Al presidente de la mesa de edad le ha costado leer el texto de la moción de manera continuada, entre risas y exabruptos de los partidarios del regidor nacionalista. Más difícil aún ha sido para Sampedro leer su discurso como candidata, en el que ha asegurado que detrás del cambio «no hay ambiciones personales, ni cálculos partidistas», sino «compromiso con los vecinos de Ribeira», una ciudad que no puede gobernarse «solo para unos pocos».

La portavoz popular ha reivindicado los más de 5.000 votos obtenidos en las municipales por el PP y ha recordado que en 2023 «acataron con deportividad las reglas de la democracia» por las que, a pesar de haber quedado cerca de la mayoría absoluta, la suma de «tres partidos nos desplazó a la oposición».

Pérez Barral, a continuación, ha sido más interrumpido por los suyos que por los otros, para jalearle en su intervención en la que fue señalando a los tres independientes que han apoyado la moción que le derrotaría. «Si miran sus rostros verán las caras de la traición», espetó.

En la de Sampedro dijo ver la «corrupción» y la ha acusado de coaccionar a los partidarios de la censura. Antes, el nacionalista ha cargado contra una moción «sin ningún motivo objetivo» más que los «intereses partidistas y particulares». «Si tuviera algo de dignidad, retiraría esta moción de censura», ha apelado el exalcalde.

La ahora concejala no adscrita Redondo, que primero firmó la moción y después se retractó amparándose en coacciones, ha aprovechado su turno para reivindicar lo hecho en algo más de dos años de tripartito. «Solo deseo que las personas que se incorporan ahora lo hagan con la misma voluntad» de «trabajar para Ribeira» y «no para unas siglas políticas».

Furones, que venía de Ciudadanos y no apoyó la moción desde el principio, ha querido incidir en que «según la ley de normalización lingüística, Ribeira se escribe con B», en defensa velada a Pérez Barral que, tras hacerse pública la moción, revivió la polémica lingüística al decidir quitar de la ciudad los carteles en los que la B y la V de Ribeira se fusionaban en forma de corazón, buscando el consenso. Ha terminado con el manido «venceréis, pero no convenceréis» de Unamuno, al que le añadió un «dignidad». Le ha seguido el portavoz del PSOE, Francisco Suárez-Puerta, citando a Simón Bolívar: «La lealtad es admirada hasta por el enemigo».

A la intervención del portavoz del PBBI, Vicente Mariño, le han precedido gritos de «Judas», «vendido» y «traidor». Intentó centrar su discurso, interrumpido frase a frase, en censurar la acción de gobierno de Pérez Barral y en defender el motivo de la moción: «el incumplimiento reiterado por parte del Bloque» al no saber gobernar en coalición, porque «Ribeira no es nacionalista», ha zanjado.

Ya en tono irónico, ha lamentado que «la señora Ana Pontón» todavía no hubiese contactado con el PBBI para agradecer que el BNG hubiese ostentado la alcaldía de Ribeira durante «dos años, tres meses y seis días». «Tampoco el señor Pérez Barral, por haber sido alcalde gracias a un partido de derechas», en referencia a la propia formación independiente.

Además de vecinos y partidarios de unos y otros, entre el público ha podido verse a primeros espadas del PPdeG, el BNG y el PSdeG. Su presencia ha dado cuenta de la relevancia que le conceden a este cambio, el último de una ola de mociones de censura –a menos de dos años de las próximas municipales– en una provincia que en 2023 dio el triunfo a los populares, pero la Diputación a socialistas y nacionalistas.