Carlos Mazón y su carrera de fondo: o gana el PP con ventaja o cuatro años más de la izquierda en la Generalitat Valenciana
El presidente de los populares aspira a concentrar el voto desde el centro a la derecha en una elecciones que se decidirán en el sprint final
Imagen de Carlos Mazón, en el centro, tomada durante una carrera popular
Carlos Mazón, que se acaba de meter entre pecho y espalda a sus 48 años dos medias maratones en menos de un mes, es consciente de que, como sucede en el atletismo, la política es una carrera de fondo en la que para llegar ... a la meta de las elecciones autonómicas del próximo año hay que dosificar esfuerzos.
Todas las encuestas, tanto las propias como las ajenas, indican que el Partido Popular volverá a ser la formación más votada en la Comunidad Valenciana en los próximos comicios, que salvo sorpresa en forma de adelanto electoral, se celebrarán el 28 de mayo de 2023.
Para el partido que preside Carlos Mazón convertirse en la fuerza política que coseche más votos no resulta sinónimo de poder gobernar la Generalitat Valenciana. A día de hoy las encuestas otorgan posibilidades a Ximo Puig de mantenerse al frente de Presidencia. Para ello, los socialistas y Compromís, pareja de hecho en términos electorales, necesitan que Podemos logre representación en las Cortes Valencianas. El partido de Irene Montero y Pablo Iglesias está en la actualidad en el filo del cinco por ciento de los votos que pueden decidir la gobernabilidad.
La demoscopia indica al mismo tiempo que el PP necesitaría de un pacto con Vox al estilo Castilla y León para retornar al Palau de la Generalitat ocho años después. Carlos Mazón es consciente de ello, pero ha optado por trazar un discurso propio en busca del voto útil desde el centro hasta la derecha toda vez que Ciudadanos ha quedado fuera de la ecuación.
La hoja de ruta de Carlos Mazón pasa, a grandes rasgos, por la libertad de elección de centros escolares, una reforma fiscal ambiciosa que deje en el bolsillo de los contribuyentes los 1.500 millones de euros adicionales que está ingresando la Generalitat gracias a la inflación o una ley de señas de identidad que blinde los símbolos valencianos frente a la actual política de subvenciones a entidades que alientan la falacia de los «países catalanes».
El reto de Carlos Mazón se centra en trasladar al conjunto de la Comunidad Valenciana el modelo de Alicante, donde los populares gobiernan en la Diputación y en el Ayuntamiento. La provincia ha sufrido el ninguneo sistemático de la izquierda, plasmado en unos indignos Presupuestos Generales del Estado que la dejan a la cola de la inversión en España.
Imagen de Carlos Mazón y Ximo Puig tomada este martes en Valencia
El PP tomó la iniciativa y sacó a la calle a más de 5.000 alicantinos un día de entre semana a las siete de la tarde. Este viernes, la izquierda tratará de dar la réplica antes de la hora del aperitivo en una concentración que huele a pinchazo, aunque más de uno ya prepara el argumentario para culpar a Carlos Mazón de «romper la unidad de acción». Los alicantinos sabrán valorar qué formaciones políticas y entidades de la sociedad civil han peleado por defender sus derechos y cuáles han optado por no molestar en exceso a las fuerzas políticas de izquierdas que, desde los despachos de Madrid y bajo el mandato de Pedro Sánchez, han marginado a la provincia.
Esta controversia sirve de ejemplo de lo que se juegan los cinco millones de habitantes de la Comunidad Valenciana en las próximas elecciones autonómicas. O Carlos Mazón llega a la meta el primero y con suficientes votos para formar Gobierno o habrá cuatro años más de PSPV, Compromís y Podemos.
La clave de la ciudad de Valencia
El presidente del PP afronta la larga precampaña en desventaja frente a un bloque de izquierdas que maneja el Diari Oficial de la Comunitat Valenciana y los recursos públicos que ello implica. No obstante, la carrera es larga, todavía quedan muchas etapas y todo apunta a que las elecciones se decidirá en el sprint final y con la ciudad de Valencia como plaza clave para decantar la balanza como sucedió en 1995. En ese tramo, María José Catalá debe ejercer de liebre. Para llegar a la Alcaldía y para catapular a Carlos Mazón a la Presidencia de la Generalitat.
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