El gasoducto impulsado por Alemania, una tubería que no aporta 'nada' a Hostalric
La decisión de Francia, en 2012, de abandonar el proyecto MidCat dejó el final de la obra en España en la población gerundense, que mantiene una subestación casi abandonada
El Gobierno fija 8 meses para relanzar el proyecto de gas que salve a Alemania en invierno
Editorial: «La energía, sin demagocia»
Barcelona
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Iniciar sesiónDejó escrito Josep Pla que Hostalric (Gerona) no solo es un «nudo de comunicaciones» sino que «ha visto pasar por debajo de sus murallas todas las invasiones que la Historia nos ha deparado». El escritor ampurdanés desconocía entonces, a inicios de los años ... sesenta del siglo pasado, que esta población de la comarca de La Selva –agrícola, en el interior y turística, en la costa– sería seis décadas después el centro de todas las miradas por albergar, en su subsuelo, el final de un gasoducto que, en caso de conectarse con Francia, unirá los intereses de Argelia (económicos) y Alemania (energéticos). Y mejorará la posición geoestratégica de España en Europa.
Pero que ahora suene el nombre de Hostalric en los informativos de todo el país no es más que el producto de la casualidad, cuyo origen podemos datar en 2012, cuando se decidió poner fin a las obras de soterramiento de la tubería –de un metro de diámetro– que, partiendo de Martorell (Barcelona) un año antes, debía llegar a la frontera francesa en 2015. El proyecto, llamado MidCat (por unir las regiones Midi-Pirineos, de Francia, y Cataluña, de España), se paralizó a su paso por Hostalric y ahí se dejó, como si fuera una reliquia, una subestación sin empleados ni más seguridad que unas videocámaras de control remoto.
Es agosto y los políticos locales están de vacaciones (ocho concejales son de una agrupación local controlada por ERC y tres, de Junts), por lo que las palabras de Olaf Scholz, canciller alemán, lamentando el jueves que en su momento no se acabase la conexión de España y Portugal –quiso decir Argelia– con Francia –se refería a Alemania y el este de Europa, en realidad– para hacer frente a la «carencia» energética que se avecina en invierno, resuenan como un eco por las calles.
El asunto sobrepasa al ámbito local y la subestación gasística, a la que se llega por un camino de tierra y está rodeada de bosques, a dos kilómetros y medio del castillo de la población más pequeña de la comarca, aleja a los lugareños de ser el tema central del chismorreo diario. Un funcionario del ayuntamiento lo explica a ABC de manera directa: «El gasoducto no aporta nada al pueblo, no trabaja nadie en la subestación, ni tiene un efecto sobre la población. Lo único que sabemos es que el tubo acaba aquí y debía finalizar en Francia». Así lo confirman desde el restaurante 5punt16, el más cercano del lugar: «No hay nadie. Aquí no ha venido nunca nadie a comer». Esto no va con Hostalric y sus 4.332 habitantes (2021), herederos de aquel hostal del siglo XI que dio lugar poco después al nombre de la población.
Quien sí sabe algo del gasoducto es Carol Coll, miembro de la Plataforma Resposta al MidCat, agrupación creada en 2016 para oponerse al proyecto a su paso por Cataluña y que combatió los intentos de retomar la conexión en 2017 y 2019. Coll recuerda a este diario que si la tubería tiene su punto final en Hostalric es solo porque Francia no apostó por unirse a España. «Se construyó sin que el proyecto estuviera finalizado. No había un acuerdo por donde cruzar la frontera. Se fue construyendo hasta que Francia dejó claro que no haría las obras. El gasoducto nunca ha entrado en funcionamiento», señala, y denuncia la falta de transparencia de Enagás –gasista encargada del tramo por suelo español– y las autoridades políticas.
Raúl Domínguez, portavoz y secretario técnico de la Iaeden-Salvem l'Empordà, que como Coll forma parte de una entidad que se opuso al proyecto hace un lustro, advierte ahora de que una zanja de 30 metros de ancho hasta la frontera tendrá un impacto medioambiental evidente. Domínguez cita el Estany de Sils, espacio natural protegido por la Generalitat, en el camino a Francia y a solo 25 minutos en coche de la subestación, como uno de los espacios «que se verían afectados».
Y pone en duda, al igual que Marina Gros, responsable de la Campaña Gas de la Confederación de Ecologistas en Acción, que la misma tubería sirva para suministrar gas e hidrógeno verde, tal y como defienden la ministra del ramo, Teresa Ribera, y el presidente autonómico, Pere Aragonès, que ayer calificó el MidCat de «estratégico para Europa y para Cataluña» y para «la distribución de hidrógeno verde». Eso sí, Aragonès reclamó a Europa no solo su apoyo sino también «la financiación» necesaria.
En esta línea, defendieron el proyecto el presidente de Fomento de Trabajo, Josep Sánchez Llibre, y Josep Maria Montagut, presidente de Energía de los Ingenieros Industriales de Cataluña. En declaraciones a Catalunya Informació, Montagut negó que la obra tenga impacto medioambiental porque «es una tubería subterránea» y centró el problema en Francia, que no apuesta por la infraestructura.
Hostalric, cuya muralla y castillo son Bien de Interés Cultural desde 1963, se expande en paralelo al río Tordera y la AP-7. Está por ver si a las «invasiones» que se refería Pla en su guía de Cataluña se sumará el MidCat.
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