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La energía, sin demagogia

Se rescata el proyecto de un gasoducto que una la Península con el centro de Europa, una buena y útil idea que hace unos meses era demonizada por quienes ahora la apoyan

Editorial ABC

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Acuciado por el temor a un 'invierno energético' derivado de los problemas que encuentra para el suministro del gas ruso, el Gobierno de Alemania ha comenzado a impulsar el gasoducto que conecte la Península con el centro de Europa, un proyecto arrumbado en el cajón ... del olvido durante años que ahora se quiere acelerar una vez que Moscú ha comenzado a chantajear con cortar el grifo de la principal red de transporte que llega, por el este, a la Unión Europea. Se trata de que a partir de ahora le llegue por el sur, procedente de Argelia. La idea, sin duda, es acertada toda vez que cortaría, casi de raíz, la extrema dependencia del gas ruso, solventando así aquel error histórico de dar a Putin la llave de buena parte de su suministro energético de varias países, seducidos los compradores por el bajo precio al que se le ofrecía. Al final, muchas veces lo barato termina saliendo caro. Alemania lleva meses haciendo acopio de gas ante la posibilidad cierta de que, a poco que la guerra le vaya aún peor a Rusia (recordemos que pensaba liquidar la invasión en unas semanas), el caudillo del Kremlin intente helar de frío a media Europa. Los almacenes de gas alemanes están al 75 por ciento de su capacidad, pero en previsión de que el conflicto se alargue, Berlín ya piensa en soluciones. Una de ellas es alargar la vida útil de las centrales nucleares, a las que hace un par de años puso fecha de caducidad, obnubilada su clase política por la teoría de la inmediata primacía de 'lo ideal' (todo verde y renovable cuanto antes) sobre lo posible.

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