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Jaume Plensa regresa (por fin) a Barcelona entre silencios e interrogantes

Una gran retrospectiva celebra la obra del artista barcelonés veintidós años después de su última exposición en la ciudad

Jaume Plensa, junto a una de sus instalaciones expuestas en el Macba Inés Baucells
David Morán

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«Para escuchar has de estar en silencio», sentencia Jaume Plensa (Barcelona, 1955) mientras busca con la mirada una gota de agua que cae del techo para golpear suavemente el platillo que da sentido a la instalación «Rumor». Para escuchar, insiste, hay que estar ... en silencio, pero el jaleo es tal que aquí no hay gota ni platillo que valgan: cualquier sonido queda sepultado bajo el ir y venir de periodistas y también bajo las palabras del propio Plensa. «En realidad yo no tendría que estar hablando», reconoce antes de guardar silencio y ceder el micrófono para que alguien lo acerque al platillo y, ahora sí, el sonido de la gota llegue amplificado a los oídos de quienes siguen la visita guiada con auriculares. «¡Se oye!», dice alguien asombrado. Así que el silencio, en efecto, era importante.

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