Muere a los 83 años de edad el filósofo Xavier Rubert de Ventós
Catedrático de Estética, autor de ‘El laberinto de la Hispanidad’, pasó del PSC de Pasqual Maragall a ideólogo independentista
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Iniciar sesiónEn ‘Segunda memoria’, Salvador Pániker identificaba a Xavier Rubert de Ventós como una mezcolanza de jesuitismo y buena fe. Y en ‘Diario de otoño’ subrayaba del catedrático de Estética la “dialéctica permanente en su pensamiento, una nerviosa sofisticación intelectual, una atracción por ... la tierra firme de la sensorialidad”.
Cuando Pániker escribía estas impresiones, mediados los noventa, Rubert de Ventós promocionaba la campaña de un Pasqual Maragall que, tras el éxito de los Juegos de 1992, quería coronar una ejecutoria política ascendente como algo más que la alternativa -catalanista, no nacionalista- a un Pujol que llevaba ya tres lustros en el poder.
Rubert de Ventós conocía a Maragall desde los tiempos escolares, cuando iban en pantalón corto y jugaban en un equipo de fútbol, el Junior, fundado en Sarrià en 1917 por Maurici Serrahima. Años después seguían en el mismo barco: la plataforma Catalunya Segle XXI.
Además de la mala conciencia burguesa -ambos estuvieron en el Frente Obrero de Catalunya (FOC), versión catalanista del FELIPE español- Xavier compartía con Pasqual una formación académica en Estados Unidos. Discípulo en Madrid de José Luis López Aranguren y catedrático de Estética en las universidades de Barcelona, Autónoma y Politécnica de Cataluña, en los primeros setenta Rubert de Ventós es profesor en Harvard, Brown, Berkeley, Cincinnati y Nueva York, donde organiza la Cátedra Barcelona- New York y el New York Institute for the Humanities en 1979.
Tres años antes había impulsado con Eugenio Trias, Jordi Llovet o Josep Ramoneda el Colegio de Filosofía de Barcelona con la intención, mediante conferencias de acceso libre, de que la Filosofía fuera más cotidiana que teológica. Colaborador del diario 'El País', Rubert de Ventós nunca puso reparos a difundir la Estética en programas de radio y televisión.
Independentismo
Su bibliografía, una treintena larga de obras vertidas a ocho idiomas, conjuga una relevante indagación en la Estética -‘El arte ensimismado’, Teoría de la sensibilidad’, ‘La estética y sus herejías’, ‘De la modernidad. Ensayos de filosofía crítica’- con libros divulgativos –‘Filosofía de andar por casa’, ‘Filosofía y/o Política’-, textos memorialistas –‘El cortesano y su fantasma’, ‘Si no corro, caigo’, ‘Demonios íntimos’- y títulos que jalonan la conversión del socialismo catalanista al independentismo.
Descendiente de una familia que se enriqueció en Puerto Rico, Rubert de Ventós vindica en ‘El laberinto de la Hispanidad’ la España “ambigua y dubitativa” de María Zambrano frente a la “imperativa y vertebradora”: sentirse hispano, pero no español, como si fuera peruano o colombiano. La publicación en 1987 del ensayo, que fue premio Espejo de España, coincide con su etapa de diputado del PSC-PSOE en el Congreso (1982-1986) y eurodiputado de 1986 a 1994.
En sus ‘Memorias de una mujer libre’ la escritora Nuria Amat recuerda una cena en el Ampurdán en 1999. Rubert de Ventós se declara independentista y ve en la separación de España la salvación de Cataluña. “¿Salvar? ¿Más nacionalismo inoculado en vena por el capitoste Pujol?”, le espeta Amat. “No, no -exclamó Xavier Rubert, levantando ahora los brazos como si invocara al papa de la iglesia reparadora-. Yo no soy nacionalista. Soy independentista”. La justificación: en su etapa de diputado del PSOE en el Congreso y el Parlamento Europeo se sintió “tratado como un forastero en Madrid”.
Cuestión de higiene
Amat juzga tal argumentación como resentimiento: “Suena a venganza, Xavier”. Rubert de Ventós lo niega; asegura que en una Cataluña independiente se hablará y escribirá perfectamente en catalán y castellano. Pero lo más inquietante, subraya la escritora, es que contagie el independentismo a su amigo Maragall… Aquel 1999 Rubert de Ventós había dado a la imprenta ‘Cataluña: de la identidad a la independencia’ con prólogo, precisamente, de Pasqual Maragall. No sería de extrañar su influencia sobre el presidente de la Generalitat cuando este inició la reforma del Estatuto que tanta incidencia tuvo en el proceso independentista.
El año 2012, considerado el arranque del secesionismo catalán, ya con Pasqual Maragall apartado de la política por el alzhéimer, Rubert de Ventós publica unas memorias tituladas ‘Demonios íntimos’ y se declara independentista no nacionalista: “España y Catalunya unidas sacamos lo peor de cada una, la prepotencia y el resentimiento. La independencia es una cuestión de higiene”.
La “higiene” del filósofo metido a ideólogo del separatismo consistirá en apoyar en octubre de 2012 el manifiesto 'Por el estado propio, la cohesión y el progreso social', para apoyar la candidatura convergente de Artur Mas. Por si no quedara claro su posicionamiento, asiste también y en primera fila al mitin central de Esquerra. Reconocido con el Ciutat de Barcelona, el Anagrama de ensayo o el Josep Pla de Narrativa, Rubert de Ventós cerraba su palmarés con el premio Francesc Macià.
La descripción de Pániker seguía vigente: la nerviosa sofisticación intelectual Rubert acabó en profesión de fe (independentista). Podría concluirse, como Unamuno, que como catalán le perdió la estética. O, quizás mejor, la épica.
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