shambhala
Te acuerdas de lo que sucedió en París
Siento mucho el fantasma en que a veces me convierto cuando escribo sobre ti. Sólo uno de los dos es real y eres tú. Entiendo que me leas y me mires y pienses que con lo bueno que eres, te podía haber tocado otro mejor
Artículos de Salvador Sostres en ABC
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónTriste conversación con Albert Adrià sobre que no me haya llevado a Copenhague y sus tres noches en Alchemist. «Yo», le he dicho, «era el único que tenía que estar en cada una de las tres. Y no como periodista –Dios me libre– ... ni con los periodistas –¡por favor!– sino con el amigo que cada noche hubiera elegido». Él entonces me ha explicado que para ahorrarse problemas como éste «ha sido el equipo de Alchemist quien ha elegido a la prensa española y los clientes de El Bulli que han ido han pagado religiosamente».
Tengo que decir, aunque preferiría que no fuera necesario, que el mejor cocinero del mundo no ha venido al mundo a ahorrarse problemas, sino a enfrentarlos porque ésta es su misión y así crecen los genios; que la prensa gastronómica española no existe; y que si hay que pagar 2.000 euros, no tengo ningún problema en pagarlos, porque a diferencia de los presuntos críticos supuestamente gastronómicos con los que absurdamente trata de confundirme yo he sido el único que ha sabido explicarle en esencia, y a la vez uno de sus mejores clientes de casi todos sus restaurantes. ¿Quién de estos ha quemado no sólo su hacienda sino su vida en tus casas? ¿Y por qué no lo han hecho? Porque ni intuyen tu genialidad ni sienten la necesidad –qué van a sentir– de vivir y morir en ella, ni la gesta de contarla. ¿No te das cuenta, Albert? ¿No ves la brutal diferencia? ¿No entiendes que el arco de tu salto pasa muy por encima de problemas, la prensa o los euros? Yo te quería antes, Ofelia. No se da cuenta.
Lo que importa es Albert, que es el mejor cocinero del mundo desde que su hermano se retiró en 2011, y el segundo está tan lejos que no se puede ni ver. Lo que importa es que yo soy el único que sabe que Albert es el mejor cocinero del mundo, un genio que supera en mucho su disciplina artística, como Morante y Rosalía. Albert no lo sabe y no lo ha sabido nunca. Está demasiado tenso, demasiado abrumado por ser el hermano de Ferran y es demasiado receloso con todos y con todo, también conmigo. No lo sabe tampoco la guía Michelin, que le desprecia con una sola y humillante estrella. En la lista 50 best, la de los mejores cincuenta restaurantes del mundo, ni sale. El único testigo de su genialidad absoluta, del poder total de su cocina, que está a galaxias de distancia de cualquier otra, soy yo.
No tengo ningún interés en ir a Alchemist. Es un restaurante para las amigas de mi hija, mientras Maria y yo vamos a Tívoli Gardens. Alchemist es el Cirque du Soleil con algo mejor para cenar que palomitas, pero resumible en un Tik-Tok. Para los que hemos ido 100 veces al Bulli, y no es una forma de hablar, Alchemist es un juego de palabras después de haber leído 'Epístola moral a Fabio'.
No tengo ningún interés, tampoco, en las deplorables cenas a 4 manos, que suelen ser una mezcla forzada de grandes éxitos encajados a última hora, inventos que ya se ve que no tienen ningún sentido, y los dos cocineros con más miedo de quedar mal que la esperanza de deslumbrarnos con algo que realmente acredite el viaje. Son operaciones mediáticas y comerciales que carecen de valor culinario y ya no digamos artístico.
Lo que me entristece es que Albert no entiende que es un genio y que aunque yo le parezca un cretino o un marciano, tengo que asistir a cualquier cosa que él haga, y asistir en las más cómodas condiciones para poder estar atento y escribirlo. Si yo no soy tu testigo, es irrelevante que cocines o que no lo hagas. Si yo no elevo lo que tú haces, nadie va a hacerlo, ni mucho menos tú, que eres el más ciego ante tu genialidad apabullante. Si no estoy yo para explicar por qué eres importante da lo mismo Enigma o un bar de carretera. Da igual porque a ti te da igual, porque a todo el mundo os da igual. Sólo la carretera y yo estamos sorprendidos cuando de regreso a casa te dejamos atrás.
Siento mucho el fantasma en que a veces me convierto cuando escribo sobre ti. Sólo uno de los dos es real y eres tú. Entiendo que me leas y me mires y pienses que con lo bueno que eres, te podía haber tocado otro mejor. Lo entiendo perfectamente. Pero soy yo y sólo yo. Y cuando yo no estoy, acabas tus menús con bambi y pantumaca. Sólo uno de los dos quiere salvarte y soy yo.
Te acuerdas de lo que sucedió en París. ¿Cuál de los que tú crees que son «críticos gastronómicos», escribieron algo que pudiera considerarse la mitad de un artículo decente de tu pop up con Alain Ducasse? Ve y dile al equipo de Alchemist que responda la pregunta porque claro, si has de responder tú. Nadie vio cómo aquellas cenas fueron la definitiva aniquilación de la cocina francesa en su conjunto, nadie entendió cómo El Bulli y España habían arrasado a Francia y aún nuestro imperio está en expansión. Y no lo entendieron porque no hay ni un solo periodista en España que te entienda a ti y que a la vez haya tenido el dinero y los cojones de arrasar los tres estrellas de París, de Londres y de Nueva York y cuando digo arrasar tú ya sabes a qué clase de incendio me refiero.
Y entonces, cuando me sales con lo de los 2.000 o con que no quieres problemas con la prensa, ¿yo qué quieres que te diga? No puedo decir nada, en serio. Primero me enfado y pienso en tirar la toalla, porque me desesperas, porque por mucho que llevo más de 10 años intentándolo no hay manera de que me entiendas, no hay manera de que te entiendas y te creas, y siempre piensas que te estoy pidiendo un favor cuando lo único que quiero es ver los frutos de tu genialidad para contarlos. Para que tu obra sea el gran legado de esta era. Luego me pasa el enfado, porque estar enfadado contigo mucho rato no me sale, y entonces estoy triste, triste como ahora, y escribo artículos melancólicos como éste que nunca sé si vas a entender la profunda carta de amor que contienen.
Eres el mejor cocinero del mundo y sólo lo sé yo. No tienes ningún reconocimiento en las guías ni el despliegue mundial de restaurantes y franquicias que tienen cocineros que a tu lado son una broma, y una broma pesada. No es que seas pobre pero desde luego no tienes ni una décima parte del dinero que habrías podido ganar con una explotación ni que sólo fuera moderada de tu talento. Los restaurantes que tenías están cerrados porque te traicionaron, es cierto, tan cierto como que no elegiste como socios a empresarios de éxito, y además tenías unos contratos tan mal hechos que no sólo permitían el desfalco sino que lo fomentaban.
A mí me da lo mismo estar en Barcelona, en París o en Copenhague para saber y escribir que eres lo más importante que le está pasando al mundo desde hace diez años y espero que muchos más. A veces me haces enfadar pero por mucho que me enfade, mi misión en la vida es mirarte y explicarte, aunque tú no me entiendas y desde luego no me lo pongas nada fácil. Recuerdo que algunas noches a Tickets tenía que ir a escondidas, cuando tú te marchabas, porque no querías que el restaurante «se llenara» demasiado. Así, con un «se» impersonal me tratabas. Suerte que por detrás tu equipo lo arreglaba.
La verdad es que no me importa demasiado cómo me trates. Para el amor ya tengo a tu hermano, que me quiere por los dos, y sé que en el fondo tú también me quieres, pero estás demasiado ocupado en tus tensiones y otras tuberías para encontrar la manera de expresarlo. Continuemos en Enigma, siempre a la espera de tus prodigios. Algo tiene que suceder, mi querido, querido Albert.
Límite de sesiones alcanzadas
- El acceso al contenido Premium está abierto por cortesía del establecimiento donde te encuentras, pero ahora mismo hay demasiados usuarios conectados a la vez. Por favor, inténtalo pasados unos minutos.
Has superado el límite de sesiones
- Sólo puedes tener tres sesiones iniciadas a la vez. Hemos cerrado la sesión más antigua para que sigas navegando sin límites en el resto.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónEsta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete