TODO IRÁ BIEN
Rico joven, rico viejo
Si un día un viejo rico te invita a su piscina, no te metas
La respuesta de Dios (27/1/2024)
Trembling close to you (24/01/2024)
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Iniciar sesiónLos ricos del viejo mundo, los aristócratas, los grandes herederos piensan que los empleados son servidumbre y que tú que te crees su amigo, también, aunque a veces te necesiten o les hagas gracia. Los ricos modernos ven una oportunidad en cada trabajador, ignoran ... la estirpe y no entienden otra clase social que la de ganar dinero. La identidad de los viejos ricos no es tener dinero sino 'ser un rico', ese club sin carnet ni sede concreta al que sólo accedes si los que ya están te reconocen como uno de ellos.
Algo que hacen muy bien es crear alrededor de quien no les interesa sutiles círculos de silencio. Los ricos modernos sólo aprecian lo real. Lo fantasioso les parece una pérdida de tiempo. No desprecian a los aristócratas pero temen que se les acerquen y que no les quede otra que ser crueles cuando les pidan dinero con épicos discursos de grandeza y son sólo la agonía de un mundo que se desvanece. Los ricos modernos no son tacaños pero no entienden invertir en lo que saben que no genera.
Al rico 'ancien régime' esto nunca le importó si era para mantener su prestigio e influencia. Dos palabras que para un rico moderno se trituran en la cuenta de resultados. Cuando los viejos que apelan al honor se apagan y emergen los modernos que sólo aplican inteligencia, entonces sabes que estás en un cambio de era.
Mi triste condición de pobre como una rata no es causa de ningún resentimiento. Me gustan los ricos, todos ellos. Por su dinero pero sobre todo por esa superioridad que dejan en el aire cuando pasan y que sólo está a su alcance; y esa la velocidad a la que tanto los modernos como los viejos detectan al impostor y saben serlo ellos también cuando les conviene y nunca sienten que se rebajan porque en su seguridad de ricos, de ayer y de hoy, entienden que el fin siempre justifica los medios. Ellos marcan el termómetro moral de su era: los éxitos y las miserias de cada generación se miden por lo que sus ricos hicieron y –Cataluña– lo que permitieron hacer.
Si un día un viejo rico –es muy de ellos encapricharse un momento de lo que ya saben que a la larga desprecian– te invita a su piscina, no te metas, porque te bañas pensando que ya eres de la familia y él en tu gozo es cuando más se da cuenta del error que acaba de cometer. Te sonríe pero por dentro el capricho decae y con horror va descubriendo el paletismo atroz de tu bañador, de tus brazadas, los ojos del perro hambriento en tu insensata mirada de muy feliz de estar ahí y se arrepiente de haberte tratado con tanta confianza. Si un rico moderno tiene piscina lo más probable es que no la haya estrenado. Para un rico moderno el único ocio es ganar. Acude a veces a alguna cena pero preferiría estar pensando. Si bebe es porque le sale más barato hacerse el que bebe que tomarse la molestia de explicarte que a diferencia del tuyo su cerebro es demasiado valioso como para destruirlo.
Los ricos jóvenes se convierten en viejos cuando empiezan a pensar en qué gastar en lugar de su insomne ganar más.
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