Spectator in Barcino

Lecciones berlinesas

Berlín es un aprendizaje histórico, arquitectónico, urbano. La suprema enseñanza es el fracaso del comunismo y el uso cívico de la liberalidad cosmopolita

UN ESTILITA EN LA PEDRERA (09/04/2023)

Vista general panorámica de la ciudad de Barcelona, con la Sagrada Familia en el centro, en una imagen tomada en noviembre de 2022 EP

Sergi Doria

Barcelona

Desde la cúpula del Reichstag, tras culminar la espiral traslúcida y ascendente de Norman Foster, Berlín aparece como museo al aire libre de la arquitectura. El panorama de 360 grados permite abarcar la Historia: la Nueva Sinagoga, reconstruida en los años noventa; la estación de ... Friedrichstrasse, frontera entre el Este y el Oeste de 1961 a 1990; la torre de televisión: 368 metros, el edificio más alto de la ciudad; la catedral, el ayuntamiento y la iglesia de San Nicolás del siglo XIII, la más antigua de Berlín; la torre Axel Springer: el editor del 'Bild Zeitung' la levantó junto al Muro entre 1959 y 1966; el hotel Adlon, Unter den Linden, 77: inspiró 'Gran Hotel'. Incendiado en 1945 y reconstruido en 1995: por una de sus ventanas Michael Jackson exhibió a su hijo en volandas; la Puerta de Brandeburgo; la embajada de Estados Unidos; el monumento al Holocausto de Peter Eisenman; la futurista Postdamer Platz; la modélica Filarmonía; el frondoso Tiergarten; la columna de la Victoria o 'Isabelita de Oro'; el Carillón…

Berlín y Barcelona, por su historia y topografía, son dos ciudades de configuración muy distinta. Berlín, llana y reconvertida tras su destrucción; Barcelona, encajada entre mar y montaña. Tres millones y medio de berlineses en casi novecientos kilómetros cuadrados; un millón seiscientos mil barceloneses en cien kilómetros cuadrados.

¿Qué puede aprender Barcelona de Berlín? La arquitectura: Postdamer Platz versus Diagonal Mar, construcción en paralelo. Odiosas comparaciones. No sigamos por ahí. La limpieza. conjunción de civismo y gestión municipal. La seguridad. En Barcelona la policía aparece mucho, pero los delincuentes practican una cuasi pornográfica impunidad. En Berlín la 'polizei' es más discreta, pero uno se siente tan seguro como inseguro, el caco que se piensa dos veces ejecutar la tropelía. La vialidad. En Berlín, los ciclistas circulan por su carril y se detienen ante el semáforo rojo. En Barcelona, el viandante es acosado por el ciclo-gamberrismo.

La memoria. En Berlín las placas, monumentos y edificios de los totalitarismos nazis o comunistas no se debelan. Se contextualizan con paneles explicativos. La memoria democrática del Gobierno español, la Generalitat y el Ayuntamiento es un sesgado revisionismo de buenos y malos. Si en el franquismo los absolutamente buenos eran los «nacionales» (hoy fascistas), el izquierdismo infantil con su maniqueísmo pendular atribuye la bondad a los republicanos (antes «rojos»).

Imagen de una pegatina con la foto de David Bowie y el mensaje «¿Dónde estamos ahora?», pegada por un fan en el portal de su antigua residencia en Berlín, el 12 de enero de 2016, poco después de fallecer el cantante británico a los 69 años EFE

En Berlín el totalitarismo criminal se aprehende sin distinciones: sea el nacionalismo alemán o el rostro inhumano del socialismo «real». En el Tiergarten permanece el memorial a los caídos rusos. Nadie desmontó el Checkpoint Charlie ni borró el beso de tornillo de Brézhnev y Honecker. Los pisos prefabricados y el Trabant certifican el fiasco comunista. El «antifascismo» no goza allí de la complacencia de aquí. En 1961 el comunismo adjetivó el Muro de «protección antifascista».

En Barcelona, la memoria será creíble cuando, además de señalar la comisaría de Layetana, promueva una ruta de las checas, recuerde el barco-prisión Uruguay, ponga una placa en la cementera de Montcada o haga inventario de los rebeldes y «quintacolumnistas» fusilados en Montjuïc.

Cosas en las que Barcelona es mejor que Berlín. El aeropuerto de Brandeburgo-Willy Brandt, indigno de una capital europea: aterriza el avión y debe aguardar media hora la actuación de los servicios de pista: «Este aeropuerto es un desastre», lamenta el piloto. De retorno a Barcelona valoramos la solvencia operativa del Prat: deberá ampliarse para mantenerse entre los mejores.

Los patinetes eléctricos. En Berlín el usuario deja el patinete donde le pilla el fin de trayecto. Los patinetes tirados en cualquier lugar constituyen una ofensa al espacio público. Entendemos que en París no se renueve el contrato a las concesionarias. Berlín debería imitar una de las pocas buenas ideas de la alcaldesa Anne Hidalgo. La oscuridad: la «contaminación lumínica» es uno de los mantras del ecologismo y Berlín se sume en la oscuridad absoluta al caer la noche. Las luces mortecinas remiten a una perpetua posguerra en la tenebrosa RDA.

Acabo mi paseo por el Berlín que inspiró a Bowie la trilogía que grabó en los estudios Hansa «by de wall»: 'Low', 'Héroes', 'Lodger'. Una placa recuerda que, entre 1976 y 1978, habitó un apartamento de Hauptstrasse 155 en el barrio de Schöneberg.

Berlín es un aprendizaje histórico, arquitectónico, urbano. La suprema enseñanza es el fracaso del comunismo y el uso cívico de la liberalidad cosmopolita. La diferencia entre el grafiti artístico y el vandalismo pintarrajeado. Que el peor capitalismo es el capitalismo de Estado (sea nacionalsocialista o marxista). Una buena escuela para que los 'pablos', 'yolandas', 'lauras', 'monteros' y 'colaus' no ofendan nuestra inteligencia con su cháchara populista.

«We can be heroes just for one day», cantaba Bowie (la vista clavada en el Muro).

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