John Musetescu, acusado de tres crímenes en Barcelona el día que tenía un billete de vuelta a Suecia
La defensa, en contra de su cliente, reclama su absolución por eximente completa de enajenación y consumo de drogas. Sino, que éstas se tengan en cuenta como atenuantes
«La persona que apuñaló a David es a la que detuvieron en plaza Sant Jaume»
Barcelona
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Iniciar sesiónEl 20 de enero de 2020, John Musetescu tenía un billete de vuelta a Suecia, su país natal. Había pasado una semana en Barcelona, un viaje que sufragó su padre, que le realizó varias transferencias bancarias. Tenía entonces 29 años. Había estudiado ... Derecho, aunque no llegó a acabar la carrera. Sus compañeros de universidad lo describen como un alumno más -«sociable y empático»-, incluso llegó a casarse. Pero aquella fecha, se desplazó hasta un piso de la calle Portal Nou. Tenía un post-it con la dirección. Una de las hipótesis que baraja la Fiscalía es que hubiese acudido al inmueble de Héctor Núñez a comprar droga, ya que allí tenía cocaína, así como una báscula y varios envoltorios individuales. Tampoco descarta que hubiesen mantenido relaciones sexuales. Sobre las 15.00 de la tarde, Musetescu se descolgó del balcón de casa de Núñez, un tercero, con una bicicleta y un casco.
El inmueble estaba en llamas y cuando los bomberos acudieron a sofocarlas, encontraron el cuerpo de Héctor. Estaba en el baño, con una bolsa de plástico atada a la cabeza. Tenía unas 250 lesiones por arma blanca, de ellas, una veintena en el cuello, que le produjeron el degüello. Los forenses no han podido determinar si la muerte la causaron las heridas o la asfixia. A Musetescu le imputan otros dos crímenes, en menos de una hora. El de una mujer de 77 años, Concepción Rosa Díaz, que estaba en el portal de su edificio, y el de David Caminada, empleado del ayuntamiento, al que habría apuñalado cuando trató de arrancarle el bolso y éste se resistió.
La defensa del sueco, en contra de su cliente -que se proclama inocente-, ha reclamado su absolución por eximente completa de enajenación mental y consumo de drogas -cocaína y benzodiacepinas-. En su defecto, ha pedido al jurado, durante la última sesión del juicio este martes, que ambas actúen como atenuantes. Uno de los preceptos en los que se ha basado para introducir esa estrategia -legítima- es que las personas que sufren algún trastorno mental acostumbran a negarlo, como es el caso de Musetescu, del que ha referido, según informes médicos de Suecia, sí sufrió una «depresión severa», algo que niegan los forenses que lo han examinado en España.
Para tratar de ejemplificar que éste no está en sus cabales, también ha recordado que, ya en prisión provisional -donde ha llegado a agredir a los funcionarios-, el acusado manifestó su intención de escribir un libro con el que pretende ganar el premio Nobel. Lo cierto es que los especialistas descartan que Musetescu esté enfermo. Sí refieren en él un trastorno antisocial, con ataques de ira. También rechazan que el consumo tuviese algo que ver en los crímenes que se le imputan. Especialmente, el de benzodiacepinas, que son sedantes. Por ello, tal y como apuntó uno de los forenses en la sala, su efecto sería el contrario al que se describe en el sueco, aquella fecha.
Durante el informe final, su abogada ha intentado demostrar que las pruebas que existen contra su cliente son insuficientes. Primero, porque pese a que en sus zapatillas se localizó una gota de sangre que pertenecía a Núñez, en el domicilio de la víctima no se recogió ninguna huella del acusado. «Nos hablan del fuego, del agua de los bomberos pero, ¿y de la barandilla por la que se descolgó? ¿Y de la puerta? ¿O es Spiderman y no la usó?», ha cuestionado. También ha reprochado que en ningún momento se haya aportado la triangulación del teléfono de Musetescu para demostrar que, efectivamente, él fue quién cometió los tres crímenes en menos de una hora, situándolo en los escenarios.
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Más complicado es desvincular al acusado de la muerte de Concepción. En los bolsillos del pantalón que portaba cuando lo detuvieron había sangre de la víctima. Su abogada ha argumentado que los restos provenían de las gafas y del monedero que le sustrajo, pero que «no existen pruebas» -ni imágenes ni testigos- de que Musetescu la matase. También ha alegado que éste no se llevó los 160 o 180 euros que la anciana llevaba encima. «No tenía necesidad de robar, llegó a Barcelona con ayuda económica de sus padres», ha esgrimido.
«Mi intención es introducir dos variables: que el trastorno o el consumo o abuso de cocaína y benzodiacepinas le hacen ver la realidad de forma distorsionada, en una situación de pánico y terror, e incluso a no ser consciente de sus actos», ha defendido la abogada ante el tribunal del jurado. También ha alegado que el vídeo que capta como su defendido se desliza por el balcón de Núñez muestra un «bulto», y no se puede inferir que dicho «bulto» fuese John. Y ha ido más allá: «¿Si damos por bueno que cometió los delitos, por qué no huyó? Tenía un billete de avión...se podía ir. No lo hizo porque no sabía la realidad en la que estaba viviendo».
En la misma línea, ha aludido a las contenciones que los sanitarios realizaron al acusado tras su detención, cuando lo trasladaron hasta el Hospital del Mar, para examinarlo -como marca el protocolo-. Por su parte, el fiscal, Manuel Sancho, ha insistido en la culpabilidad de Musetescu quien, pese a negarse a declarar -también a ejercer su derecho a la última palabra- sí ha interrumpido la vista en algunas ocasiones.
En el banquillo de los acusados, junto a una traductora, y custodiado por los Mossos, ha exhibido alguna que otra sonrisa de sorna, e incluso ha ido más allá. «Ha estado interviniendo durante todo el juicio, en una actuación calculada», ha expuesto Sancho, a lo que Musetescu ha reaccionado con otra risa. La primera intervención del sueco se produjo después de que el forense certificase que carece de empatía. «¿Cómo puede decir que no tengo empatía?», reaccionó.
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«Es de todo menos empático, tres familias se hanquedado sin madre, marido o hijo. Y pese a ello, no le hemos visto empatía», ha proseguido el fiscal. En otra de las sesiones, Musetescu también se desvinculó del crimen de Concepción Rosa Díaz. «Yo no tengo nada que ver con esta muerte», argulló. Tenía ADN de la víctima en su ropa. También su cartera, ha recordado el representante del Ministerio público.
Respecto a la tercera muerte, la de Caminada, el fiscal ha apuntado que fueron los compañeros de la víctima lo que salieron tras Musetescu y le dieron 'caza' unos minutos después. «La persona que apuñaló a David es a la que detuvieron en plaza Sant Jaume», atestiguó uno de ellos durante el juicio.
La Unidad de Homicidios recopiló -en un trabajo de varias semanas- el recorrido que realizó el acusado, a través de imágenes de cámaras de seguridad. «El agente que hizo el informe certificó que la persona que saltó por el balcón de Héctor Núñez y el detenido en Sant Jaume eran la misma», ha defendido Sancho. No ha podido determinarse exactamente qué ocurrió en la vivienda de Héctor. «Lo que sí sabemos», ha apuntado el fiscal, «es que lo que pasó despertó la ira y rabia que produjo todo lo demás». La víctima, según la autopsia, tenía 250 lesiones con arma blanca -«algo estremecedor»- y no pudo defenderse.
«¿Tenemos alguna prueba de que tenga algún problema mental? Él no lo ha dicho en ningún momento, lo plantea su defensa porque es su obligación. Aquí es donde lo tiene que probar con la misma contundencia que está probado que mató a Héctor, Concepción y David», ha concluido el fiscal que, tras retirar la petición de prisión permanente -en base a las directrices fijadas por el Supremo- reclama una pena de 95 años de cárcel para el acusado.
Tras la última sesión del juicio, el jurado, tendrá que emitir un veredicto en los próximos días para determinar si Musetescu es culpable o no y, en el primer caso, si actuó en plena posesión de facultades, o si los tres crímenes son obra de un perturbado.
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