Jaume Giró fracasa en su enésimo intento de ser alguien

En Repsol y en La Caixa, Giró compró voluntades sobre todo mediáticas con el amplio presupuesto en comunicación de las dos entidades, y aunque sobre todo en los años del proceso independentista hizo bien su trabajo y una institución tan sensible como La Caixa no fue atacada por ninguna de las dos partes, enseguida se dedicó a utilizar políticamente su posición, acercándose a Esquerra para forzar la sustitución -a través de la Generalitat- de su presidente, Isidro Fainé. Tras su despido y buscando un foco que le diera notoriedad, para continuar siendo alguien en un «mundillo» al que había accedido con un presupuesto del que ya no disponía, intentó hacer carrera como candidato a la presidencia del Barça. Primero especuló con presentarse por su cuenta, y al darse cuenta de que no tenía ninguna posibilidad se ofreció a Víctor Font, que lo rechazó, y finalmente a Joan Laporta, que tampoco tenía una elevada opinión del personaje pero lo aceptó porque le faltaba dinero para avalar su candidatura y Giró prometió algunos de los millones que había cobrado de indemnización por su salida de La Caixa.

Tras la victoria electoral de Laporta y cuando fue el momento de avalar a la junta para que pudiera tomar posesión efectiva del cargo, Giró se retiró al considerar que era temerario arriesgar sus ahorros en un proyecto llevado por incompetentes e irresponsables -lo que sin duda era cierto- pero eso ya lo sabía antes de meterse y lo que en realidad tuvo fue un ataque de celos porque nunca formó parte del círculo de confianza del presidente, al que no pocas veces, durante la campaña, había ninguneado en público dando a entender que el club, por detrás, lo llevaría él.

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El salto a la política fue lo siguiente en su afán por continuar flotando en el charco de las vanidades. Su enlace fue Jordi Sánchez, el presidente de la Assemblea Nacional Catalana (ANC), que a pesar de estar en la cárcel -o precisamente por ello-, condenado por el Tribunal Supremo por el golpe al Estado, estaba al cargo de decidir alguno de los consellers.

Jordi Sánchez venía del mundo independentista pero del ala izquierdista, y era adjunto al defensor del pueblo (síndic de greuges) en Cataluña, cuando David Madí le requirió para que presidiera la ANC. Madí, mano derecha de Artur Mas, no quería que Esquerra controlara esta entidad y era amigo de la juventud de Sánchez, al que conoció en la organización independentista de los 80-90 llamada Crida a la Solidaritat.

Sánchez estuvo de acuerdo en dar el salto pero siempre y cuando alguien le garantizara el sueldo (la presidencia de la ANC no está remunerada) y David Madí consiguió que le nombraran a dedo director del Observatorio de los Derechos de la Fundación Pompeu Fabra, un cargo de nueva creación otorgado y patrocinado directamente por la Fundación La Caixa, cuyo director general era entonces, ¿quién?, Jaume Giró.

Sánchez, cercano a Madí y por lo tanto Junts, propuso a Giró como consejero de Economía, y Giró enseguida traicionó a los suyos para hacerse el cercano al entonces presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, de Esquerra. En Madrid, fue por detrás de Junts a los distintos partidos nacionales a pactar transacciones a cambio de aprobar los presupuestos de Pedro Sánchez (entre 2021 y 2022) y cuando los lugartenientes de Puigdemont en el Congreso se dieron cuenta de la artimaña, no sólo dinamitaron los acuerdos a los que Giró había llegado sino que Giró cayó para siempre en desgracia.

El todavía consejero de Economía fue entonces a la guerra por controlar el partido, y tanto fue así que cuando Puigdemont decidió romper con los republicanos, Giró lideró la campaña de signo contrario a las pretensiones del forajido en la consulta a la militancia que acabó avalando por un estrecho margen la ruptura.

Intentó ser el candidato a la alcaldía de Barcelona y Puigdemont lo vetó. Intentó liderar una nueva etapa de Junts en Madrid y Puigdemont tampoco se lo permitió. Durante meses publicó una bizarra colección de vídeos y fotografías en Instagram, tanto de su vida pública como privada, que parecían encaminados a dar cuerpo a un liderazgo, pero nadie fue capaz de entender de qué o para qué.

En abrupta salida de Junts no ha explicado a qué aspirará en el futuro, aunque no hace falta: a lo que siempre ha aspirado Giró es a demostrar a La Caixa y a su presidente que se equivocaron prescindiendo de él. Lo único que queda por saber es bajo qué disfraz o aventura lo intentará la próxima vez.