La sorpresa de Jaume Giró
El exdirector general de la Fundación La Caixa asumirá la cartera de Economía
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Iniciar sesiónDe Lluís Companys a Pere Aragonès. De Carles Puigdemont a Elsa Artadi. Cataluña está aún en la fase de la negación, de la sobreactuación y del fraude. Todo el mundo ve que los jugadores continúan chutando y todo el mundo sabe que el ... partido se ha acabado. La sombra de Esquerra vuelve a ennegrecer la política catalana, y los post convergentes, que son los nietos y biznietos de los votantes de la Lliga que terminaron asesinados por la FAI en las cunetas del Tibidabo, no creen llegado el tiempo de despertar y piensan que aún les sale más barato vivir del simulacro.
No va a pasar nada
Pasar, lo que es pasar, no va a pasar nada. Pero el nombramiento de Jaume Giró como consejero de Economía es el más sensato y constructivo del independentismo desde hace 10 años, y da credibilidad a la voluntad de reconstrucción económica expresada por Aragonès en su discurso de investidura y por fin un claro contraste con el atraso que Esquerra y Junts le han causado a la «nación» que tanto dicen defender, ni hasta qué punto su supuesto patriotismo ha sido pernicioso, venenoso para las vidas concretas de los catalanes, para la convivencia y para la economía.
Pere Aragonès y Giró mantienen desde hace años una cordial y estrecha relación. La relevancia política del nombramiento tiene que ver con el doble factor de que Giró entiende las finanzas, es prudente y huye de populismos estériles; y también con su buena relación con Madrid, tanto en el ámbito político como en el empresarial, forjado en los tiempos en La Caixa.
Desde el punto de vista social, su directa implicación en la Fundación de La Caixa, que es desde donde principalmente trabajó con su presidente, Isidro Fainé, le hace acreedor de una no siempre frecuente proximidad con el dolor y la dificultad entre ejecutivos y empresarios.
Será un gobierno distinto del anterior, pero sin que ningún avance intelectual se haya producido. Cambiarán los modos, cambiará con Giró el arquetipo de que «todo es culpa de España» , pero no cambiará el paradigma independentista, y el delirio en que todo se basará continuará siendo exactamente el mismo. La bronca entre los socios augura una corta legislatura, pero también la de Torra tenía que serlo y ha durado tres años: no sería nuevo, ni extraño, que el independentismo hiciera de la necesidad, virtud. La última vez que la Generalitat tuvo un presidente de ERC, Cataluña acabó fatal y el propio presidente, mucho peor. Han pasado casi 90 años y los catalanes, más que aprender de los errores de la Historia, los estamos volviendo a coleccionar, como quien acude a comprar ropa en una tienda vintage.
Por su parte, Junts hace ver que tiene dos almas pero ni Jordi Sánchez ni nadie en su partido habría tomado una decisión del calibre de investir a Pere Aragonès sin la expresa aquiescencia de Carles Puigdemont. El fugitivo juega a hacer ver que no apoya el acuerdo por la rabia que siente de haber perdido las elecciones, y de haber quedado tercero, pero entendió justo a tiempo que no podía negarse a favorecer la presidencia de Esquerra. Así lo ha hecho, y así lo ha mandado hacer, aunque sea en la distancia.
La mentira, en el centro
De un lado, un Jordi Sánchez soso y encarcelado, pero muy hábil, ha arrasado a Esquerra en la negociación, quedándose los puestos clave del Govern, que en resumen son las carteras que controlan el dinero y los medios de comunicación; y del otro, un Puigdemont escéptico y desganado se reserva el poder hacer saltar la legislatura por los aires cuando interprete que está en disposición de ganarle unas nuevas elecciones a ERC con la promesa, que por supuesto tampoco cumplirá, de proclamar la independencia al día siguiente de ser investido presidente. Una investidura que tampoco se producirá porque, como ya tuvo la ocasión de demostrar , no piensa asumir el riesgo de volver a España y ser encarcelado. Elsa Artadi, que como Feijoó es muy cobarde, ha preferido no ensuciarse y esperar una ocasión más clara.
La mentira permanece en el centro de la política catalana. La mentira de los partidos y de los líderes independentistas , por descontado; pero sobre todo la mentira de la mitad de los catalanes, que manifiestamente han votado que les continúen engañando.
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