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UN TIEMPO PROPIO

De soltera, selectividad

No puede haber diferencias importantes entre los estudiantes de una comunidad y otra, porque está en juego el futuro profesional de miles de jóvenes españoles

Elecciones europeas

Diferentes varas de medir

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Salvador Rus Rufino

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El título del artículo se lo he copiado de Carlos Herrera. Aún recuerdo aquel junio de 1976 en el que me examiné de la Selectividad, hoy Ebau, o con 'v' como lo escriben en algunas comunidades autónomas. Decía que corrían los primeros días de junio ... en una Sevilla que más que primaveral, parecía veraniega. Todavía se podían ver y oler las jacarandas en flor, pero poco a poco el calor del verano se iba apoderando de la ciudad. Amaneció, como diría Antonio Machado, como unos de «Estos días azules y este sol de la infancia». Los béticos estábamos orgullosos de nuestro equipo, habíamos quedado séptimos por encima del eterno rival, de cuyo nombre no quiero acordarme. El nerviosismo se fue incrementando conforme se acercaba el día de la prueba. Me reuní con tres amigos y nos fuimos en el autobús a la Facultad de Medicina donde se realizaba el examen. En esa época los padres no llevaban a sus hijos a los exámenes. Provistos con nuestros DNI, varios útiles de escritura, unas viandas y con mucha ilusión por concluir el largo período del colegio y del instituto, es decir, doce años de intensa formación donde aprendimos mucho de lo que seguimos reteniendo en estos momentos. El examen fue llevadero y las calificaciones también fueron muy buenas. Cuando recogí la papeleta con las notas sentí que cerraba una larga etapa vital y comenzaba una nueva singladura que ha durado toda mi vida.

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