Nathalie Baye, Espiga de Honor de la Seminci: «La primera vez que trabajé con Truffaut como actor me pareció castastrófico»

La actriz francesa, con medio siglo de trayectoria a sus espaldas, confiesa que llegó al cine «por azar»

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La actriz francesa Nathalie Baye, que este martes recibirá la Espiga de Honor de la Seminci ICAL

Henar Díaz

VALLADOLID

Si ayer el reconocimiento fue para la gran dama del cine y teatro español Blanca Portillo, esta noche los honores de la Semana Internacional de Cine de Valladolid (Seminci) se los llevará la gran intérprete francesa Nathalie Baye, una actriz que «lejos de concebir ... la interpretación como una mera forma de vida, se fue construyendo película a película», ha señalado el responsable de programación del festival, Javier Estrada: «Recorriendo su trayectoria encontramos películas que forman parte de nuestro imaginario cinéfilo, con personajes que han quedado en nuestra memoria y más allá», ha añadido, recordando que ha trabajado «con algunos de los más importantes creadores de la historia del cine, entre otros los grandes pilares de a Nouvelle Vague».

Nacida en 1948 en un pequeño pueblo de Normandía, a los 14 años dejó el colegio para cursar estudios de baile en Mónaco, antes de viajar a Estados Unidos para continuar con su formación. A su regreso a Francia, estudió en el Conservatorio Nacional de Arte Dramático de París, graduándose en 1972 con un segundo premio en comedia, comedia dramática y teatro extranjero.

«He tenido muchísima suerte porque pude empezar mi carrera con directores muy importantes», ha apuntado la actriz, recordando que cuando comenzó -François Truffaut le dio su gran oportunidad en 'La noche americana' (1973)- «no sabía de cine, no pensaba en cine» y que lo suyo era el baile y el teatro. «Fue una casualidad y una suerte trabajar con Truffaut. Llegué al cine por azar y gracias a él pude avanzar más rápido. Es una persona para la que los proyectos son muy importantes y eso nos alimentaba a nosotros como actores. Es importante empezar con directores así de interesantes y que trabajan de esa forma. La suerte es un componente importante, pero también el trabajo».

La actriz ha hecho un breve repaso de su trayectoria en una rueda de prensa convocada con motivo de la entrega, en la tarde de este martes, de una Espiga de Honor, un reconocimiento por el que ha confesado sentirse «muy emocionada y feliz». Ha confesado que durante su etapa de niñez y juventud la escuela no se le dio bien, «no tenía buenas notas», lo que para ella era «muy frustrante», así que verse con el paso del tiempo en este veterano festival, «que me hayan invitado para hablar de mi trabajo es una suerte y honor».

Preguntada por cómo ve la evolución del cine francés, ha apuntado que a veces «está en un punto muerto», algo que ha recordado que también ocurre en otros países. «Los franceses van mucho al cine y años atrás hubo películas buenas, pero últimamente no tanto», ha opinado echando mano de su propia experiencia: «He recibido bastantes guiones pero hay muchos que no me han gustado. No tenía ganas de entrar en esas historias».

Truffaut, «catastrórico» actor

Cuestionada también por su experiencia con Truffaut como actor, la intérprete no se ha mordido la lengua y ha recordado que «la primera vez» que trabajó con él «me pareció muy malo, muy falso, catastrófico». Ha confesado que tuvo «miedo» de «empezar a hablar como él» porque suele pegársele el acento de la gente con la que trabaja. «Se lo dije, él me miró con sus grandes ojos, pero luego todo fue bien». «Es algo curioso trabajar con un actor que a la vez es director, él no lo decía mucho, pero le gustaba mucho ser actor».

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