La 'intrahistoria' de cómo Vetusta Morla hilvana el «canto a la vida» que Martín Cuenca propone en 'El amor de Andrea'

Quien habla es David García El Indio, batería de Vetusta Morla, que junto al resto de los miembros de la banda han pasado este lunes por Valladolid para participar en la presentación de 'El amor de Andrea', el nuevo trabajo de Manuel Martín Cuenca, un drama que «en el fondo es una huella de la felicidad de la vida», ha defendido el director en la rueda de prensa de presentación a los medios: «La película es claramente un canto a la vida, a pesar de que estemos contando cómo es en realidad la vida. El drama nunca gana, siempre ganan las ganas de vivir», ha continuado.

El nuevo trabajo de Manuel Martín Cuenca cuenta la historia de Andrea, una joven de 15 años a la que le toca asumir el rol de adulta, a la vez que intenta recuperar el amor de su padre, que desapareció de su vida cuando se divorció de su madre. Su única vía de escape y de conexión con el que el mundo que le debería haber tocado vivir es la férrea amistad que a pesar de todo mantiene con Abel, su compañero de instituto. Es precisamente en esos momentos de 'luz' donde entra en juego la música de Vetusta Morla.

«Tuvimos muchas conversaciones con Manuel sobre dónde tenía que estar la música en una película tan transparente en casi todo, tan de personas, de personajes, y sobre todo de Andrea. Nos dimos cuenta de que la música tenía que acompañar a Andrea, no tenía que subrayar otro tipo de conflictos en la película. Y que dentro del mundo de Andrea, además de su realidad complicada había un imaginario, una esperanza muy fuerte en su manera de pensar, en su manera de evadirse consigo misma y era ahí donde tenía que entrar la música», detalla David en una entrevista con ABC.

Cuenta también que a diferencia de lo que ocurrió con 'La hija', en este ocasión la banda madrileña comenzó «la casa por el tejado» y «lo primero que hicimos fue la canción original -que interpreta la voz canaria Valeria Castro- y escribir esos versos que proyectan un poco lo que puede ser Andrea no en ese momento sino en el futuro. Tanto musicalmente como a nivel de texto nos ayudó a entender el resto de la banda sonora. Esa canción se la enseñamos a Manuel al final porque no quería que hubiese ninguna, pero lo que hicimos fue ir desgranando fragmentos tanto musical como rítmicamente de la canción en el resto de la película para que luego te encontraras con ella como una conclusión de todo lo que estábamos viendo no solo musical sino también narrativamente«.

Pese a la negativa inicial, el batería de Vetusta Morla cree que Manuel accedió porque «sabíamos que iba a ser imprescindible que una película con la mirada de una chica de 15 años y un conflicto como el que tenía necesitaba una voz que musicalmente se emparejara con lo que era el personaje de Andrea». «Creo que cuando Valeria (Castro) ya estaba dentro, todo fue más fácil con Manuel, porque ya entendió todo».

Para Valeria, que se unió en la última parte del «proceso», el trabajo en 'El amor de Andrea' ha supuesto todo un «reto». «Estaba la esencia de Vetusta Morla, la esencia de la película y la mía propia y había que sumarlas con esa visión de tener que ser la voz de Andrea musicalmente»: «Intenté ponerme en la piel de esa niña que tiene que ir buscando el amor».

Aunque ya conocían la manera de trabajar de Martín Cuenca, Guillermo Galván (guitarra) sostiene que la «principal dificultad» que se encontraron en esta ocasión era que «él quería que compusiéramos una música que realmente no es la habitual que nosotros solemos hacer», así que se tuvieron que acercar a «todo ese universo» que quería el cineasta, que tiene que ver «con los cantes de ida y vuelta, con la música tradicional, y también el tema de la Semana Santa, el mundo de las guirigotas...»

«El reto era cómo hacer algo que tuviera todo ese aroma iberoamericano, pero que no fuera muy evidente. Y luego por el mero hecho de hacerlo nosotros, creo que nuestra esencia y personalidad también está ahí presente».

Sobre el proceso de composición, Guillermo Galván ha especificado que «a Manuel le gusta hacer el viaje con todos los equipos de la película y nosotros no hemos dejado de ser unos actores más que nos ha ido llevando y donde con nuestro trabajo él ha ido entendiendo o completando cosas de su propio guion». «En todo proceso musical o cinematográfico, aunque tú tengas una idea muy clara, tienes que escuchar y tener las antenas abiertas porque habrá cosas que se tendrán que modificar».

En este sentido, ha recordado que inicialmente tenían una parte compuesta de la banda sonora que «acompañaba más al padre» de Andrea, «que era más oscura, y al final Manuel decidió que nos fijáramos solo en Andrea y dejar todo eso fuera».

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En ese trabajo de trabajo de creación también tuvo mucho que ver el lugar escogido. Manuel Martín Cuenca tuvo muy claro que el emplazamiento de su nueva película tenía que ser Cádiz y la elección de la 'tacita de plata' también «ayudó» a Vetusta a centrarse en lo que querían hacer, ha confesado David García: «En el rodaje estuvimos un par de películas, vimos lo que suponía ese lugar. A mí me llamó mucho la atención encontrar 'la cara de atrás' de Cádiz, ese Cádiz de invierno que mira hacia dentro, lleno de historietas que muchas veces tienen que ver con otro tiempo. Es una ciudad que ha sido grande, fue el paso de todo lo que entraba y salía hacia América, tanto económicamente como a nivel cultural».

No hubo «pautas» muy diferentes a las que tuvieron con 'La hija', aunque recuerda que en este nuevo trabajo «el tipo de música que quería hacer Manuel, que fuera muy tocada, muy acústica, era precisamente lo contrario a nuestra electricidad, a la parte de manipulación sonora y a la parte electrónica». Así que hicieron «como cuando éramos jóvenes. Nos íbamos al parque y nos poníamos a tocar cada uno una cosa con una pantalla puesta con las imágenes y secuencias a las que teníamos que poner música y de una manera muy natural e instintiva fuimos probando los diferentes instrumentos para ver qué encajaba mejor».

Sobre su ligazón al mundo del cine -Pucho, confeso enamorado del séptimo arte, actualmente ejerce de jurado en la sección 'Punto de Encuentro' de la Seminci- recuerda que «siempre» han tenido una relación «muy íntima» con él, y «ahora de manera natural nos están llegando propuestas» que tratan de hacer «sin olvidar que somos una banda que nos dedicamos a otro tipo de cosas, y siempre mirándolo desde el respeto más absoluto a la profesión y a la gente especializada en bandas sonoras, de la que tenemos mucho que aprender». Aún así, concluye el batería, «nos da mucho oxígeno el poder hacer cosas que se salen de nuestra pauta habitual de hacer discos y girar».