Ken Loach: «La buena gente también es susceptible al problema del racismo»
Uno de los directores más laureados en la Seminci vuelve al festival para presentar 'El viejo roble', donde defiende que «la esperanza» para un mundo mejor reside en «la solidaridad»
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VALLADOLID
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Iniciar sesiónLa Semana Internacional de Cine de Valladolid (Seminci) ha enfilado su cuenta atrás con otro de sus cineastas de cabecera. Si el sábado la 68 edición se estrenaba con Agnieszka Holland, cuya trayectoria cinematográfica es prácticamente tan larga como la relación que ha ... mantenido con el festival, este viernes ha sido el turno de Ken Loach, vinculado al veterano certamen vallisoletano desde que su segundo largometraje, 'Kes', fuera el gran descubrimiento de la edición celebrada en 1969 y a la par puerta de acceso de la filmografía del director británico a nuestro país.
Desde entonces, gran parte de sus trabajos han pasado por Seminci, llevándose de él muchos de ellos el aplauso del público y el reconocimiento de los críticos -'Mi nombre es Joe' (1998) y 'Felices dieciséis' (2202) fueron Espigas de Oro-, tal y como ha recordado el actual responsable de la programación del festival, Javier Estrada, que ha destacado la «coherente carrera» del británico en «la manera de observar el cine y la vida». Lo ha hecho en la presentación ante los medios de 'El viejo roble', la película con la que Ken Loach vuelve a competir en el certamen vallisoletano, un film «que habla de la solidaridad» y de que «aún podemos confiar en el ser humano» que ha arrancado el aplauso del público. Más efusivo ha sido aún el dedicado al propio director en la sala de prensa, en la que el cineasta ha estado acompañada por el guionista Paul Laverty, habitual de sus trabajos.
En su último proyecto, premiado en Locarno tras su paso por Cannes, Ken Loach fija su mirada en una barriada de la ciudad de Durham, al noreste de Inglaterra, en decadencia desde que la década de los ochenta cerraron las minas y cuyos vecinos sobreviven sin apenas trabajo. Allí, entre casas vacías, objeto de la especulación inmobiliaria, sobrevive 'El viejo roble', el pub que regenta TJ (Dave Turner). Como el último vestigio de una época mejor, será testigo del giro xenófobo que experimenta una clase obrera deshauciada olvidada por políticos e instituciones, soliviantados algunos de ellos con la llegada al vecindario de familias de refugiados sirios. Pero también será testimonio de la solidaridad individual y colectiva que se despierta en otros pocos vecinos, que no dudan en echar una mano y compartir lo poco que tienen con los recién llegados.
Para Ken Loach, poner la mirada en el comportamiento de gente de la calle y no subrayar explícitamente las cuestiones políticas era «muy pertinente» para hacer «comprender» cómo se «despliega» el racismo. «Lo que intentamos es explicar cómo cuando el conjunto de la comunidad se ve abandonada y la gente no ve futuro cae en la desesperanza, y cuando esto ocurre es cuando la extrema derecha sale a escena y dice que hay que echar la culpa a los inmigrantes», ha sostenido el realizador, quien ha insistido en que la película «no es un discurso político, sino un relato» que quiere mostrar cómo «hay buena gente susceptible al problema del racismo».
La película pone de manifiesto cómo la esperanza reside en la solidaridad y no en la caridad, puesto que refleja la manera en la que al apoyarse mutuamente, las personas «son fuertes y pueden ser capaces de ver una salida». «Si todos los obreros del mundo se dieran cuenta del poder que tienen en realidad, serían imparables», reivindica el personaje principal en uno de sus diálogos. «Si reconocemos lo que compartimos todos y nos apoyamos mutuamente será posible un camino hacia delante», ha sostenido también el cineasta en consonancia con el personaje.
«Estábamos interesados en contar una historia que nos interpelara más», ha añadido Paul Laverty, que ha coincido con su compañero en que esa «furia» cuando uno pierde las riendas de su vida es «legítima» y puede desembocar en «ese racismo», pero «hay que mostrar quien es el verdadero culpable».
Conflictos más intensos
Loach y Laverty llevan trabajando juntos desde los años 90 y en ese tiempo «los conflictos de la sociedad se han hecho más intensos», ha opinado el primero, motivo por el que quizá sus filmes se han hecho «más austeros, más económicos, más reducidos al esqueleto» y «con más precisión en la manera de contar historias y presentar a los personajes y sus trasfondos». «Espero que mis últimas tres películas aporten una imagen del mundo en que vivimos. A lo mejor esto parece un problema de una zona muy concreta de Inglaterra, pero esta situación se da en el resto de Europa», ha reflexionado.
«No puedo recordar un momento en la historia en el que la extrema derecha fuese tan fuerte como ahora», ha aseverado Ken Loach, recordando que en su infancia vio las imágenes de los campos de concentración durante la Segunda Guerra Mundial y esas «horrorosas imágenes ponen de manifiesto lo que la extrema derecha puede hacer».
«Pensemos en lo que está sucediendo en Gaza», ha añadido el británico, para quien «la atrocidad que sucedió en Israel es tan deleznable como lo que está pasando» en la franja. «Los dos son tremendos errores».
Por este motivo, el director de 'El viejo roble' ha advertido de que el mundo se encuentra en un momento de «gran peligro», por lo que es «necesario reconocer esta problemática» para que la humanidad «se una y encuentre un camino unirnos que le de esperanza» para« un cambio potencial».
Un objetivo para el también juega un papel fundamental el cine. «Necesitamos un sector cinematográfico que refleje nuestras historias desde la perspectiva europea», ha apuntado también, recordando que el viejo continente «hay muchas culturas» y el cine debe ser capaz de reflejarlas. «En nuestro país el dominio de las películas comerciales es abrumador. Con la huelga de guionistas nuestra industria cinematográfica tuvo que cerrar y nos vino a demostrar que estamos colonizados por la industria de Estados Unidos».
Asimismo, ha destacado el «faro» que suponen festivales como la Seminci, «más importantes que nunca». «Aquí nos sentimos como en casa», ha añadido el británico, que ha subrayado también que para él, lo más importantes es el «guion» y «a continuación, pensar en quien puede dar vida a los personajes. «Muchas películas ya vienen con un actor de renombre en el paquete. El trabajo de los directores está medio hecho, cuando creo que esa capacidad de encontrar a las personas en las que crees es fundamental».
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