buenos días, vietnam

Soterrarse en vida

Feijóo llega hoy a Valladolid, pero para el caso como si llegara a Sevilla

Decir que no

Promesas que nadie cumplirá

Inicio de la campaña del PP en Valladolid ical

No hay problema en que un político prometa, de la misma forma en que tampoco podría encontrarlo porque las cigüeñas crotoren, los periquitos píen o los ciervos berreen. Igual que un pez nada… nada nuevo. Es el sonido habitual de un servidor de lo público ... que en campaña se desgañita como cualquier especie llegado el momento de la reproducción. Dios los cría, los ciudadanos los votan y ellos… Ellos prometen. Prometen por la patria, por su abuela -la suya y la de España también-, por Snoopy, por la gloria de su madre, por su conciencia y su honor, por sus hijos, ante notario, ante los periodistas y sobre la tumba que se van cavando. Porque el político es el único animal al que yo he visto prepararse su propio boquete funerario con ganas. Cavan en quince días la tumba en la que se enterrarán durante los próximos cuatro años. «Aquí yace Fulano, ex algo de alguna administración, muerto por una promesa que se le atragantó.» Quien sabe si fue aquello de reducir la deuda pública, o lo de generar nuevos empleos, tal vez lo de rebajar el gasto público, o eso que ahora ya no se estila de limitar los mandatos…

Feijóo llega hoy a Valladolid, pero para el caso como si llegara a Sevilla. Dirá qué grandes los candidatos del Partido Popular, que abajo el sanchismo y arriba Galicia y más arriba el océano. Lo diferente a cualquier otro lugar de España es que a Valladolid llega dispuesto a prometer el soterramiento, que es aquella vieja propuesta de Javier León de la Riva, la misma que firmó Puente ante notario para incumplirla continuadamente durante ocho años y con la que ahora Carnero pretende ganar las elecciones. Que venga el posible presidente del Gobierno a jurar sobre la cuna de Felipe II que la obra se realizará, nunca está demás. Ya sólo le queda lo único que nos importa a los demás: Ganar la Moncloa y cumplir la promesa. De lo contrario, más que una promesa, será una tumba abierta y un muerto que volvieron a sacar a pasear para enterrarse en su lugar, porque el político es el único animal dispuesto a soterrarse en vida.

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