Festivales que llenan de vida la España vaciada
Son muchos, se celebran en recónditos lugares y sus propuestas están alejadas de los 'inabarcables' carteles de los 'grandes', pero siguen ganando fieles. Sus organizadores creen que dan «visibilidad» a «otras realidades»
Festivales clásicos de Castilla y León que nunca fallan

Dar visibilidad a la España despoblada, fomentar el sentido de pertenencia y que los jóvenes tengan motivos para visitar los lugares de origen de su familia más allá de la fiesta del verano son algunos de las razones por las que los festivales de música ... asentados en el medio rural no han dejado de crecer en la última década. En un país repleto de estos eventos, donde la música en vivo facturó en 2024 la cifra récord de 725 millones de euros, los pequeños pueblos de Castilla y León no quieren perder este tren. Sus propuestas están en las antípodas de los 'inabarcables' carteles de los macroeventos. Nada tienen que ver tampoco sus cifras de negocio, pero, al igual que lo hacen sus 'hermanos mayores', ganan adeptos cada año. Enclaves de menos de medio centenar de habitantes llegan a multiplicar hasta por 25 su población.
Ocurre en Arenillas (Soria). Después de 'ensayar' con pequeños conciertos veraniegos a principios de la década pasada, los 'hijos' de los que en su día fundaron la Asociación SocioCultural de la localidad soriana se tiraron a la piscina y con más ganas que recursos pusieron en marcha BoinaFest, «un festival autogestionado, diferente y 100% colaborativo». El próximo 9 de agosto celebrarán la undécima edición. Una de sus peculiaridades es la forma de confeccionar el cartel. La mitad de sus artistas llegan a través de una convocatoria a la que solo pueden acceder nacidos o residentes en uno de los más de 1.700 pueblos de España vaciada. Este año los elegidos, entre 250 que se presentaron, son Memocracia (Santibañez del Val y Santa María del Campo, Burgos), Vosotros veréis (Almazán y Soria) y La Jaula (San Martín de Boniches, Cuenca).
Con la vista puesta en un público «de lo más variopinto», extenderán sus propuestas durante doce horas. Su financiación corre a cargo de lo que recaudan «en barra». Pese a llevar más de una década, BoinaFest no es el más antiguo. Recuerda Rodrigo Gismera, uno de los miembros de la organización, que antes de que echaran a andar se pusieron en contacto con otros festivales similares. Uno de ellos fue Muñosound, en Muñoveros (Segovia), que nació hace 15 años con la intención de «animar a que la gente acudiese más al pueblo en periodos que no son los de mayor afluencia», explica Álvaro Barahona, uno de sus organizadores.
Dice que su único 'handicap' es «no poder montar un camping», pero aún así, casas rurales y restaurantes del entorno han vuelto a llenarse este pasado fin de semana. Son algunos de los beneficiados de un evento en el que se implican «empresas de la zona», y como ejemplo cita la que ha sido su 'bebida oficial', la cerveza artesana que hacen en Muñoveros. Los vallisoletanos Delameseta, que han encabezado el cartel para su XV edición, «representan muy bien nuestra esencia: aunar la tradición con lo moderno o un rollo más indie». Álvaro está convencido de que estos eventos dan «visibilidad» al «problema» de la despoblación: «Vivo en Madrid y cada año llevo a 30 personas que si no fuera por este festival no conocerían otras realidades».
Sentimiento de pertenencia
«Ayudan a fomentar un sentimiento de pertenencia, a difundir unos valores de un entorno determinado... Al final, la cultura es el mayor hilo de unión», opina Víctor González, uno de los organizadores del PipaFest, que se celebrará los días 25 y 26 de julio en Villada (Palencia). No es el único de la provincia. Menciona otros tantos: 'En un lugar del Norte', en Cervera, 'Tachurock', en Itero de la Vega, 'Corona Fest', en Aguilar... El suyo echó a andar en 2019 y durante dos días llega a reunir a «1.700-1.800 personas», más del doble de su población habitual. Colectivo Pa-namera, El Nido y Sarria serán las 'estrellas' de un programa en el que siempre «intentamos hacer un mix: un poco de folk, un toque de rock y algo más bailable».
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Las modalidades de estos festivales son tantas como su oferta: los hay de un día, de dos, que mezclan estilos, que apuestan por un género... Basta un rápido vistazo por las redes sociales para encontrar un sinfín de propuestas repartidas por todas las provincias. En Burgos, Santillaland, Tresparock, Pollogomez, AlpakaFest, Festivalle, etc.; en Salamanca, Abejarock, Doñinos Rock o el Festival Estrella de Ledesma; Camarzius Fest, en Camarzana de Tera, es uno de los más destacados de Zamora, mientras El Milanito y 4 gatos son algunas de las propuestas que brinda Valladolid. León, una de las provincias con más citas musicales suma, entre otros, Fiestizaje, Observatorio, Reggaeboa, Moredarock y el Porma Music Summer Festival. Son solo una representación de la oferta. Otros tantos nos dejaremos en el tintero.



Los hay como el Repica Balboa (antes VibraBalboa) que tuvieron que cambiar de nombre «por la reclamación de una marca». Hasta ese bello municipio del Bierzo llegó hace ya bastantes años Rubén Capelán con su grupo Chotokoeu y «quedamos enamorados» del lugar. Fue entonces cuando le surgió la idea de organizar en este enclave un festival del que este año se celebra su séptima edición. Una de sus peculiaridades es que «repartimos las propuestas por todo el municipio»: en los bares, en la playa fluvial, a los pies del castillo medieval... Dice que «la calidad» siempre ha sido la base de un programa «muy ecléctico», que gira en torno a la etiqueta de 'músicas del mundo'. Esta edición, que se celebrará del 4 al 7 de septiembre, contará entre otros artistas con Amparo Sánchez, la que fuera líder de Amparanoia. Su oferta, unida al buen emplazamiento del lugar –junto a la A-6–, ayuda al reclamo y al pequeño enclave berciano, que con apenas 60 personas censadas, llegó en su última edición a «unas 700». Con el tiempo han visto que el festival tiene otras consecuencias positivas más allá de su impacto económico: «Muchos de los asistentes luego se han acercado a lo largo del año a Balboa para conocerlo en otro contexto más tranquilo».
En la provincia burgalesa, los días 25 y 26 de julio ya están marcados en rojo en el calendario de estos eventos. Es cuando en Villangómez se celebra Pollogómez, que debe su nombre a que tradicionalmente era uno de los pueblos de Castilla y León que más de estas aves criaba. La cita ha crecido de tal manera que hace unos años se vieron obligados a empezar a cobrar entrada «por temas de seguridad». El municipio, de poco más de 200 personas, puede tener una afluencia de «entre 2.000 y 4.000». Roberto Nebreda, uno de sus organizadores, destaca que «todo el pueblo se vuelca» en el evento. Como muestra, hace referencia a uno de los 'atractivos' de la cita más allá de la música: «En un día se pueden llegar a asar mil alitas».
Este 2025 los habrá también novatos. Luminarias Sound se estrenará en la localidad soriana de Pedro el 10 de agosto, impulsado por un grupo de jóvenes que querían recuperar el espíritu de un antiguo festival «que nuestra generación no pudo disfrutar», explica Susana Alcázar. Dice que uno de los objetivos del proyecto es «reivindicar» que pueblos como el suyo «no queden en el olvido». La organización tiene la intención en un futuro de «extender las actividades culturales durante todo el año». Sería lo ideal, opina el compositor y vocalista de El Nido, quien ve «bonito» que estas citas se convirtieran en un reclamo que pueda hacer que los recursos lleguen y que este tipo de iniciativas tengan cabida «en otros momentos».
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