Enrique Pascual: «Cuanto más fuerte sea Castilla y León en sus vinos, mejor para todos»

«Cuanto más fuerte sea Castilla y León en vinos, mejor para todos», defiende Pascual sobre un sector que además de viticultores y bodegueros, va más allá de las barricas, las botellas que se descorchan y las copas que se llenan. El enoturismo, por ejemplo, «está tirando mucho», puntualiza.«También con un fin colaborativo con la administración para exponer nuestros problemas y proponer nuestras ideas para que puedan tomar decisiones» para «mejorar al mundo del vino en todos los sentidos», explica Enrique Pascual. «Ellos no viven el día a día», reconoce. «Que nos escuchen», clama, dando voz a esta asociación en la que ya están las DO Ribera del Duero, Rueda, Bierzo, Cigales, León, Arribes, Arlanza, Tierra del Vino de Zamora, Valles de Benavente, Cebreros y Sierra de Salamanca.

Entre todas, rozan los 12.000 viticultores, superan las 600 bodegas y sobrepasan las 54.000 hectáreas de viñedo.

Luchar «contra la excesiva carga burocrática» es uno de los cuatro objetivos que alentaron esta unión. Pese a que pueda parecer que poco o nada tienen que ver las demandas de denominaciones tan dispares y dispersas, que van del blanco al tinto y el rosado, en zonas más llanas y escarpadas y climas que no se parecen, y que precisamente se caracterizan por sus particularidades. Pero, «yo creo que sí», sostiene Pascual sobre esa unión, a la vez que defiende que no es incompatible y, de hecho, «es bueno que haya diversidad para que haya para todos los gustos y bolsillos» y lograr vinos «que sean muy capilares en los mercados» y «abarque diferentes segmentos».

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«Curiosamente, tenemos más cosas en común de lo que parece», subraya el presidente de la principal DO de Castilla y León en nombre de sus colegas, tanto pequeñas como grandes denominaciones. Y es que, señala, «ya desde hace tiempo» mantenían un «ambiente bueno» entre ellos, con «buen 'feeling'» que ha dado lugar a Avocyl. «Era una relación que había que formalizar para adquirir más fuerza», con la confianza de que entre todos podrán llegar «más lejos» en sus demandas y aspiraciones que «individualmente».

En esa lucha, la «defensa de la calidad amparada por las denominaciones de origen» figura en la cabecera de sus objetivos. Y es que, apunta Pascual, si el mundo del vino «en general tiene un problema», España lo tiene «en particular». En un contexto de consumo de este producto a la baja, explica, «la imagen del vino» español en otros países «no es buena». «Castilla y León tiene buena calidad. Y si tiene calidad y puede aportar ese granito de arena», lo dan por un avance, pues, pesa que «esa fama» de caldos con origen español «regulares tirando a malos arrastra a los otros» en la clave de la exportación. «Si así luchamos para que se considere al vino en el puesto que se merece, algo habremos hecho», señala.