Clases de apoyo rumbo al éxito en Matemáticas, Lengua e Inglés

«Es mucho mejor que vengan aquí, a su propio centro», manifiesta, y destaca también que la comunicación es más fluida y directa con los profesores de esta manera que si el apoyo viniese de fuera. Y es que de lo que se encarga esta iniciativa es de prestar un refuerzo –las clases particulares de siempre– gratuito a los alumnos que lo deseen en las asignaturas de Matemáticas, Inglés y Lengua en primero y cuarto de la ESO. Lo que antes se dejaba en manos de academias o profesores particulares se impulsa así desde los propios institutos. Una actividad que comenzó en 2007 y que se desarrollaba al principio en los meses de verano para ayudar a los estudiantes rezagados en la misión de aprobar las asignaturas suspensas. El tirón y los frutos cosechados fueron tales que se ha ido extendiendo a más cursos y a nuevas asignaturas. Con el tiempo se decidió que, además de los meses estivales, las clases de refuerzo pudieran impartirse también durante el resto del año.

Un modelo que ahora dará el salto a toda España, tal y como anunció el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en la convención del PSOE celebrada recientemente en La Coruña. No está claro si será exactamente igual que el de Castilla y León, pero sí que incluirá un plan de refuerzo para Matemáticas, Inglés y Lengua que afectará a las etapas obligatorias y que contará con 500 millones de financiación. Lo cierto es que desde la Comunidad, con el presidente de la Junta, Alfonso Fernández Mañueco, a la cabeza, ya se han congratulado de que el Gobierno central «copie» por fin en algo a Castilla y León como referente en PISA, tras los múltiples ofrecimientos de la región para exportar su modelo.

Lo que hacía el programa autonómico durante años anteriores era dejar un margen hasta el segundo trimestre para que las familias pudieran decidir en función de las calificaciones obtenidas hasta la fecha, pero desde este curso comienza en octubre y se extenderá hasta junio.

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Una prueba de nivel al llegar da las pistas sobre a quiénes puede venirles bien el apoyo en horas no lectivas en algunas de las materias más espinosas del currículo. «Al principio me costó un poco», reconoce Alba sobre los primeros días en los que los números se atragantaban más de la cuenta. «Los que nos apuntamos aquí, luego hemos ido mejorando». «A mí me está ayudando bastante. En las dos horas que estamos hacemos juegos para entenderlo mejor y además somos menos –son quince en esta clase y en la ordinaria casi treinta– y tienen más tiempo para explicárnoslo mejor», dice. Esos grupos más pequeños hacen que la confianza sea también mayor para preguntar dudas y sentirse más cómodos. El efecto, según afirman también los profesores, suele notarse pronto. «En el primer examen del instituto saqué un uno y algo, en el segundo ya un nueve», recuerda Alba. Del suspenso directamente al sobresaliente. Y algo más importante aún: ahora sí se ve capaz con las matemáticas. No quizá para dedicarse a ellas en un futuro porque no son de su agrado, admite, pero ya puede con ellas. «A mí no se me dan bien las divisiones», detalla uno de los chicos a Francisco, el profesor de una de las clases de refuerzo en el centro palentino que, mientras ayuda a unos con esa operación, corrige también a los que se enfrentan a las ecuaciones de primer grado.

Ése es su trabajo junto con Tatiana Linares, encargada también del refuerzo de Matemáticas en el Jorge Manrique. Es docente de Economía en Bachillerato en ese mismo instituto, pero en las tardes de los jueves, de cuatro a seis, pasa a dar apoyo para enfrentarse a los números. A este centro acuden desde otros de la capital junto a los de la localidad de Venta de Baños y debido a la «alta demanda» han tenido que desdoblar y crear dos clases de quince alumnos cada una.

También en Inglés hubo que dividir a los apuntados, mientras que en Lengua, con veinte alumnos, hay una clase de refuerzo en primero de la ESO. Similar éxito tiene el programa en cuarto curso en unas clases que se imparten por la tarde, fuera del horario lectivo, con profesores que cobran un sueldo extra por ese trabajo.

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El interés de las familias va en aumento por esta actividad por la «gratuidad», por los resultados y porque «la comunicación con su profesor es directa y mejor». Los que acuden, explica Tatiana, son alumnos a los que directamente la idea de estudiar no les seduce o aquellos que no entienden lo explicado durante las clases diarias. «Hay chavales muy tímidos que no se atreven a preguntar y aquí sí porque, además, es un método individualizado. Estamos muy pendientes de ellos», expresa. La clave es, considera, «dar las cuatro píldoras necesarias» y a partir de ahí ir hacia lo que se llama gamificación, que no es otra cosa que utilizar el juego para el aprendizaje. En estas dos horas que todo sea más ameno que en una clase al uso ayuda y mucho a estrechar vínculos. Y eso tiene su recompensa: «Aquí entre el 80 y el 90 por ciento están sacando muy buenas notas». «Eso es satisfacción para ellos, pero también para nosotros» porque «todos mejoran», asegura convencida de que se consigue la meta final con la que nació este refuerzo: reducir el fracaso y el abandono escolar en edad temprana.

Así que a Tatiana y también a Jorge les parece oportuno que el Gobierno central haya decidido implantar el refuerzo en toda España. «Sería bueno que se fijasen en nuestro modelo porque funciona», cree la docente, quien reivindica a la vez que haya «menos ratios en las aulas» para mejorar el rendimiento de los chicos y que se incorporen al programa otras asignaturas como Física y Química.