'Para acabar con Eddy Bellegueule': una cuestión palpitante
La obra es dura, a veces casi insoportable, pero también tragicómica, en cierta medida distante, pero en absoluto maniquea
Antonio Illán Illán
Para acabar con Eddy Bellegueule es una obra de teatro basada en la novela homónima de Édouard Louis. La historia es una narración autobiográfica, aunque hay quien ha puesto en entredicho la veracidad de parte del relato, que explora la transformación personal del autor ... desde su infancia hasta su juventud. El propio autor escribe lo siguiente: «La verdad es que la rebelión contra mis padres, contra la pobreza, contra mi clase social, su racismo, su violencia, sus atavismos, fue algo secundario. Porque, antes de que me alzara contra el mundo de mi infancia, el mundo de mi infancia se había alzado contra mí. Para mi familia y los demás, me había convertido en una fuente de vergüenza, incluso de repulsión. No tuve otra opción que la huida. Este libro es un intento de comprenderla.»
En ese contexto marcado por la violencia, el machismo, la pobreza, la homofobia y el alcoholismo es en el que crece Eddy Bellegueule, un niño peculiar que debe ocultar su verdadero yo para intentar ser aceptado en una sociedad que no tolera la diferencia. Y en ese mundo lucha por parecer un «hombre de verdad» para evitar el destino de abusos y humillaciones que parece inevitable. La historia narra con crudeza y describe el ambiente de brutalidad y sordidez en que se desarrolla la infancia del protagonista en un pueblo venido a menos de la Francia de principios del siglo XXI, en el que se aprecia el oscuro futuro de la sociedad rural y postindustrial, alejada de la sofisticación y la modernidad de las grandes ciudades. Nada nos suena raro, a poco que abramos bien los ojos, en la sociedad actual.
La obra es dura, a veces casi insoportable, pero también tragicómica, en cierta medida distante, pero en absoluto maniquea. El espectáculo tiene tirón y llega al público que entiende perfectamente ese anuncio de una liberación y de un renacimiento a través de las palabras para escapar de la fatalidad del determinismo social. El tema es zolesco por naturalista y es la cuestión palpitante por ser de actualidad.
Para acabar con Eddy Bellegueule es más que una obra de teatro; es un testimonio de la lucha por la identidad y la aceptación en un mundo que a menudo rechaza lo que no comprende. Es un relato que invita a la reflexión y al cambio social, presentando la vida de Édouard Louis, el autor de la novela de tintes autobiográficos (con reparos) y con atisbos de la literatura de Bourdieu, Ernaux, Genet y Koltès, como un espejo de las realidades que muchas personas enfrentan diariamente.
La adaptación teatral de la novela que presenta la compañía La Joven, dirigida por José Luis Arellano e interpretada por Julio Montañana Hidalgo y Raúl Pulido Jordá, se conforma con una dramaturgia de dos actores que representan a un personaje único, Eddy, a veces incluso al mismo tiempo, y también encarnan a los complementarios: padre madre y hermanos, compañeros de colegio, etc.
Esta propuesta teatral a partir de un texto novelesco adopta más la forma del monologuista narrativo que la interacción teatral basada en el diálogo; prácticamente el grueso de la representación se resuelve contando directamente al espectador la historia de lo que pasa. El contar no se lleva a cabo de una manera lineal ni con un registro lingüístico homogéneo, sino oponiendo lenguajes unas veces más groseros y otras más moderados.
Esencial para el buen desarrollo de la historia es el empleo de la videoescena, es decir la proyección en directo y en tiempo real de lo que captan dos cámaras en el escenario, una herramienta cada vez más habitual en el teatro.
El trabajo de dirección de José Luis Arellano sigue las líneas a las que nos tenía habituados Gerardo Vera, que hubiera dirigido la obra de no haber fallecido cuando se empezaba a montar, y realiza un trabajo bien trabado para mantener el equilibrio de una narración cruda, con dos actores jóvenes que se tienen que desdoblar permanentemente y que realizan un trabajo de interpretación muy digno y brillante, que se vería mejorado aún si no tuvieran que estar tan pendientes de mover contantemente los elementos de la escena, atender las cámaras y pulsar el intro correspondiente al programa de ordenador.
Lo que es evidente es que esta obra tiene la capacidad de conectar con el público por su enfoque en temas sociales relevantes del tiempo presente, lo que hace que el espectador esté sometido a todo tipo de estímulos y emociones a través del ritmo trepidante de la obra, que se ve acrecentado por la música que, a modo de banda sonora, se encarga de definir el ambiente y en cierta manera también a los personajes. Quienes asistieron a la función vespertina y siguieron la representación con la atención como si se estuviera jugando una final de la copa del mundo, aplaudieron con ganas el trabajo de La Joven. Y el público escolar que llenó el teatro por la mañana también salió encantado de esta propuesta escénica que acerca realidades que en modo alguno son ajenas a su experiencia vital.
Título: Para acabar con Eddy Bellegueule. Autor: Pamela Carter, a partir de la novela de Édouard Louis. Traducción: José Luis Collado. Dirección: José Luis Arellano García. Intérpretes: Julio Montañana Hidalgo y Raúl Pulido Jordá. Videoescenea y escenografía: Álvaro Luna. Espacio sonoro: Alberto Granados. Vestuario: Ikerne Giménez y Lua Quiroga Paúl. Iluminación: Juanjo Llorens. Escenario: Teatro de Rojas.
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