El grupo ofrecía la droga ya procesada y en pequeñas cantidades a otros vendedores, lo que les permitía operar con un menor riesgo de detección por parte de los agentes. Las investigaciones permitieron a la Policía Nacional localizar el piso de seguridad o caleta donde se almacenaba la cocaína cuando realizaban transacciones de mayor volumen, así como establecer las rutas y puntos de entrega utilizados.
En uno de estos puntos, los agentes interceptaron a dos de los detenidos cuando realizaban una entrega de 105 gramos de cocaína. La organización, que actuaba con una estructura jerarquizada y medidas de seguridad muy estrictas, intentó deshacerse de la droga almacenada en el piso al detectar la presencia policial.
Para ello, enviaron de urgencia a dos mujeres que iban a realizar una entrega en la vía pública; sin embargo, fueron interceptadas a su llegada al inmueble. En el vehículo en el que viajaban, los agentes encontraron 33 envoltorios de cocaína preparados para la venta directa y 3.720 euros en efectivo.
Un grupo con varias ramificaciones
Las pesquisas policiales permitieron además detectar otra ramificación del grupo. En esta segunda fase, denominada operación Escuadra, los investigadores identificaron a un quinto implicado, encargado de la venta y distribución directa de la droga.
Por medidas de precaución, este último ocultaba los envoltorios de cocaína en las zonas comunes de su bloque de viviendas, intentando evitar su localización en caso de un registro policial en su domicilio. Durante la intervención, los agentes encontraron un total de veintidós dosis de cocaína y una báscula de precisión cuidadosamente escondidas en la comunidad de vecinos.
En total, la Policía Nacional efectuó tres registros domiciliarios en los que se intervinieron 662 gramos de cocaína, 6.230 euros en efectivo y diversos útiles y sustancias químicas para el corte y procesamiento de la droga.
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