Aragón se olvida de Echenique

La rapidez con la que la política aragonesa ha olvidado a Echenique contrasta con el enorme poder orgánico e institucional que llegó a acaparar . En mayo de 2014 se ganó en las urnas un escaño de europarlamentario; un año después se hizo con el timón de Podemos en Aragón; en mayo de 2015 se convirtió en diputado regional; y en marzo del año siguiente se convirtió en secretario de Organización de Podemos, en el elegido por Pablo Iglesias tras purgar a Sergio Pascual en la cúpula del partido.

Sin embargo, en un puñado de meses de 2017 la acumulación de cargos se desmoronó . El sector de Íñigo Errejón impuso sus tesis de «una persona un cargo» , lo que forzó a Echenique a tener que elegir entre la secretaría general de Podemos-Aragón y mover los hilos en la dirección nacional de Podemos. Y eligió esto último.

Dimitió como líder de Podemos en Aragón y renunció también a su escaño en las Cortes de Aragón. Lo hizo -afirmó- para no interferir en su sucesión dentro del partido en la región.

En octubre se consumó su marcha y, apenas seis meses después, la figura de Echenique ha dejado de ser un referente en la acción de Podemos en Aragón . Él apostó por la diputada aragonesa Érika Sanz como sucesora, pero perdió clamorosamente en las primarias que celebró el partido. Sus tesis políticas quedaron aparcadas en beneficio del sector liderado por Nacho Escartín , que en mayo de 2015 pasó de intentar abrirse camino como agricultor a garantizarse un escaño en las Cortes regionales.

Escartín, antimilitarista que en el pasado dejó escritas airadas soflamas anticapitalistas y contra el Ejército y las fuerzas de seguridad, se ha tornado en un líder de perfil moderado, que ha tendido puentes con el PSOE y que se ha esforzado por dar una imagen política de transversalidad que le ha llevado a reunirse tanto con organizaciones empresariales como con colectivos sindicales. Y todo eso, con el cartel de Echenique archivado en Podemos-Aragón.

En el PSOE aragonés confiesan que también ellos han agradecido el cambio. Que, seis meses después de que Echenique se fuera a Madrid, el entendimiento con Podemos se les hace más sencillo, y la negociación más fluida. «No es que nos pongan tremendamente fácil el acuerdo cuando hace falta alcanzarlo, pero sí que es mucho más sencillo hablar y buscar puntos de encuentro», indican a AB fuentes del grupo socialista en las Cortes de Aragón.

«Con Echenique todo era mucho más complicado» , afirman las mismas fuentes. De hecho, este ha sido el primer año de legislatura en el que antes se han aprobado los presupuestos de la Comunidad autónoma. El Gobierno regional que preside el socialista Javier Lambán depende de Podemos para paliar su minoría parlamentaria.

Echenique, mientras tanto, ha dejado atrás Aragón para centrarse en el poder que concentra en Madrid, convertido -en la práctica- en el auténtico número dos de Podemos. Todo ello, eso sí, después de que Aragón fuera su plataforma de lanzamiento y tras olvidar los sonoros rifirrafes que hace tiempo mantuvo con Pablo Iglesias. De aquellos enfrentamientos nada queda ahora: Iglesias y Echenique hace tiempo que decidieron hacer tándem.

Científico a sueldo público del CSIC, Pablo Echenique lleva seis meses centrado en la cúpula nacional de Podemos, tras una acelerada trayectoria política que le ha llevado a ir saltando de puesto en puesto sin acabar ningún mandato .

En las elecciones al Parlamento Europeo de mayo de 2014 se convirtió en eurodiputado: tomó posesión de ese escaño en julio de aquel año, pero lo dejó once meses después. El 14 de febrero de 2015 fue elegido secretario general de Podemos en Aragón , pero en septiembre de 2017 dejó el puesto anticipadamente por preferir dedicarse a la cúpula nacional del partido. En las autonómicas de mayo de 2015, se garantizó un escaño en las Cortes de Aragón : tomó posesión de él en junio de 2015, pero a mitad de mandato lo abandonó para irse a Madrid, a dedicarse al partido. Y ahí sigue, en un momento delicado para Podemos, con una oleada de encuestas que desde hace meses certifican su retroceso en intención de voto.