Testimonios de supervivientes de siniestros de tráfico: «Tardé en volver a ver la luz que nos guía a todos»

«Llegué a un paso de peatones, mire hacia un lado y hacia otro, como hacía siempre y, como no venía nadie, crucé», relata la joven, a la que la vida le cambió hace casi un año justo. «Ya no recuerdo nada más de lo que pasó, lo que le cuento lo sé por mis padres, por lo que ellos me han dicho». Sonia lleva desde entonces de hospital en hospital: primero el de Puerto Real, después en el Puerta del Mar, y desde el pasado octubre en el de Vithas Sevilla, en Castilleja de la Cuesta, que alberga una de las tres sedes de España del Instituto de Rehabilitación Neurológica (Irenea) —el resto está en Xanit Internacional en Málaga, Vigo, Valencia, Aguas Vivas y Elche—.

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«Por fortuna, el conductor del coche no se dio a la fuga, sino que se paró y llamó a la Policía, que cuando llegó al sitio en el que me arrollaron, donde ya me atendía una ambulancia, escucharon que sonaba mi teléfono: lo cogieron y era una de las amigas que me estaba esperando para cenar, y ellos le contaron. Fue mi amiga la que llamó a mis padres para decirles qué había pasado», resume Sonia, que superó un coma y a la que a las semanas del accidente los médicos le auguraron una muerte inminente. Entre las lesiones que sufrió está un traumatismo craneoencefálico severo por el que tuvo que ser intervenida para retirarle el hueso del cráneo y así reducirle la presión sobre el cerebro: los especialistas de Vithas se lo han recolocado y ella recupera poco a poco la autonomía.

«Aún no puedo andar sola, pero he avanzado mucho desde el accidente: olvidé cómo tenía que comer, no podía peinarme, ni vestirme, ni lavarme los dientes. Sufrí una depresión: todo se volvió oscuro, y tardé hasta que pude ver de nuevo la luz que nos guía a todos», confiesa.

A su lado se encuentra Sheila Cobos, que también sabe lo suyo de que la tostada caiga al suelo por el lado equivocado. Este mayo, esta vecina de Villamanrique de la Condesa que va a cumplir veinte años volvía con su hermana en coche del tajo en una explotación de fresas y arándanos junto a El Rocío.

«Mi hermana iba conduciendo: nos salimos de la carretera y de pronto todo se volvió negro: a ella no le pasó nada grave, yo tuve un traumatismo craneoencefálico en el lado derecho... Me tuvieron que sacar del coche los bomberos», indica la también paciente del Instituto de Rehabilitación que poco a poco va recuperando su autonomía y a la que le aún una temporada en las instalaciones de Vithas. «Un accidente le puede suceder a cualquiera: hay que ir siempre despacito, no distraerse con nada», reflexiona la chica.

Asiente Myrtha O'Valle, directora del Irenea. «Cuando una va conduciendo tiene que se consciente de que está conduciendo, y de que el simple hecho de ponerse a cambiar una canción te puede cambiar la vida...», advierte la doctora.

Con casi 30 años de experiencia, la Unidad de Neurorrehabilitación de Vithas se ha consolidado como referente internacional en el tratamiento y la investigación del daño cerebral grave, tanto en adultos como en población infantil. El trabajo se centra en recuperar funciones y habilidades esenciales para retomar las actividades de la vida diaria, desde caminar, comunicarse o alimentarse con seguridad, hasta el autocuidado, la planificación o la interacción social.