Éramos sostenibles

Urge una explicación. Eran aquellos los momentos previos a que comenzara a conocerse el macrofraude de los ERE. Y demás corruptelas. La entrada de lleno en los peores años de la crisis económica demostraría que la región no había aprovechado la anterior coyuntura de bonanza para aquilatar su secular brecha con el resto del territorio. Ahora, dos mandatarios autonómicos después, la cosa no parece tan grave. Pero entonces todos nuestros cimientos se sacudían tras décadas de estancamiento. ¡Era relevado de la Presidencia Manuel Chaves, al que varias generaciones creyeron ungido de por vida para dirigir nuestros designios! Un cóctel tremendo que hasta hacía presagiar un cambio de ciclo político. Ja.

Una eternidad después, ha quedado patente el error. De insostenible nada. Andalucía se sostiene sola. Poco importan mangancias, atrasos que nadie parece querer resolver, autocomplacencias impostadas o recurso al victimismo como herramienta administrativa. Con algunos cambios nominativos, aquí continuamos igual. Qué narices. Mucho mejor. Además de nuestro envidiable buen tiempo, podemos estar a punto de exportar la gran esperanza blanca del socialismo patrio y de la unidad del país. Todo un modelo de (buena) gestión.

Es llegado el momento, pues, de dejar de ser contumaces en la equivocación, beneficiarnos del viento del tiempo nuevo y aprovechar el cambio del calendario para renovar el titulito de la columna. De fondo, al escribir estas líneas, resuena por la tele la madre de Elliot. Niños revisitando ET. «¿Creéis en las hadas? ¿Creéis en las hadas?». Ya está. Andalucía, de cine. No me digan que no.