Coronavirus Andalucía

La persistencia de secuelas más de tres meses sorprende a los médicos

Los hospitales andaluces cuentan con consultas específicas para evaluar a los curados y tratar las «cicatrices» que deja el virus meses después del alta

Del cierre de comercios al confinamiento total: las medidas que baraja la Junta en Andalucía contra el coronavirus

Especialistas de la unidad poscovid del Hospital Virgen de las Nieves de Granada ABC

Antonio R. Vega

La vida después del Covid se ha tornado en una pesadilla para Celia Ruiz. Un mal sueño del que no ha podido despertar siete meses después . Pocos días antes de que la palabra coronavirus se hiciera omnipresente en los telediarios, empezó a sentir ... fiebre y un dolor de cabeza insoportable. Era el 9 de marzo. El cuadro clínico se complicó y derivó en una neumonía bilateral que, una semana después, llevó a esta directora comercial de 39 años a quedar postrada en una cama del Hospital Universitario Virgen de las Nieves de Granada durante nueve días en completo aislamiento. Su único acompañante era un respirador que bombeaba oxígeno a su sangre y suplía las funciones de sus alvéolos, inflamados y maltrechos por la infección.

Dos plantas más arriba, su madre y su padre, —enfermo diabético que ha superado un cáncer de pulmón—, libraban su particular batalla contra el «bicho» que trae de cabeza a la humanidad entera . Todos se curaron, pero no se han recuperado. No del todo. La paradoja es que quien peor está es la más joven de la familia.

Esta granadina sin patologías previas aún arrastra las secuelas de una enfermedad que se ha llevado todo por delante como un tornado, hasta borrar del mapa a la mujer vitalista que fue.

«Sufro pérdidas de memoria constantes; a poco que ande me siento tan cansada como si hubiera corrido un maratón ; he perdido visión y hasta mi peluquero se dio cuenta de que se me estaba cayendo el pelo. Tampoco he recuperado el olfato que perdí el primer día. Tengo dolores de cabeza y más síntomas que no le digo porque ahora no los recuerdo. Es que se me olvidan las cosas...», clama impotente mientras suelta una letanía de achaques como si fuera el recuento de daños tras el paso de un devastador tsunami.

Por desgracia, el caso de Celia Ruiz no es una gota de lluvia flotando en el rompeolas de la pandemia que arrecia en España por segunda vez. Hay un número creciente de pacientes que, meses después de recibir el alta, sufren las secuelas de la infección, el «síndrome poscovid», la huella indeleble de una enfermedad sin vacuna de la que no terminan de recuperarse.

Al 63% de los pacientes les cuesta respirar, mientras el 42% presenta cansancio y debilidad muscular meses después

Para estudiar estos casos y tratar de darles una respuesta ambulatoria a sus problemas se crearon entre los meses de abril y mayo unidades específicas poscovid integradas por médicos de distintas especialidades en los grandes hospitales que dependen del Servicio Andaluz de Salud (SAS).

Consulta de una unidad poscovid con la doctora Concepción Morales ABC

En estas consultas de seguimiento, un equipo multidisciplinar, en el que participan internistas, infectólogos, neumólogos, rehabilitadores y psicólogos , contacta con los pacientes para evaluar su estado y hacerles pruebas analíticas y de radiología pasados uno, tres y seis meses del alta. Incluso son analizados aquellos que fueron atendidos por su médico de familia y no precisaron ingreso hospitalario.

Circuitos poscovid

« No parece que exista una asociación entre la gravedad del cuadro y la persistencia de las secuelas», explica el jefe del servicio de Enfermedades Infecciosas del Hospital Regional de Málaga, José María Reguera, que coordina los circuitos de revisiones para contagiados en la primera ola. Desde el 18 de mayo han pasado por sus consultas cerca de 500 pacientes, que se someten a estudios serológicos, entre otras pruebas, para conocer su respuesta inmune y testar su estado.

Seis meses después de su puesta en funcionamiento, el coronavirus sigue proyectando más incógnitas que certezas incluso para quienes están destacados en la primera línea de fuego y observan con preocupación cómo vuelven a saturarse los hospitales y las unidades de cuidados intensivos (UCI). Sin tiempo para recuperarse, el sistema sanitario encara otra dura prueba de estrés. Reguera aporta otro dato inquietante para los colectivos más proclives a saltarse las reglas de aislamiento y protección: « Los pacientes más jóvenes y sanos suelen presentar más secuelas , aunque puede ser que en los mayores éstas queden diluidas en los propios achaques de la edad».

Celia Ruiz ABC

«Esta enfermedad nos está sorprendiendo por muchos aspectos pero quizás el principal es la persistencia de las secuelas en el tiempo. Prácticamente el 75 por ciento de los pacientes a los que estamos haciendo un seguimiento en estos circuitos presenta disnea o dificultad para respirar y agotamiento. Tres meses es un tiempo prudencial para que los síntomas fueran remitiendo, pero en la mayoría de los casos que vemos no está siendo así», apunta este infectólogo.

Una de estas unidades pioneras en Andalucía entró en funcionamiento el pasado 28 de abril en el Virgen de las Nieves de la mano de la doctora Concepción Morales . La jefa del servicio de Neumología del hospital de referencia del SAS en Granada atestigua que hay toda clase de secuelas que duran no ya semanas sino meses.

«Sufres impotencia cuando no conseguías salvar a personas a las que habías dedicado todo tu esfuerzo»

«Hemos detectado alteraciones en las pruebas de radiología en bastantes casos que muestran signos de inflamación en los pulmones. Estas secuelas a veces no dan lugar a ningún síntoma. Son cicatrices que ha dejado el virus y se irán resolviendo poco a poco. No se sabe si va a producir una secuela de por vida, hay que esperar que no sea así», confía la doctora. Las alteraciones radiológicas persisten en el 30% de los pacientes a los tres meses.

Tras el ingreso en la UCI

Las patologías previas pueden explicar su permanencia en algunos enfermos que tuvieron largas estancias en la UCI con ventilación mecánica. Pero no hay un patrón concreto. « Si el pulmón ha estado afectado previamente por otra enfermedad o si el cuadro inflamatorio ha sido muy grave, es más frecuente una secuela pulmonar», corrobora esta especialista.

Por las consultas de seguimiento de su hospital pasan 20 pacientes cada día, un centenar a la semana, con revisiones cada tres meses que concluirán al año de recibir el alta. En una mañana son evaluados por diversos especialistas ubicados en la misma planta. Se les realiza una radiografía del tórax y una espirometría para evaluar su capacidad pulmonar y otras exploraciones más complejas para averiguar si tienen dañado el tejido intersticial y alterados los alvéolos, los minisacos donde la sangre suelta el dióxido de carbono y coge oxígeno.

Salvador Hernández ABC

La dificultad respiratoria o el ahogo es el síntoma más frecuente que presenta el 63% de sus pacientes , seguido del cansancio y la debilidad muscular, que afecta al 42%. Aparte de la anosmia o pérdida del olfato, hay complicaciones más graves como el riesgo de que se formen trombos en las piernas que pueden dar lugar a infartos si se producen en las arterias.

Las huellas neurológicas dejan otras cicatrices profundas. Desorientación, pérdida de memoria, ansiedad y depresión son problemas asociados a la versión más larga de la enfermedad.

La tormenta epidemiológica se ha ensañado con los profesionales sanitarios, cuya sobreexposición ha causado 5.060 contagios confirmados en centros sanitarios , según el último balance del Instituto de Estadística y Cartografía de Andalucía. El choque traumático ha dejado en ellos hondas secuelas psicológicas.

«Sufro pérdidas de memoria. A poco que ando es como si corriera un maratón. He perdido pelo y también el olfato»

«Lo vivimos con intensidad, estudiando a los pacientes mañana y tarde, compartiendo información con otros especialistas de España, en busca de los tratamientos que mejores resultados estaban dando. Pero también sufres impotencia en muchas ocasiones, cuando no conseguías salvar a personas a las que habías dedicado todo tu esfuerzo», relata la neumóloga Concepción Morales con la voz quebrada por la emoción mientras bucea entre sus recuerdos.

La enfermedad del olvido

El SARS-CoV-2 ataca a los pulmones, pero también a la cabeza. A Celia Ruiz le derivaron al neurólogo, que le mandó una resonancia, pero aguarda la segunda cita para saber el porqué de sus súbitos ataques de desmemoria. « El otro día estuve 20 minutos buscando mi coche, no recordaba dónde lo había aparcado . Se me olvidan los nombres de mis clientes y en mi trabajo no se creen que sea por el Covid», se queja.

La urgencia de los nuevos casos de la segunda ola mantiene a esta granadina en un compás de espera que se le antoja interminable. El coronavirus ha cambiado su perspectiva del mundo. Apenas es la sombra de la mujer que fue. « Yo me siento otra persona, no me reconozco. Antes me veía casi inmortal y ahora con lo que estoy viendo, tengo miedo por todo. Y sólo tengo 39 años...», comenta al periodista con la voz trémula haciendo esfuerzos para que sus últimas palabras no queden ahogadas por las lágrimas.

«Físicamente te deja hecho polvo»

Incluso jóvenes que han sido deportistas notan un bajón en sus facultades tras pasar por el «purgatorio» de la UCI. Es el caso de Salvador Hernández , de 29 años, quien se infectó tras compartir estancia en los Alpes suizos con una veintena de amigos a principios de marzo.

«A nivel pulmonar no noto gran diferencia cuando hago deporte, posiblemente me ahogo más que antes»

«Regresé a España y me ingresaron. Estuve una semana intubado y otra sin intubar. Al séptimo día me subieron a planta. La infección fue brutal. Físicamente te deja hecho polvo», rememora. Hace meses que dejó atrás los peores días de la enfermedad y, en su caso, la recuperación no se hizo tanto de rogar. «A nivel pulmonar no noto una diferencia grande cuando hago deporte, posiblemente me ahogo más que antes, pero no soy consciente de ninguna secuela», afirma este joven.

El Covid-19 es caprichoso y peligroso como el juego de la ruleta rusa. Para Araceli Herrera , de 45 años, la recuperación se ha convertido en un camino de espinas . Acababa de abrir su supermercado en Granada cuando empezó a sentir que le faltaba el aire y le dolían hasta los dientes. Estuvo cinco días ingresada en el Hospital General de Granada. «Los primeros días fueron horrorosos, yo pensé que me moría . Me pusieron el tratamiento antirretroviral para el VIH y funcionó. Me dieron el alta el 1 de abril», explica.

Araceli Herrera ABC

Aunque oficialmente está curada, a ella ese veredicto clínico le parece casi un espejismo. «Hay veces que me quedo en blanco, como si tuviera un nublado en la cabeza y digo palabras que no son coherentes. De la memoria estoy fatal, me canso mucho y he perdido vista de cerca », relata. El Covid la ha dejado envuelta en una nube borrosa que ha erosionado su salud y corroído su memoria. A estos pacientes a menudo les cuesta expresarse. Sencillamente no les salen las palabras.

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