Las malas maneras de la señora Montero

En otra escuela, por tanto, habrá aprendido María Jesús Montero –diputada andaluza durante diez años antes del fichaje por el sanchismo– esas actitudes parlamentarias soberanamente zafias que exhibe semana tras semana en el Congreso; gestos de verbena impropios de una vicepresidenta en la sede de la soberanía nacional.

En todo caso lo estupefaciente no es ya la galería de provocaciones y malos modos de quien ha decidido mostrarse como primera palmera del Nº1 –con ser esto ya sobradamente estupefaciente, claro está– sino ver a una ministra de Hacienda enumerando datos de la declaración de un ciudadano privado.

Esto resulta poco tranquilizador, aunque previamente se le hayan filtrado a un medio próximo para sortear la sospecha de revelación de secretos. La confidencialidad de lo que no afecta al ejercicio a un cargo público o a fondos públicos es un valor sagrado. Como los datos médicos… ¿se imaginan verles comentando sus enfermedades sin respetar el secreto sanitario?

Y todavía empeoró la cosa cuando, poco antes de que la magistrada abriese una pieza separada del caso de la pareja de Ayuso, María Jesús Montero decía esto en el Congreso.

Se puede pensar que la vicepresidenta tiene dotes de adivina, de nigromante con visiones de futuro… o se puede pensar que el Gobierno sigue practicando el juego sucio entre la Fiscalía y Hacienda. Esto ya está en los tribunales, con el fiscal investigado por revelación de secretos y pendientes de lo que resuelva el Tribunal Supremo respecto a ella. Eso sí, la señora Montero es una representante en el Congreso por Sevilla, la principal representante política de Andalucía en España…. Pero hay que ver qué poco representa a Andalucía. Qué poco y qué mal.