El acoso escolar no distingue entre colegios religiosos y laicos

La investigación, realizada por la criminóloga Minerva del Hoyo Ramírez , premio Cecuma 2014 por este trabajo, se realiza a partir de 437 entrevistas con alumnos de entre 11 y 16 años y que pertenecen a cuatro centros educativos: dos laicos y dos religiosos. La plantilla de preguntas se extrae del informe «Violencia y acoso escolar» de 2005 y mide la intensidad y el índice global del «bullying» a través de una serie de indicadores, como «desprecio», «coacción», «restricción de la comunicación», «exclusión social» o «agresiones».

Tras analizar los resultados de los encuentros, Del Hoyo señala que existe mucha heterogeneidad en los escolares que sufren estos comportamientos violentos y que «no se podría construir un perfil concreto». No obstante, sí traza unos rasgos generales que pueden ayudar a dibujarla después de estudiar los casos más graves: sería un varón, con una edad media de 14 años, no repetidor y que sufre una agresión de tipología verbal .

La autora señala en sus conclusiones que «se refuta la hipótesis de que se produce mayor incidencia del acoso escolar en el primer ciclo de la ESO, ya que la mayor parte de las víctimas se encuentran en el tercer curso»; a lo que añade que «la probabilidad de sufrir “bullying ” aumenta con el hecho de ser extranjero».

Los casos graves son minoritarios, aunque la investigadora recomienda que se analicen con «mayor profundidad». Uno de ellos lo protagoniza un chico de 12 años que cursa 1º de ESO en un centro religioso, que convive con la madre y que «presenta puntuaciones altas en todas las categorías», salvo en la de robo, que es «media».

Otro afecta a un joven de 19 años, de origen portugués que se encuentra en 4º de ESO de un colegio laico y que sufre niveles altos de todas las tipologías de «bullying», incluidas agresiones intimidación y hostigamiento verbal.

El estudio, coordinado por el Instituto Andaluz Interuniversitario de Criminología, concluye que no se está expuesto a un mayor riesgo de sufrir acoso si se estudia en un centro religioso o laico; aunque especifica que de la investigación se desprende de que en los primeros se contabilizaron más niveles de desprecio, coacción y robos, mientras que en los segundos se detectaron mayores agresiones, hostigamiento verbal e intimidaciones.

La autora advierte de que los test contaban con un espacio en el que los alumnos podían dejar un comentario y, a pesar de que la mayoría decidió dejarlo en blanco, algunos lo utilizaron para describir situaciones sufridas que se podría considerar inquietantes. Una chica escribió: «se meten con mi discapacidad y me llaman sorda de mierda» ; «la gente es cruel en general», concluía uno de los sujetos participantes en el estudio; mientras que otros afirmaban que «se meten más con personas de otra nacionalidad» o «hacen cualquier cosa por bajarme la autoestima» .

Minerva del Hoyo Ramírez advierte de que, aunque la proporción de casos graves es minúscula, los que ahora no lo son, pueden llegar a serlo en un futuro, por lo que pide mayor atención ante esta problemática.