Una semana con el suelo temblando: la prueba de fuego para la normativa sismorresistente de los edificios

En Santa Fe, o en Atarfe y Maracena , han sido muchos los desprendimientos de cornisas, tejas, chimeneas, voladizos y en menor medida de muros, sobre todo en edificios muy antiguos y en su mayoría deshabitados. Cada vez que se produce un nuevo seísmo las zonas afectadas por los anteriores aumentan su deterioro . La mayoría de las casas de su casco histórico están abandonadas y en riesgo de derrumbamiento en caso de seísmos de mayores magnitudes.

Pero también han sido monumentos, incluso algunos bienes de interés cultural, los que se han visto dañados. La Alhambra sigue siendo inspeccionada por si hay más afección que la de las almenas de la torre de las Gallinas . En Santa Fe, los históricos arcos de Loja y Sevilla se encuentran muy afectados. Las figuras de las capillas habilitadas en su parte superior han sido desalojadas para evitar mayor deterioro. También ha habido daños y desprendimientos interiores en la parroquia de La Encarnación en la Plaza de España .

En Chauchina , ha quedado dañada la torre nazarí del siglo XIV, que ha sido revisada y precisa de apuntalamiento y reparación. En Granada capital, en pleno pulmón del Albaicín, la capilla de San Cristóbal también se ha visto afectada.

El resto de daños en edificios de los municipios afectados han sido leves ya que sus construcciones se desarrollaron a finales de la década de los 60 del siglo XX, o ya en plena centuria actual, regidas por las exigencias y prescripciones obligatorias de las diferentes normas sismorresistentes aprobadas desde entonces hasta la actual, en vigor desde 2002.

Consuiltado por ABC, el decano del Colegio de Arquitectos de Granada, Luis Alberto Martínez Cañas , recuerda que con estas normas de obligado cumplimiento «se trata de que la estructura soporte el movimiento ocasionado por el terremoto minimizando los posibles daños que pudieran producirse en el resto de los elementos constructivos de carácter secundario », en referencia a instalaciones, tabiques, fachadas, cornisas o revestimientos.

Éstas son las que entrañan peligro porque s u rigidez a veces no es compatible con las oscilaciones sísmicas provocando roturas o caídas en la vía pública. Y la norma ha funcionado.

El decano de los arquitectos granadinos asegura que la mayoría de los edificios en Granada capital «cumplen con la normativa», aunque sí hay barrios y viviendas en el casco histórico «que fueron construidos antes de la Guerra Civil o en la década de los 40 del siglo pasado, y por su peculiar forma de construcción podrían estar algo más expuestos a daños».

Pero, ¿y si el terremoto es de mayor magnitud? ¿Hasta qué nivel aguantarían los edificios construidos bajo la norma? Ahí los expertos ya no se atreven a aventurar nada . «Todo depende de múltiples variables: magnitud del movimiento de tierras, profundidad, dirección, forma de la vivienda, modo de construcción...» explican. De momento, mejor confiar.